MISSED.

Buenas, queridas lector@s <3 

En primer lugar daros las gracias por leer esta novela y, supongo, la anterior (Larry). 
Gracias a Eva, mi mejor amiga, mi hermana, la que ha estado ahí desde el principio. A Luisa, por ser tan increíblemente divertida y pervertirme de tal manera. A Belen, mi AS, mi inspiración.  A Maripaz, mi Louis, la chica que hizo que creyese en esto. 
Gracias a todas y cada una de vosotras, jamonas, y a los roscos. A mis niñas, mis eurojamotioners y a todo el fandom.
Soñar es posible. Y más si es con ellos.
Os quiero.



MISSED.

HARRY Y TÚ.

CAPÍTULO 1.
Tenía esa necesidad imperiosa de salir corriendo, de huir de todo aquello que le rodeaba, pero nunca mejor dicho, estaba atrapada en una pesadilla.
Todo había ocurrido demasiado rápido.

3 de Septiembre.

—Vamos, nena. Será divertido. Solo es una peleílla entre colegas. Además, la pasma no se dará cuenta de nada. Yo te protegeré.
Hayley había aceptado demasiado rápido, aun así necesitaba saber que Luke estaría bien.
Todo había cambiado desde que había comenzado a salir con Luke. Había pasado de ser una chica de una familia tradicional y seria, a una chica punk, rebelde, con tendencia a saltarse las normas.  Todo por Luke.
Su pelo castaño y ondulado, hasta la cintura, pasó a ser rubio con las puntas rojas. Todo su armario dejó de ser de colores llamativos, para ser algo más fieros, más provocativos. Su tez blanquecina se vio manchada por los diferentes tatuajes que anteriormente le habían parecido una abominación.

— ¿Cuándo nos vamos a ir? Me estoy empezando a poner nerviosa, Luke, ¿y si te cogen?
Su novio la miró, fulminándola.
—Cállate, Hayley. No estropees esto. Además, vuelvo a repetirte, no nos van a pillar.
Pero nada ocurrió como se había planeado. La policía llegó unos instantes después de que empezase la primera pelea. Estaban prohibidas por aquella zona, y Hayley había sido advertida en muchas ocasiones por sus padres, los cuales desde que había comenzado su relación con Luke, habían dejado de interesarse por ella.
—Joder, Luke, corre, vámonos.
El chico agarró a su novia por los hombros, y la empujó hacia donde estaban los coches de la policía, y comenzó a correr hacia el lado contrario.
—No has hecho nada, Hayley, sálvanos. — gritó a su chica, alejándose.
Y ahí quedó todo. El chico logró escapar, y la chica fue atrapada, y unos días después, enviada a un correccional.
<<Bien, Hayley, la has cagado>>.


Una semana después.

El coche dejó a Hayley a las puertas del edificio blanco. Todo estaba tranquilo y solo, excepto por los dos guardias de seguridad apoyados a ambos lados de la puerta metálica que abría paso al interior del correccional.
Miró a uno de los policías que la acompañaban hasta la puerta, y que la dejaron en manos de uno de los muchachos.
—Así aprenderás a ser buena, Hayley.
Alzó una ceja, sarcástica, y asintió.
—No lo dudes, colega—dijo ella antes de traspasar la puerta metálica y adentrarse en su nueva vida.


Todo el calor que desprendía el sol fuera estaba totalmente alejado de aquel lugar. Era algo siniestro, todo blanco, y con cuadros demasiado antiguos para el gusto de la chica. Miraba de un lado a otro, como si no entendiese aquella decoración, y es que en realidad no sabía a qué se debía.
Dejó que el guardia que antes estaba en la puerta la acompañase hasta su habitación, y le dio varios folios con horarios y normas que debía cumplir.
—Aquí estamos en un sitio serio. No eres nadie aquí, pequeña, y debes cumplir cada norma que se dicte, de lo contrario vas a pasarlo muy mal.
Hayley asintió sin mirarle, y entró en su habitación.
En realidad no era un lugar feo. Las paredes estaban pintadas de un azul claro apenas visible, y una pequeña ventana en lo alto. Había una cama individual vestida con unas sábanas beige y una colcha del mismo color de la pared. La mesita de noche era de madera de roble al igual que la cómoda que había a los pies de la cama. El armario que había a la derecha de la habitación tenía 4 puertas, dando una sensación de amplitud mucho mayor a la normal.
Hayley salió de la habitación tras haber leído por encima los horarios y las normas, y se dirigió al salón.


La vida en el correccional era aburrida, y esa misma noche Hayley había podido comprobarlo.  Durante la cena había estado sentada con un grupo de chicas de su edad o un poco más mayor, las cuales hablaban del tiempo que les quedaba, y de qué debían hacer para acortarlo. Hayley sabía que debía hacer, por eso no se había molestado en deshacer las maletas. Esa noche dejaría el correccional y volvería a su casa, con sus padres, con su antigua vida, lejos de Luke y de todos los problemas.
Hayley se dirigió de nuevo hacia su habitación. El pasillo estaba más lleno, y pudo ver a más gente saliendo y entrando de sus habitaciones. Varios guardias de seguridad ya se habían colocado en las puertas de cada habitación vigilando para que nadie se escapase. Todos uniformados, y de una edad algo más avanzada que los policías que la habían llevado hasta allí.
Junto a su puerta un chico alto y delgado, de pelo rizado, bostezaba apoyándose en la pared. Hayley vio la oportunidad perfecta para alegrar un poco su día y se apoyó en la pared, junto a él.
—Si quieres descansar puedes pasar—dijo mordiéndose el labio picarona.
El chico desvió la vista hasta los ojos oscuros de ella, y alzó una ceja, riendo leve.
—Creo que prefiero quedarme aquí, guapa—negó con la cabeza, mientras seguía riendo.
—Como quieras. —La chica le miró divertida—pero tú te lo pierdes.
Hayley abrió la puerta de su habitación y tras echarle una última mirada al chico, entró cerrando la puerta tras ella.
La habitación estaba a oscuras, solo entraba luz por la pequeña ventana que se encontraba en lo alto de la pared, la cual intentaría alcanzar cuando hubiesen pasado las maletas.
Una vez cayeron al otro lado del edificio, la chica se dispuso a saltar. Estaba alto, pero no lo suficiente como para que se asustase. Contó hasta tres y…El chico de pelo rizado con el que se había topado en la puerta de su habitación la agarraba de tal manera impidiéndole que pudiese escapar.
— ¿Tenías planeado irte sin despedirte?—sonrió divertido, cuando la atrajo hasta él, y la puso sobre el suelo de la habitación. Se había encargado de cerrar la puerta, para que nadie pudiese ver aquello.
¿La ayudaba? No lo creía.
—Creí que preferías quedarte ahí, pero si quieres escaparte conmigo.
El chico de pelo rizado reía negando.
—Te has equivocado conmigo, guapa. Trabajo aquí, y no voy a dejar que nadie logre irse, y menos tú.
Hayley alzó ambas cejas.
—Bueno, al menos me dejarás coger mis cosas.
Miró a aquel chico, el cual, se había dado cuenta, tenía unos ojos verdes intensos capaces de ver dentro de cualquier persona.
Él negó.
—Me he encargado de que nadie se entere de tu intento suicida de escapar, pero no voy a dejarte pasar esto sin una sanción. Hasta que vea que te comportas bien, no voy a dejar de perseguirte, no voy a dejar que te escapes. Hasta que no comiences a ser una chica decente, no vas a volver a ver tu maravillosa ropa.
— ¿Y con qué me debo vestir?
—Ve desnuda.
La chica comenzó a reír.
— ¿Para qué chicos como tú, o bueno, viejales que se hacen pasar por jóvenes se masturben al verme?
—Sería interesante—dijo antes de abrir la puerta.
Ella puso los ojos en blanco y rió.
—Por cierto, viejales…soy Hayley.
El chico de ojos verdes se giró, asintió y antes de salir, sonrió picarón.
—Styles, Harry Styles.


CAPÍTULO 2.

A pesar de que la ventana de la habitación era pequeña, durante el día la habitación era bastante luminosa. Hayley se levantó desperezándose y calzándose las botas que había traído el día anterior. La ropa estaba un poco arrugada de dar vueltas en la cama, pero eso no le importó demasiado: tenía un plan.
Se dirigió al salón para el desayuno que se basaba en media tostada con aceite y un vaso de leche fría. A Hayley nunca le había gustado la leche sola, por lo que decidió dejarla sobre la mesa.
En el mismo instante que empezó a comerse la tostada, sonó una campana, y todos los presentes en el comedor comenzaron a mirar a todos lados, aterrorizados. La mirada de todos recayó el Hayley, que seguía comiendo su tostada.
Una mujer alta, 1'80 más o menos, se dirigió a ella con el ceño fruncido. Había parado junto a ella, pero a Hayley le era indiferente, hasta que comenzó a toser.
—Señorita Cross...veo que usted no es demasiado religiosa...
La chica alzó la cabeza, y tosió debido a la risa.
—Mmm, ve usted estupendamente, señora.
La mujer entrecerró los ojos, y arrugó más el ceño, frunciendo también los labios.
Varios de los chicos allí presentes miraban a Hayley con una sonrisa pícara en los labios, mientras que las chicas se dedicaban a mirar a aquella mujer aterrorizados.
—Señorita Cross, soy la directora de este correccional, he estudiado muchos años, varias carreras, y no voy a permitir que una niñata de su edad me hable así. A mí se me habla con respecto, ¿ENTERADA?—el tono de aquella mujer se había ido elevando cada vez más hasta llegar a gritar en la última palabra.
—Enterada, y sorda en estos momentos. Ahora, si me permite, me gustaría seguir disfrutando de mi media tostada de aceite, gracias.
La mujer alzó una mano, e inesperadamente alguien la paró.
—Tranquilícese, yo me ocuparé de ella.
Hayley había reconocido la voz sin ni si quiera tener que girarse. Era aquel chico de la noche anterior, con el que tenía algo pendiente, ese tal Harry Styles.
Una vez sintió que la mujer se había alejado de ella, pudo girarse para contemplar a aquel chico de ojos verdes y pelo rizado que la miraba de brazos cruzados y arrugando el ceño.
—Vamos, no te pongas así; pareces más viejo de lo que eres, y creo que eso no es lo que quieres dar a entender, ¿verdad? Además, estás más feo.—La chica sonrió, mordiéndose el labio, y levantándose para posicionarse algo más cercana a él.
Teniéndolo a tan solo unos centímetros podía comprobar la diferencia de la altura entre ambos. Ella apenas le llegaba al hombro, y en cierto modo eso le pareció muy sexy, nunca le había gustado ser igual o más alta que un chico.
La chica comenzó a caminar cuando Harry le dio un toque en el hombro, saliendo así del comedor bajo la atenta mirada de todos los allí presentes.


—-Veo que te gusta el riesgo, Hayley.—Dijo aún ceñudo mientras miraba a la chica.
Ella simplemente se encogió de hombros.
—Tampoco es para tanto, creo yo. Además, nunca pensé que me fueses a salvar...y menos dos veces. ¿Cuánto cubre el cupo?
Harry negó.
—No soy tu amigo, Hayley. Soy parte de la seguridad, y no voy a pasarte ni una más.
Hayley puso pucheros, y arrugó el ceño, imitando su postura de cruzar los brazos. El chico de pelo rizado negó suspirando.
—Vamos, ve a tu habitación. Iré en un rato para ver si estás ahí, y procura estar.
Tal como había dicho eso, se giró y se fue, dejando allí a la chica, en medio del largo pasillo, sola y con una amenaza a sus espaldas.
<<Pues vaya tío sieso>> pensó. Aunque lo hubiese dicho en voz alta, nadie se habría enterado, pero prefirió guardárselo para ella, nunca sabía cuando podía cambiar de opinión.


La habitación seguía tan iluminada como esa misma mañana. Con el tiempo que le quedaba hasta que Harry viniese para ver que aún seguía ahí, decidió colocarse delante del espejo y dar un toque más punk a su ropa.
La camiseta blanca ancha que llevaba comenzó a romperla, hasta abrir el cuello, y recortar las mangas y la parte del abdomen, dejando los restos para posibles inventos. Los pantalones largos negros los dejó tal cual estaban, exceptuando el pequeño agujero que tenía en la rodilla, el cual abrió más.
Su pelo, recogido esa mañana en una cola de caballo alta, con dos mechones a los lados del rostro, lo dejó caer a ambos lados, cubriéndole los hombros, el pecho, y parte del abdomen. Había conseguido quitarse parte del maquillaje de la noche anterior, y simplemente dejó el rímel y una fina línea que se había hecho con el airline.
Justo después se tumbó en la cama a la espera de que aquel chico llegase.


Alguien llamó a la puerta. ¿Quién podría ser?
Hayley abrió los ojos de mala gana. Se había quedado dormida, y en la habitación apenas había luz. ¿Se habría olvidado Harry que tenía que ir a ver si se encontraba allí?
La chica, con el pelo revuelto, se levantó y abrió la puerta, encontrándose con la misma mujer de aquella mañana.
—Señorita Hayley—la miró de arriba a abajo, alzando una ceja— vengo a observar su habitación, a cerciorarme de que no piensa usted escapar, por algún casual.— Aquella mujer era lista, muy lista, pero Hayley lo era más.
—Le aseguro que no tengo pensado escaparme, al menos por el momento.
Aquella mujer se giró para fulminarla con la mirada.
—¿Y su ropa?
Hayley suspiró y señaló la ventana.
—¿Allí?
En ese mismo instante sabía que estaba poniendo el puesto de Harry en peligro. El chico había cerrado la puerta antes de que lograse escapar, y por algo sería.
—Me cansé de ella. Era aburrida, y fea.
—¿Y piensa pasarse toda su estancia en el correccional con...eso?
Hayley miró la camiseta que ella misma había cortado, y sus pantalones rotos. Después miró a aquella mujer.
—Perdone...eh, ¿cómo se llama?
—Madame Janet.
—Bien, Madame Janet. Yo esperaba poder salir algún día a comprar algo...pero bueno, si prefiere que no salga y me quede durante toda mi estancia con esta ropa...Eso es decisión suya. Si decide dejarme salir, puedo llevarme a varios guardias de seguridad para que se encarguen de que no me escape.
Madame Janet la observaba.
—Eres muy astuta, Hayley.— aquello le hizo sonreír.— Por ahora deberá quedarse con su ropa aburrida, me encargaré de que los guardias de seguridad la rescaten...con respecto a lo de ir de compras, estamos en un correccional, señorita, no en la mansión playboy.
Hayley rió.
—La mansión playboy es para niñas de doce años, madame. Yo tengo diecisiete; me va más el rollo redtube.
Tras esto, Hayley abrió la puerta de su habitación, para que aquella mujer saliese.








CAPÍTULO 3.

Cinco segundos después de que Madame Janet se marchase, Hayley había aprovechado para arreglarse un poco el pelo, y salir en búsqueda de Harry, o mejor dicho, de su habitación.

El pasillo era bastante largo. Uno de los guardias de seguridad dejó la tarjeta en su lugar correspondiente, y se marchó hacia el lado contrario de las habitaciones.
Hayley se acercó a paso rápido y buscó la que correspondiese a la habitación de Harry. No había rastro de que hubiese algo que las diferenciase de las demás.
Caminó un poco más adelante, asomándose en una especie de recepción que había. Constaba de una mesa de escritorio bastante espaciosa, con un ordenador y miles de archivadores colocados por orden alfabético. Miró en los estantes buscando las habitaciones de los guardias de seguridad, pero nada.
Escuchó unos pasos, y se agachó lo suficientemente rápido como para que no la pillasen. Observó a través de una pequeña ranura del escritorio de quién se trataba, y para su sorpresa, era Harry.
Había salido de la tercera puerta de la izquierda empezando el pasillo. Dejó la tarjeta en su lugar correspondiente, y salió del complejo de seguridad.
Hayley aprovechó la oportunidad para correr, coger la tarjeta, y entrar en la habitación de aquel chico. Era su oportunidad para dejarle claro quién mandaba.


La alarma había saltado. Y la chica rubia se tiró al otro lado de la cama doble, junto a la amplia ventana que dejaba contemplar unas vistas espectaculares.
El movimiento en el exterior del complejo era evidente y, en los pasillos, dentro de él se escuchaba alguna que otra pisada.
Hayley se levantó con cuidado y guardó su ropa bajo la cama. Con una camiseta básica de manga larga blanca, que no era de su propiedad, recorrió la estancia hasta llegar a la puerta, apoyándose para, al menos, escuchar algo.
—Ha sido la chica nueva. No hay nadie en su habitación, y no hay rastro de sus pertenencias. Se ha escapado.
<<Mis pertenencias están por la ventana, melón>> quiso gritar Hayley. Aquello le hacía gracia. Madame Janet no había avisado de aquello a los guardias que corrían como locos de un lado a otro...pero bueno, aún así estaban en todo su derecho, era su trabajo y la chica de pelo ondulado había "desaparecido" en la habitación de Harry Styles.

Todo había vuelto a la calma unas horas después. Hayley estaba tumbada en la cama, dormida, y nadie se había atrevido a interrumpirla, y mucho menos el dueño de aquella habitación. Harry había entrado tras descubrir que la puerta estaba abierta y, para su sorpresa, se la había encontrado allí, dormida en posición fetal, con su pelo revuelto sobre la cama, y aquella cara de ángel que solo había podido ver una vez.
Se sacó aquellos pensamientos de la cabeza. Aquella chica lo había llevado a ser como era, y en cierto modo se sentía agradecido, pero no quería volver a pensar en ella ni un día más, ni un segundo más, por lo que caminó hacia la cama, y comenzó a zarandear a Hayley.
—¡Eh, eh!—la chica había tenido un despertar brusco, algo que no ayudaba a que su siempre malhumorado carácter mejorase.— A mí con suavidad. Un besito, una caricia, pero nada de zarandeos. Eso cuando lo hagamos, pero creo que es demasiado poco tiempo, ¿no? A penas nos conocemos.
Harry la fulminó con la mirada.
—Están como locos buscándote y tú aquí. ¿Quieres meterme en problemas? No es algo muy normal eso de que estés en la habitación de uno de los que, supuestamente, debe vigilarte.
Hayley asentía, mirándole, y luego lo interrumpió alzando un dedo.
—¿Y qué mejor forma que esta de vigilarme, Harry?
La chica sonrió picarona, acercándose al muchacho de pelo rizado que había dejado de cruzar los brazos y ahora tenía las caderas de Hayley entre ellos.
Él mismo no pudo resistirse a los encantos de aquella adolescente rebelde, y menos cuando se había puesto su camiseta, la cual se encargó de quitársela.

Todo sucedió rápido y sin sentimiento, todo era sexo, lenguas, caricias que no eran caricias, y marcas en la piel. Harry había conseguido controlarla durante todo el tiempo, y solo porque ella quiso que él llevase la voz cantante en aquello. Ella solo se había dedicado a jadear, gemir, y a decir algún que otro taco cuando aquello se ponía más caliente y fuerte de lo normal. Simplemente había enredado sus dedos en el pelo rizado del chico mientras besaba su cuello y mordía levemente el lóbulo de la oreja, mientras gritaba con frustración "más fuerte, Harry".

No había pasado ni una hora desde que Harry la había encontrado sobre su cama, cuando se levantó de ella, completamente desnudo.
—Esto que ha pasado no puede volver a pasar...Eres una cría rebelde que está en un correccional, y yo soy un seguridad gilipollas al que se le ha ido la olla.
Hayley lo miraba desde la cama, tapándose con la fina sábana de seda, mientras se mordía el labio y se pasaba una mano por el pelo.
Ella asintió levantándose de la cama, dejando su cuerpo al descubierto, caminando hacia Harry, que no podía apartar la vista de ella.
—Tápate, por favor—dijo girándose.
Hayley tomó la camiseta ancha de Harry y se la puso. Justo después comenzó a colocarse la ropa interior.  Harry se colocó los bóxers a su vez, y unas calzonas viejas, negras tiradas sobre un sillón.
—Lista—dijo ella, acercándose a Harry—. Ahora repítemelo todo de nuevo, no te he escuchado, estaba admirando tu precioso y gran pene.
Harry puso los ojos en blanco.
—Que sea solo sexo. Que no signifique nada más, Hayley.—dijo con voz ronca. Abrió la puerta de su habitación cuando la chica terminó de ponerse los pantalones mientras reía.— Y lo más importante, que sea un secreto.
Ella asintió, divertida, y tras darle un beso en la mejilla comenzó a seguir sus órdenes.






 CAPÍTULO 4.

Dos días después.
<<Blurred Lines>> sonaba a través de los auriculares de Hayley. Había recuperado sus posesiones, y a pesar de que estaba prohibido traer objetos como aquellos, Hayley consiguió convencer al seguridad para que la dejase tenerlo, siendo un secreto entre ellos.
La chica se había dado cuenta de que en apenas cuatro días ya tenía que guardar muchos secretos.
En ese mismo instante alguien llamó a su puerta. Sin tener la suficiente rapidez para esconderlo, aquel seguridad la vio con las manos en la masa, aún así no le importó el que pudiese ver, si no lo que no pudiese ver.
Hayley se acercó riendo levemente hasta el seguridad y le dio un leve puñetazo en el hombro.
—Creí que eras la bruja Janet o algún otro chiflado que venía a comprobar si seguía aquí.
Harry rió.
—Y a eso vengo, lo que pasa es que tú no me ves como un seguridad que viene a comprobar eso, sino como el chico de pelo rizado de pene grande que te echa unos polvos flipantes.
La chica comenzó a reír a carcajadas, yendo hasta su cama y sentándose. Dio varios toques a su lado para que Harry se sentase junto a ella, pero él negó.
—Tengo que irme. Debo revisar todas las habitaciones y después avisar para que vayáis a cenar.
La chica asintió.
—Está bien, pero ¿nos veremos esta noche?
Harry frunció los labios, y luego el ceño.
—Creo que no puedo, pero si quieres, pásate por mi habitación; eso sí, la próxima vez no digas que tienes diarrea, si no que...
—Que me estoy follando a un seguridad, vale.
Harry puso los ojos en blanco antes de salir de la habitación.

Hayley se cambió de ropa. Dejó los vaqueros cortos y la camiseta ancha de Harry, con la cual se había quedado, y se puso unos leggins negros y una camiseta de tirantas amarilla fosforito con el signo del ying y el yang. Se puso unas converses negras, y salió tras recogerse el pelo en una coleta baja.

Cuando llegó al comedor ya había varios que habían empezado a comer, incluso antes de que Madame Janet dijese lo típico que solía decir: "Gracias, Señor, por estos alimentos que vamos a tomar".
Hayley se sentó junto a Jamie, una chica un año menor que ella a la que habían metido por equivocación, como a ella.
—¿Qué tal estás hoy, colega?
La chica sonrió, dándole un bocado a su trozo de pan.
—Bien. Ryan ha decidido llamarme hoy. Dice que solo me quedan dos semanas aquí dentro.
—¿Sí? Pues yo espero que en cuánto salgas le des una buena paliza a ese capullo, pero esta vez que no te cojan.
Jamie empezó a reír, dándole un codazo amistoso a Hayley.
—Sí, se la merece, pero bueno... son suficientes dos meses y medio aquí para no querer volver.
—Pues yo me arriesgaría.
—¿Te arriesgarías a pegarle a alguien y entrar de nuevo?
Hayley miró a Jamie y después desvió la vista hasta encontrarse con Harry, el cual hablaba con un...bueno, una seguridad. Era una chica y a Hayley se le cambió la cara.
—Sí, si me esperase él.—dijo volviendo la vista hasta su amiga.— Espera un momento, ¿vale?
La chica se quedó pasmada viendo como Hayley se levantaba malhumorada y se dirigía hacia Harry.
—Hey, tú.
Harry se volvió para mirar de donde provenía la voz, hasta encontrarse con aquellos ojos oscuros que reconoció al instante.
La chica que lo acompañaba, la miró por encima del hombro, no solo porque era más alta, que también, si no porque creyó tener algo más de potencial que la propia Hayley. Ni de coña.
—A los de seguridad se nos habla con respeto, niñita.— la chica parecía rondar los 20 años.
Hayley la ignoró, agarrando a Harry de la mano.
—Necesito hablar contigo.

Una vez lejos del comedor, Hayley se paró sin soltar la mano de Harry. Este no tardó más de dos segundos en percatarse de aquello, y se decidió a ser él quien se desharía del agarre.
—No vuelvas a hacer eso, Hayley.
—Ni tú aquello, Harry.
—¿Aquello?
—Sí. Coquetear con otras. Tú y yo...
—Tú y yo nada, Hayley.
<<¿En qué estaba pensando con ese tú y yo? ¿Me he vuelto ñoña de repente?>>la chica se reprendió a sí misma.
—Ya, ya. Me refiero a que no soy segundo plato. Si tienes sexo conmigo, es solo conmigo, no con todas.
—¿Y quién ha dicho que yo esté follándome a la otra? ¿No serás paranoica, verdad?
Hayley cerró los ojos y contó hasta diez.
—Sí, es decir, no. No soy paranoica, pero quería dejar eso claro. La tía esa te miraba como si te fuese a comer...
—Porque es lo que quiere. Se llama Gabrielle, y desde hace mucho desea colarse en mis pantalones. ¿Por qué no ha sucedido? Porque no quiero. ¿Va a suceder algo? No. ¿Contenta, Hayley? Ahora deja de ser tan obsesiva y absurdamente celosa y ve a comer.
Hayley le miró con recelo, y a pesar de todo lo que le había dicho se sintió satisfecha por escuchar de su boca que no iba a pasar nada entre ellos.

Volvía a encontrarse sentada junto a Jamie, la cual ahora hablaba con una tercera chica, que se presentó como Kate.
—¿Y llevas aquí mucho tiempo?—preguntó Hayley a la chica de pelo anaranjado.
Ella asintió, riendo.
—Bueno, esta segunda vez solo llevo dos semanas. La primera vez me llevé casi un año metida. Tuve una pelea brutal con una chica de mi edad y la dejé en coma durante unos 6 meses. Me dijeron que dependiendo si salía del coma o no, mi estancia aquí se correspondería a los meses que hubiese estado en coma, o a lo que el juez dictase tras su muerte. Gracias a Dios despertó.
—¿Y esta segunda?
Jamie comenzó a reír, mirando a Kate.
—Le eché un bote de pintura en el coche a mi profesor de matemáticas.
Hayley comenzó a reírse.
—Bueno, ¿y tú por qué estás aquí?—Jamie miró a Hayley, la cual se encogió de hombros.
—Me encontraron en una zona donde se hacían peleas ilegales. Estaba con mi novio. Él logró escapar y a mí...bueno, aquí estoy—volvió a encogerse de hombros mirando a sus dos compañeras.
—Guay...—asintió Kate, que se levantó de la silla.— Me tengo que ir. ¿Qué tal si quedamos mañana por la noche? Avisaremos a los de seguridad de que estaremos juntas, y así nos tendrán controladas.
Jamie alzó una ceja, mirando a su amiga.
—¿En serio, Kate?
—Bueno, simplemente les avisaremos, solo a los guapos, por si quieren montarse una orgía.
Las tres chicas comenzaron a reírse, y tras irse Kate, volvieron a quedarse Jamie y Hayley.
—Es divertida.
Jamie asintió.
—Sí—sonrió— es la hermana de Harry Styles.





CAPÍTULO 5.

<<¿CÓMO?>> Hayley se gritó eso a sí misma. Nadie sabía nada sobre Harry y ella, y decir que sabía quién era Harry Styles iba a ser demasiado evidente.

—¿Quién es Harry Styles?—intentó parecer lo más perdida posible, cosa que consiguió.
—Es uno de los seguratas del correccional. Hacia el que has ido antes, de hecho. Por eso Kate está continuamente metiéndose en embrollos. No tiene otra forma de ver a su hermano...además, por lo que se comenta, él estuvo aquí también, por pegarle una paliza a un chico de su misma edad.
—¿Una paliza?—aquello comenzaba a interesarla más de lo que ella pensaba.
Jamie se encogió de hombros.
—O eso es lo que me cuenta Kate. Desde entonces está aquí. Poco después de salir estudió la carrera, hizo oposiciones y se colocó aquí como seguridad del correccional.
Hayley asintió.
—Pero aquel chico... al que...
—Sigue vivo, supongo, por alguna parte. Harry no ha vuelto a encontrarse con él después de verlo en la cama de su novia.
—¿En la cama?
Jamie asintió y se calló repentinamente.
Harry se encontraba detrás de ellas.
—Hayley, madame Janet te llama—desvió la vista hasta Jamie, a la que le dedicó una media sonrisa.
Ella le correspondió con otra y se despidió de Hayley, la cual comenzó a andar a paso rápido hasta su despacho.


—Se han visto en videos de seguridad que te conoces esto como la palma de tu mano—dijo Janet señalando la estancia en la que se alojaban los guardias.
Hayley se encogió de hombros.
—La verdad es que solo vine una vez, porque me equivoqué de pasillo.
Madame Janet dio un golpetazo en la mesa.
—No me mientas, Hayley.  He visto todos y cada uno de los vídeos y no solo has ido una vez.
—Quizás haya ido alguna otra vez, sí...—Hayley no sabía cómo salir del paso, hasta que se acordó de algo, en realidad, de alguien.
—¿Alguna otra vez?
—Sí...mi amiga...Gabrielle. Ella me dejó varias veces ropa, hasta que pude recuperar la mía.
—¿Ahora eres amiga de los de seguridad?
Si aquella mujer supiera... Hayley decidió asentir, simplemente, y no meter más la pata. Por una vez reconocía que no sabía cómo reaccionar ante aquello.
—Bien, Hayley, hablaré con ella. Ahora, ve hacia el comedor, allí están todos reunidos aún.
Hayley se levantó a paso rápido, y se fue de aquel lugar rezando por primera vez en mucho tiempo, para que aquella mentira no le costase cara.


Gabrielle había vuelto al comedor, indignada, y buscando entre la multitud aquellos ojos oscuros y el pelo rubio; y no tardó demasiado. Se dirigió hacia ella rápidamente, encarándose.
—¿Ahora te salvas el culo a mi costa?
Hayley la miró, encogiéndose de hombros.
—No he dicho nada grave, simplemente que me dejaste ropa.
La chica rió frustrada.
—¿Y crees que yo te dejaría ropa a ti? ¿A una niñata insolente?
Hayley la fulminó con la mirada, y luego desvió la vista hasta Harry, que se acercaba hasta ellas.
—Venid. Todo el mundo está empezando a miraros.
A Hayley le parecía todo esto un cachondeo. Parecía estar más enfadada porque se llevase bien con Harry que por el hecho de que la hubiera usado como excusa para salir del paso.
—¿Qué ha pasado?—Harry las había conducido a un sitio más tranquilo, una sala insonorizada supongo, ya que se podía apreciar el material de insonorización en las paredes.
Gabrielle señaló a Hayley.
—Ella ha pasado. Al parecer se ha estado colando en la zona de descanso de seguridad, y las cámaras lo han recogido. Y para defenderse me ha utilizado a mí—su voz se había estabilizado y Hayley supo que era por la presencia de Harry—, y no entiendo qué hacía allí.
Harry desvió la vista desde Gabrielle, que miraba al suelo intentando dar pena, y Hayley, que había adoptado una postura demasiado cómoda para estar hablando de algo tan "serio".
—¿Tienes algo que decir, Hayley?
—La verdad es que no. Ella lo ha dicho todo. ¿Me necesitáis para algo más?
Harry asintió.
—Gabrielle, ve a vigilar, por favor, yo me encargaré de ella.
La chica de seguridad asintió y salió de la sala a paso rápido para dirigirse hacia el comedor, de nuevo.
Mientras tanto, Hayley seguía allí, sentada en la silla y con los pies sobre una mesita central.
—¿Has utilizado a Gabrielle, de verdad?
Hayley se encogió de hombros.
—¿Sabes que puede perder su trabajo por eso?—su tono de voz se había alzado, y eso hizo que Hayley se encogiese un poco.
—Yo...no sabía que decir. No podía decir que me estoy acostando con uno y por eso voy todas las jodidas noches.
Harry se pasó la mano por el pelo, exasperado.
—Bien, no tendrás que ir más. Se acabó, Hayley; ahora puedes irte.
La chica sintió de repente una patada en el estómago. Harry acababa de poner fin a algo que, en cierto sentido, era significativo para ella. Solo era follar, sí, pero era follar con Harry, y no quería perderse eso.
—Pero...
—¡Hayley, sal!
—Bien—dijo levantándose— espero que esa tal Gabrielle te deje que la folles duro, chico.
Y salió de la sala, en dirección a su habitación, con lágrimas en los ojos, y nadie, sin ser ella misma excepción, sabía por qué.


Había recorrido el pasillo, tras ducharse, con la toalla alrededor de su cuerpo, y el pelo recogido en una cola alta, con el neceser en la mano, hasta llegar a su habitación.
En el momento que habían saltado las alarmas se sintió orgullosa de no ser ella la que estaba metida en problemas esta vez, aún así, nadie pudo olvidarla. La puerta de su habitación se abrió con un clic cuando se estaba soltando el pelo.
La mirada de Gabrielle era gélida, y lo fue más aún cuando la chica rubia alzó las cejas, sonriente.
—¿Quieres ver algo más? Si no es así, puedes irte.
 Tras echarle una mirada de odio, Gabrielle cerró la puerta.
Hayley había conseguido ponerse la ropa interior antes de que alguien, de nuevo, abriese la puerta.
Esta vez se trataba de Harry.
—¿Es que nadie confía en que no me voy a escapar?—Hayley no sabía de quién se trataba en realidad, porque estaba ocupada abrochándose el sujetador.
El chico de pelo rizado caminó hacia ella, sigiloso, y posó sus labios en el oído de ella.
—Yo confío en que no lo hagas.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Hayley, que se giró de repente para mirar al muchacho.
—¿Qué haces aquí?
—Nada. Simplemente quería venir.
—¿Ahora querías verme? ¿Me echabas de menos? No soy de usar y tirar, chico. Que te quede claro.
—Lo sé. Por eso he venido. Nunca te he tirado.
—¿Y el "se acabó" de esta tarde? ¿Gabrielle te ha dicho que no te deja que la folles duro? Qué penita...
Harry puso los ojos en blanco, y se acercó más a Hayley.
—Es que yo solo quiero follarte duro a ti.
Esas palabras fueron para Hayley como un subidón de adrenalina. El pulso se le había acelerado, y notaba como su cuerpo reaccionaba ante aquello. Necesitaba a Harry dentro. Ya.
Hayley se bajó el culote, se sentó a horcajadas sobre Harry, el cual en ese mismo instante sintió la necesidad imperiosa de penetrarla.
Comenzó a besarle la zona del hombro, las clavículas, paseando las manos desde su espalda hasta su culo desnudo. Ella mantenía las manos en sus hombros, o en su pecho, hasta que decidió que el sujetador estaba demasiado tiempo en su sitio. El chico de pelo rizado sonrió, besando los pechos de ella, y pasando la lengua, lentamente, por sus pezones, que se endurecían al contacto. Hayley notaba ya en su sexo, el roce con el miembro de él, guardado bajo el pantalón.
—Viejales, te veo lento—comenzó a decir la chica que se levantó de él, e hizo que se pusiese en pie, para bajarle bien los pantalones. La camiseta fue detrás.
El chico de ojos verdes  se tumbó sobre la cama, e hizo que ella se tumbase sobre él, pero mirando hacia sus pies. Él comenzó a masajear e introducir un dedo dentro de ella, que jadeaba a la vez que comenzaba a lamer la punta del miembro de él. Harry intentaba permanecer sereno, concentrándose en, única y exclusivamente, proporcionarle placer a Hayley; aunque no durante mucho tiempo, ya que Hayley había metido cada centímetro de su miembro en su boca, mientras chupaba y daba un pequeño mordisco en la punta cuando volvió a sacarlo.
Harry comenzó a jadear cuando la chica repitió la acción varias veces, y decidió él mismo darle su merecido. Si en un principio había sido un dedo, introdujo, esta vez, cuatro del tiró, a la vez que le daba placer con la lengua.
La chica no podía aguantar, no paraba de moverse, intentando escapar de aquello, pero era inevitable.
—Ha...Harry, por favor.
—Shhhh...dámelo, nena.

Y no pudo resistirse al conjunto que era el sexo oral y la voz de Harry incitándola a correrse. 



CAPÍTULO 6.

Esa noche habían tenido suficiente. Justo después de que Harry se corriese de la misma manera desesperada, estuvieron un rato tumbados juntos, hasta que Harry decidió vestirse y marcharse, dejando allí a Hayley.
<<Solo sexo>> pensó Hayley. Y en ese momento se había dado cuenta de que el sexo no era suficiente. Que no solo quería que Harry la follase. Quería que la besase, la acariciase como si fuera única...quería que Harry le hiciese el amor.
Hayley se levantó suspirando, y comenzó a colocarse, de nuevo, la ropa interior. Sobre ella se puso la camiseta blanca de Harry. Necesitaba llevarla para sentirse protegida, para sentir que él estaba cerca.  Justo después se tumbó en la cama, abrazándose a sí misma, y se durmió.


Hayley se encontraba en el correccional, habían vuelvo a pillar a Luke intentando colarse para rescatarla, pero Hayley no quería, ella solo quería estar cerca de Harry. La había cogido, habían forcejeado y ahora estaba tirada en el suelo, con las manos cubiertas de sangre, y protegida por los brazos del chico del pelo rizado.
—Voy a cogerte, perra. Vas a volver conmigo y no vas a volver a ver la luz del sol.

Hayley se levantó sobresaltada, gritando y completamente empapada de sudor. Sentía el corazón desbocado, y todo el calor que había sentido hacía unos segundos, se había convertido en un frío gélido, capaz de cortar la respiración.
Se levantó abrazándose el cuerpo, y salió de la habitación. Varios de los de seguridad, se giraron para ver hacia donde iba, e incluso uno de ellos la acompañó hasta los baños.
Comenzó a mojarse la cara, el cuello y las muñecas. Se sentía mareada, y con una fuerte sensación de náuseas.
Hasta que consiguió calmarse, Hayley permaneció sentada en uno de los baños, respirando entrecortadamente. Jamás había sentido eso, jamás había sido algo tan horrible como aquello que había pasado esa noche.
Salió del baño, y ya ningún seguridad estaba por la zona. Tenía la oportunidad de ir hacia la habitación de Harry y quedarse allí hasta que él llegase y la echase...al menos durante unos minutos, quizás horas, estaría tranquila y protegida.
Se decidió a ir, y comenzó a caminar a paso rápido por el pasillo que llevaba hasta la zona de habitaciones. Su tarjeta no estaba, algo que le pareció raro, y se temió lo peor.
Gabrielle no había estado vigilando esa noche...Le entraron ganas de llorar, pero no podía hacerlo, no podía creer algo que él había prometido que no haría.
Continuó andando hasta llegar a su puerta. Dio varios toques en la puerta, y tras unos segundos de espera Harry la abrió bostezando, con el pelo revuelto, y simplemente con unos bóxers, los bóxers que ella misma se había encargado de quitarle.
—¿Hayley?—Harry parecía sorprendido, pero no dudó un instante en meterla dentro de su habitación.
La chica temblaba.
—He tenido una pesadilla, y pensé que podría quedarme aquí mientras estabas de guardia, pero veo que no así que...
—No, dime, ¿qué has soñado?
—Son bobadas...
—Hay...
Aquella era la primera vez que usaba una abreviación de su nombre, en realidad era la primera vez que alguien lo hacía, y le gustaba.
—Mi novio...
—¿Tu novio? No me digas que tienes novio, Hayley.
La chica asintió y luego negó.
—Estoy aquí por su culpa, así que supongo que ya no es mi novio.
—¿Su culpa?—Hayley alzó la cabeza para encontrarse con los ojos verdes del chico, en los cuales lucía la preocupación.
—Harry...solo quiero tumbarme en la cama, abrazarte y dormir.
El chico de pelo rizado no pudo evitar que una sonrisa se le dibujase en el rostro.
—Bien, pero mañana tendrás que explicarme todo...Hay.
Ella asintió, mordiéndose el labio y agarrando a Harry de la mano para conducirlo hasta la cama.
Se tumbó abrazando su propio cuerpo, y apretando los puños de la camiseta.
—Veo que te has apropiado de ella—susurró acomodándose en la parte izquierda de la cama, levantándole un poco su camiseta para que ella se enterase de qué hablaba.
La espalda de Hayley estaba a penas a unos centímetros del pecho del chico, a pesar de que las manos las tenía, en ese momento, sobre sus caderas.
Hayley gruñó.
—Calla y abrázame.
Harry negó con la cabeza divertido, pasando una mano alrededor de la cintura de ella, y atrayéndola más hacia él, pegando su pecho a la espalda de la chica.
—¿Así mejor?—dijo mientras apoyaba su nariz en el pelo de ella, y respiraba el aroma de coco.
Hayley dejó de apretar los puños de la camiseta, y entrelazó una de sus manos con la de Harry.
—Así mucho mejor.













CAPÍTULO 7.

Hayley se había despertado mucho antes que Harry, tiempo que aprovechó para darse una ducha en el baño de la habitación, y ponerse alguna otra camiseta limpia de Harry.
La blanca, su favorita, la lavaría y se la volvería a poner más tarde, no tenía intención de devolvérsela.
Cogió una camiseta azul marino de tirantas anchas, con apertura a los lados, dejando ver las costillas de la chica. Podía apreciarse la tira del sujetador de algodón negro.
Se tiró en la cama con fuerza, haciendo que Harry refunfuñase y abriese uno de sus ojos verdes, que esa mañana se veían más claros.
—¿Aún sigues aquí?—Harry la miró de arriba a abajo—Y llevas otra de mis camisetas.
La chica asintió con una sonrisa bastante amplia.
—Pero esta pienso devolvértela. Es solo para pasearme hoy.
Harry se pasó las manos por la cara y luego por el pelo, antes de incorporarse.
—Bien.
La chica no conseguía borrar esa estúpida sonrisa de su cara, algo que a Harry le pareció extraño e incómodo. Solo había estado así con una chica, solo una chica le había sonreído de aquella manera y hubiese correspondido al instante, pero esa chica ya era historia.
Harry se acordó en ese momento de la conversación pendiente.
—Y...bueno, ese novio tuyo... ¿cómo qué es su culpa?
—Tonterías...Dúchate, tenemos tiempo para hablar de eso.
—Pero...
—SHH, a la ducha. —dijo mientras le daba una palmada en el culo y salía de la habitación tras guiñarle un ojo.


La chica caminaba a paso rápido por el pasillo, y uno de los guardias de seguridad se percató.
<<Mierda>> pensó Harry, la han pillado.
Pero Hayley sabía perfectamente salir del paso. Una caricia en el brazo, un cumplido, un beso en la mejilla y un guiño hicieron que aquel muchacho se diese la vuelta e ignorase lo que acababa de ver.
Algo se revolvió en el estómago de Harry.
—Será el hambre...—se convenció a sí mismo.
¿Pero por qué no sonó más durante toda la mañana?


Hayley se cambió de ropa nada más llegar a su habitación. Se colocó unos vaqueros cortos y la camiseta de tirantas de Harry por dentro de ellos. Se puso una sudadera gris y cogió unas converses del mismo color. Se pintó, como habitualmente, la raya de arriba y abajo del ojo, y se recogió en una trenza perfectamente hecha, quitando los pelos del flequillo que ella misma había dejado escapar.

El comedor, como todas las mañanas, ya estaba bastante lleno. Kate y Jamie se habían sentado en el mismo sitio del día anterior y le habían guardado uno a Hayley. Ellas sonrieron al verla, y dieron toquecitos en aquella banqueta para que Hayley lo ocupase.
—Hola chicas—la chica del pelo rubio sonrió.
Kate hizo un gesto con la cabeza mientras sonreía, y Jamie saludaba con la mano.
—¿Dónde has estado esta noche?—era Kate quien hablaba. Al parecer se había pasado por su habitación pero no la había encontrado—Creíamos que habías sido tú quien se había ido, y cuando vimos tu habitación desierta...
—Soy ordenada...Y supongo que estaría en el baño. He pasado una noche pésima, con pesadillas y mucho calor. Supongo que llegué a tener fiebre, porque deliraba.
—¿Delirabas?
—Sí. He visto tíos buenos dónde no los había, y he coqueteado con los seguratas.
Las tres chicas comenzaron a reír llamando la atención de muchos, entre ellas l de Harry.
Él alzó unas ceja, mirándolas y, luego, negó con la cabeza volviendo a la conversación que había entablado con el seguridad que había pillado a Hayley esta mañana.
Gabrielle llegó más tarde y se acercó a él.
—Siempre la he odiado.—Kate le dirigió una mirada a la seguridad de pelo liso hasta los hombros.
Si Hayley no hubiese sabido que Harry era su hermano, pensaría que sería por celos.
—¿Por qué?
—Es una calienta braguetas, pero como a mi hermano no se le levanta con ella, insiste e insiste.
Hayley empezó a reírse.
—¿Quieres que me la quite de encima? A mí tampoco me cae nada bien.
Su amiga puso cara de circunstancia y asintió.
—A ver tus trucos.
Hayley asintió, levantándose, y soltándose la trenza, dejando que el pelo cayese por encima del culo. Comenzó a andar hacia ambos.
—Buenos días, Harry. Gabrielle.—la seguridad la miró fulminante.— Quiero darte las gracias por lo de ayer.
Harry la miraba divertido. En cierto modo, la conocía bien, y también conocía a su hermana lo suficiente como para saber que tramaban algo.
—Sí. De nada. Ahora, si me permites, estoy hablando con Harry, que por si no lo sabes, no es tu amigo.
Hayley negó.
—Ya sé que no es mi amigo—se mordió el labio y le guiñó un ojo a este, que parecía, ahora sí, sorprendido.— Pero quiero que lo sea.
La mandíbula de Gabrielle llegó hasta el suelo, incluso lo limpió.
Hayley se había girado entonces y estaba de nuevo junto a sus amigas.
Ellas reían desenfrenadas y Gabrielle, por vergüenza, se alejó de la estancia.
El chico de pelo rizado le echó una mirada de advertencia a las tres amigas, que dejaron de reír antes de que Harry saliese tras la otra chica.


—¡Hayley!—reconoció la voz al instante, pero no quería girarse. No quería ganarse otra bronca más.— ¡Hayley, te estoy llamando!
La chica abrió la puerta de su habitación y la dejó abierta para que Harry entrase.
—¿Qué coño te pasa que no te giras? ¿Te crees que por qué...?—el chico de pelo rizado se calló antes de soltar alguna barbaridad.
—¿Qué quieres?
—Tengo varias conversaciones pendientes contigo. Y una de ellas puede esperar, pero la de anoche no. Dime qué pasó con ese chico, con ese tal novio tuyo.
—Ex novio, para ser exactos. Y lo que pasó es que me llevó hasta una zona de peleas ilegales y tras la primera pelea llegó la poli, mi novio me empujó hacia los coches patrulla, y él salió corriendo dejándome a mí con el marrón. No me creyeron cuando les dije que yo solo estaba allí, que eran otros chicos los que habían peleado, pero no me creían.
—¿Y tus padres?
Hayley miró al suelo.
—Hayley. ¿Y tus padres?
—Hace casi tres meses que no les veo.
—¿Cómo que hace casi tres meses...? A penas llevas aquí una semana.
Ella se encogió de hombros.
—Cuando comencé a salir con Luke, él...
—Espera... ¿quién has dicho?
—Mi ex novio.
—El nombre, Hayley.
—¿Para qué quieres saberlo?
—HAYLEY NO SEAS IMBÉCIL Y DIME EL PUTO NOMBRE.
La chica lo miró asustada.
—L-Luke.
Harry se levantó de la silla en la que se había acomodado y fue hacia la pared, dándole un puñetazo, haciendo que parte de la pintura se descascarillase.
—¿Qué pasa?
—¿Ves? No puedo protegerte si no me cuentas estas cosas, Hayley.
—Es que no tienes que protegerme.
—Pero tengo ese instinto...me pasa con mi hermana, me pasa con Jamie y me pasa con Gabrielle.
Aquel nombre fue el detonante. ¿Desde cuando Hayley Cross era igual que ella?...o mejor, ¿desde cuando significaban lo mismo para Harry?
—Perfecto Harry. Soy lo mismo que una tía de seguridad calienta braguetas que no te pone cachondo. O mejor dicho, soy la que te pone cachondo mientras estás enamorado de otra, ¿no? Sal de mi habitación.
Harry la miró sin comprender lo que acababa de decir.
—No, no pienso irme. Te estoy diciendo que me cuentes todo.
—NO, HARRY, NO. Que te vayas. Ya, ahora. FUERA.— Hayley estaba más cabreada de lo que pensaba. Solo quería pegarle, y decirle que le odiaba, y llorar como una niña porque se había enamorado de un tío que no correspondía sus sentimientos.
—Hayley, tranquila.
Pero sus palabras solo hacían que la cara de la chica se crispase más, por lo que tras exhalar un largo suspiro, salió de la habitación, cerrando la puerta y apoyándose en la pared mientras se paraba una mano por el pelo, exasperado.
Hayley se quedó en la cama, tumbada, y dejó que se le escapase alguna lagrimilla. Nadie podía verla, nadie podía juzgarla si lo hacía a escondidas, y eso era lo único que deseaba, llorar en silencio, sin que nadie fuese capaz de descubrir que, debajo de toda esa coraza de ropa, maquillaje y pelo teñido, había un corazón que solo necesitaba un poco de luz, porque desde hacía mucho tiempo estaba perdido.




CAPÍTULO 8.

Hayley había decidido no ir a comer ese día. No quería ver a nadie y no quería que nadie la viese, por lo que se quedó encerrada en su habitación, con los ojos cerrados pero sin dormirse, con los cascos puestos, y con "Hopethere" sonando a todo volumen.
Sentía el corazón encogido y todo por culpa de ese Styles. Sí que debía haber sufrido como para que se hubiese apagado su fe en el amor, pero ella quería demostrarle que aún existía esperanza, que ella podía ser esa luz al igual que él podría ser la suya. Quería demostrarle que no estaba solo...
La puerta sonó varias veces antes de que se abriese.
—¡Vamos, arriba! ¿Qué es esa cara de muerta? Y todo ese maquillaje corrido...Agg.— Reconoció la voz de Kate al instante, y también su forma de hablar.
—No quiero—gruñó abrazándose el cuerpo.
Jamie le dio una palmada en la pierna.
—Levanta ese culo gordo si no quieres que te corte ese pelo tan largo y bonito que tienes.
Hayley miró de reojo a las chicas y se quitó la música, incorporándose.
Ambas chicas miraron a su amiga, y tornaron el rostro algo más serio.
—¿Qué te pasa?
—Tonterías.
—Vamos, Hayley.
—Son tonterías, de verdad... Echo de menos mi vida, simplemente eso.
Jamie asintió. Ella le comprendía.
—Todo volverá a la normalidad cuando salgamos de aquí, Hayley. Todo estará bien. Ahora, vamos de compras.
—¿De compras?— la cara de Hayley en aquel momento era todo un poema.
—Sí, de compras. Varios guardias de seguridad han decidido ir y le han pedido permiso para llevarnos a unas cuantas.
—¿Quienes van?—Hayley sabía la respuesta.
—Mi hermano, Peter, Gabrielle y dos hombres más.
Hayley se encogió de hombros. Quizás era de eso de lo que hablaba Harry con aquel muchacho esa mañana.
—Bien. Me arreglaré primero, y después vamos.
Las chicas asintieron esperando a que Hayley cambiase la camiseta de Harry, de la cual no se había percatado Kate, por una de encaje negra bastante ajustada con las letras "Bring Me The Night" puestas en blanco.
Todo lo demás lo dejó igual, y tras quitarse los restos de maquillaje corrido, salió acompañada de las otras dos chicas.


Estaban en la puerta de salida esperando a que los guardias de seguridad viniesen con coches para llevarlos fuera, a un centro comercial cercano al correccional.
Hayley, Jamie y Kate iban con Harry y Peter en el coche. Kate había protestado cuando se enteró de que Gabrielle iba a venir, y se negó a subirse a no ser que fuese alguno de los otros chicos. Hayley había pasado del tema, y Harry se había percatado y, en cierto modo, se sintió mal.
Durante el trayecto Jamie y Kate hablaban de comprarse vestidos, y maquillaje nuevo. Peter conversaba con Harry sobre cómo se organizarían para mantenerlas vigiladas, y Hayley miraba a través de la ventana, pensando en cuál sería la mejor forma de tener lejos al chico de pelo rizado.


El centro comercial era lo suficientemente grande como para encontrar aquello que necesitasen. Harry se encargó de organizar los grupos. Gabrielle acompañaría a Kate, Jamie y Hayley.
<<Genial>> pensó esta última, que simplemente se concentró en la positividad de no tener que ir con los dos tortolitos. Harry y Peter irían con un grupo de chicos de algo de más edad, y los otros dos irían con el resto de chavales.

—¿Dónde queréis ir?—Kate y Jamie votaron por una tienda de accesorios. Hayley asintió y las siguió, a ellas y a Gabrielle hasta el lugar.
Era una tienda algo antigua pero con cosas realmente bonitas. Había un pañuelo verde esmeralda precioso, que le recordaron a los ojos de Harry, además de colgantes, pulseras y anillos de distintos tamaños y materiales.
—Este es perfecto para ti, Hay—gritó Kate, envolviéndola con el pañuelo verde esmeralda.— Además, los ojos de mi hermano son del mismo color.
Hayley no era la única que se había percatado de eso. Gabrielle miró aquel pañuelo y negó, quitándoselo del cuello.
—No. Es demasiado caro. No podéis gastar dinero en tonterías.
—Gabrielle, nos lo podemos permitir, no cuesta demasiado.
Ella negaba con la cabeza.
Las chicas gruñeron y se alejaron de la tienda, tirando a Hayley de la mano para que la siguiesen.
La siguiente tienda era de moda casual y formal. Había  bastantes trajes de fiesta y accesorios; además había ropa informal, de cada día, como pantalones vaqueros largos y cortos, faldas modernas, y camisetas de todos los estilos. Hayley se fijó en uno de los vestidos puestos en un maniquí. Era negro completamente, largo por detrás y corto por delante, cayendo en cascada hacia los lados. Justo en la cintura lucía una pedrería dorada perfectamente  visible, al igual que en la zona más alta del hombro. El escote, tanto delantero como trasero, caía en pico, llegando hasta justo por debajo del pecho del maniquí. Además, lucía unas Jeffrey Campbell negras de tacón gordo con pedrería dorada. Hayley no apartar la vista de aquel traje.
—¡Chicas!—las llamó. Ambas, Kate y Jamie llegaron a la vez, al igual que su mandíbula llegó al suelo sin tener que decir nada.
—¿¡HAYLEY, QUÉ HACES AHÍ PARADA!? PRUÉBATELO, YA.— Jamie se había vuelto completamente loca. Corrió hasta donde estaban el resto de vestidos y lo encontraron al instante. Sacaron las Jeffrey Campbell y la acompañaron al probador.
Unos minutos después Hayley salía vestida de pies a cabeza como el maniquí.
—Madre mía.— Era Peter. El guardia de seguridad que la había pillado esta mañana se encontraba admirando el cuerpo de Hayley con aquel vestido.
Las chicas se giraron y comenzaron a reírse. Al mismo tiempo, Harry se había acercado, y observaba desde la distancia a aquella chica rubia enfundada en aquel vestido de seda negro.
Hayley se topó con la mirada de el chico y en seguida se cansó de ser el centro de atención. Unos minutos más tardes volvía a ser la Hayley de siempre, con sus vaqueros, sus converses y su forma de lucir la ropa tan absurdamente perfecta.

Volvían a encontrarse dentro del correccional. Todo estaba como cuando lo habían dejado tres horas atrás. Hayley acordó verse más tarde con Kate y Jamie, por lo que decidió antes de encontrarse con ellas, darse una ducha y ponerse algo de ropa cómoda.
Al final no se había comprado aquel vestido y aquellos tacones que tanto deseaba, pero había conseguido el pañuelo verde, no sabía quién lo había hecho, ni cómo, pero allí estaba, en una de las bolsas de camisetas, descansando sobre el suelo de la bolsa.

Tras la ducha, había recorrido el pasillo corriendo, y volvía a estar segura en su habitación. Cogió una de las camisetas nuevas, y se la puso tras colocarse la ropa interior. Como la camiseta era larga, decidió pasearse sin pantalones debajo.
Algo empezó a sonar. No sabía de que se trataba, y era un sonido totalmente desconocido. Rebuscó en la bolsa, y bajo la cama, hasta encontrar de dónde provenía el ruido. Una blackberry negra estaba bajo el montón de camisetas nuevas.

De: Harry Styles.
Fecha: 20 de Septiembre. 20:33
Para: Hayley Cross.
Asunto: Discusiones.

Hayley, sé que te resultará raro todo esto de que te compre un móvil y de que contacte contigo por aquí a pesar de que te tengo a unos 20 metros, pero no quiero que te pase nada. Intento protegerte, y créeme que esta es la mejor manera de hacerlo... Quiero que todo siga como hasta ahora. Mi pregunta es...¿tú quieres?


De: Hayley Cross.
Fecha: 20 de Septiembre. 20:35
Para: Harry Styles.
Asunto: Discusiones.
Es una manera un tanto extraña de protegerme, siempre que me comparas con tu hermana, Jamie o Gabrielle. Esa maldita chica...
No sé qué es lo que quiero, al menos de momento.


De: Harry Styles.
Fecha: 20 de Septiembre. 20:40
Para: Hayley Cross.
Asunto: ¿Sexo?
Quizás lo que necesitas es un buen polvo...así podrás aclararte.
Abre la puerta.

Hayley no pudo evitar reír ante aquello. <<Abre la puerta>> Era demasiado porno, demasiado lujurioso para ser real. Pero era bueno.
Se dirigió hacia la puerta y para su sorpresa no era lo que ella esperaba. No era Harry, el dios del sexo, esperándola allí, simplemente para cogerla y tirársela sobre su cama. Eran dos cajas.  Hayley las recogió y las llevó hasta dentro.
El corazón le empezaba a latir demasiado deprisa, y no solo porque delante suya hubiese aparecido aquel vestido negro de seda y las Jeffrey Campbell. No. Fue sobretodo porque era Harry el que se había encargado de que aquello estuviese esperándola.


De: Hayley Cross.
Fecha: 20 de Septiembre. 21:02
Para: Harry Styles.
Asunto: Tus pecados quedan perdonados.

No sé que me habrá abierto la mente así de rápido, pero creo que voy a olvidar tus comentarios soeces y a darte una segunda oportunidad, viejales ;)
De: Harry Styles.
Fecha: 20 de Septiembre. 21:03
Para: Hayley Cross.
Asunto: ¿Viejales?

Si me llamas viejales por el tamaño de mi pene, lo acepto, si no, creo que se está pasando usted demasiado, señorita Cross.


De: Hayley Cross.
Fecha: 20 de Septiembre. 21:10
Para: Harry Styles.
Asunto: Sexy girl.

Siento haber tardado en responder, estaba probándome este maravilloso vestido una vez más. Te dejaré que seas el primer en quitármelo.
Y en cuanto a lo de viejales... creo que eso lo discutiremos en otro momento.
Ahora me voy, que he quedado con tu hermana y Jamie. 


CAPÍTULO 9.

Tres días después.

Harry había aparecido la noche anterior en su habitación tras la cena. Cuando todo el mundo, al parecer, se había acostado, Harry había ido hasta su habitación y se la había follado como nunca. La forma de morder el lóbulo de su oreja, de acariciarla, de besar su cuello y de dejar el olor de su piel impregnado en su pelo.
Hayley se levantó con el cuerpo aún dolorido. Era la primera vez que lo hacía tan fuerte, con tanta pasión...a pesar de que Harry le preguntaba cada dos por tres si le hacía daño.
Jamás habría imaginado que follar con un tío iba a ser tan... bonito. Incluso más bonito que hacer el amor con su novio, mejor dicho, ex novio, Luke.
En realidad follar no era bonito, lo bonito es la persona que se lo hacía. Harry dios del sexo Styles.
Tras vestirse con unas mayas de colores fosforitos, y una camiseta negra, con sus converses del mismo color, salió hacia el comedor como cada mañana. Harry estaba en la puerta, como siempre, vigilando. No se había percatado de que Hayley venía por el pasillo trasero hasta que ella le dio un pellizco en el culo.
Se giró sobresaltado, y alzó las cejas divertido cuando la vio. Harry salió en ese mismo momento, y volvió en seguida.
Hayley notó como algo vibraba bajo sus mayas y supo a qué se debía. Harry. Un mensaje. Hayley salió un segundo hacia el baño, justo al lado contrario de donde se encontraba Harry.


De: Harry Styles.
Fecha: 23 de Septiembre. 9:30
Para: Hayley Cross.
Asunto: Pellizcos.

Me gustan los pellizcos...espero que a ti también...y sobre todo a tu dulce y sabroso clítoris.

Un golpe de calor recorrió todo el cuerpo de Hayley centrándose en las partes más íntimas.

De: Hayley Cross.
Fecha: 23 de Septiembre. 9:31
Para: Harry Styles.
Asunto: Pellizcos.

Te aseguro que son de mi agrado, aunque...¿es una amenaza, Styles?

De: Harry Styles.
Fecha: 23 de Septiembre. 9:33
Para: Hayley Cross.
Asunto: ¿Amenazarte? ¿Yo? Solo un poco.

Te aseguro que estos te agradarán mucho más, nena ;)

De: Hayley Cross.
Fecha: 23 de Septiembre. 9:33
Para: Harry Styles.
Asunto: Grrr.

Sé un hombre y demuéstramelo.


De: Harry Styles.
Fecha: 23 de Septiembre. 9:34
Para: Hayley Cross.
Asunto: "Grrr"

No gruñas. No eres un perro.
Soy hombre, y te lo demuestro cada noche. Todo a su tiempo, impaciente ;)


Hayley volvió al comedor dedicándole una mirada divertida al chico de pelo rizado, que la miraba mordiéndose el labio.
La chica se sentó junto a sus amigas y comenzó a tomar el desayuno, que como siempre, constaba de una vaso de leche fría y media tostada con aceite.
—No puedo creer que nos den unos desayunos tan pobres.
Jamie asintió.
—He adelgazado más de 10 kilos desde que estoy aquí.
Kate se encogió de hombros.
—Yo siempre tengo provisiones, si no le pido a mi hermano que me traiga más comida.
—¿Tu hermano te da comida?—preguntó Hayley arqueando las cejas.
La chica de pelo anaranjado asintió riendo.
—Soy su hermana pequeña, y sabe que me meto en líos para poder verle. Y este es mi último año aquí, después debo ser buena.  En cierto sentido a veces ya me meten porque saben lo que quiero... aún así debo meterme en algún embrollo, por pequeño que sea.
Hayley asintió y desvió la vista hasta Harry, que estaba apoyado sobre el marco del arco de la puerta, y miraba al suelo.
—¿Siempre es así?—preguntó la chica rubia, interesada en el chico de pelo rizado.
Kate se encogió de hombros de nuevo.
—Supongo. Desde que terminó con su otra novia hace 4 años no ha vuelto a estar con nadie. Supongo que se siente solo.
<<Se siente solo>> Hayley sintió la necesidad imperiosa de ir hacia él y dejarle claro que ella siempre estaría a su lado... aún a sabiendas de que eso no era posible.
Hayley asintió, y tras terminarse el desayuno, salió de la estancia a paso rápido, dándole un toque en el brazo a Harry para que la siguiese.


Habían parado en su habitación, en la habitación de Hayley. Ella estaba sentada en la cama, con las piernas sobre ella, cruzadas, y apoyando los codos en las rodillas. Harry entró y se sentó en una silla frente a ella tras cerrar la puerta.
—Después de que yo te contase lo de Luke...
Harry negó.
—Sé hasta dónde quieres llegar, Hayley, y no. No voy a hablar sobre Luke, ni sobre mi vida privada con una adolescente.
—Harry, yo te conté lo que me pasó. Te conté el motivo por el cual estoy aquí.
—Hayley, no he venido hasta aquí para hablar de esto. Si es lo que querías, pues no te vas a salir con la tuya.
El chico de pelo rizado se levantó bruscamente, y se dirigió hacia la puerta.
—¡Qué seas mayor no significa que seas más maduro!—Harry se giró aún más brusco que de la forma que se había levantado.
—¿Perdona? No soy yo el que se enamora por follar. ¿Tan mal te han tratado que te fijas en el primero que ves? ¿Tan desesperada estás? Para mí solo eres un pasatiempo, Hayley, solo eso. Sexo y punto. ¿O es que no te acuerdas?
Cada palabra que había pronunciado fue como un jarro de agua fría para la chica. El corazón se había reducido a pedazos minúsculos que eran imposible reparar. El daño estaba hecho, y por mucho que lo intentase no podía evitar llorar. Solo quería pegarle, odiarle. Deseaba que se fuese lejos y no volviese, deseaba no haberle conocido. ¿Qué persona era capaz de decirle algo tan cruel a otra?
Tenía los ojos cubiertos de lágrimas, aún así intentó no derramar ninguna en su presencia.
—Tienes razón. Soy inmadura, creída, rebelde... una niñata. Y sí, estoy terriblemente desesperada por encontrar a alguien que de verdad merezca mi tiempo. Desesperada por encontrar alguien que de verdad le importe. Y, como tú has dicho, no eres esa clase de persona, así que te quiero lejos, muy lejos. Pero antes de nada...—Hayley se levantó, mientras hablaba con la voz rota y absorbía los mocos. Se dirigió hacia el armario y sacó el vestido y los tacones, metiéndolos en sus respectivas cajas. Cogió el pañuelo verde y la blackberry— llévatelos. No quiero nada tuyo. No quiero saber nada más de ti. Aléjate.

Y Harry supo en aquel momento que se había pasado. Había sido demasiado cruel, cínico, engreído, y lo peor, un mentiroso.
Quiso abrazarla, y enjugar sus lágrimas con besos. Quiso decirle que era todo mentira, que no era un pasatiempo, y que de verdad le importaba. Quiso decirle que no solo era sexo. Él...ahora buscaba un "tú y yo". Pero no. Intentó abrir la boca, pero la cerró cuando, a pesar de que había aguantado, Hayley comenzó a llorar. A llorar de verdad. No eran solo lágrimas, era la respiración entrecortada, el sofoco. Era la forma en que le miraba: con odio. Era un conjunto de cosas que hizo que Harry en vez de coger las cosas, se diese la vuelta y se fuese.
Debía dejarla sola, al menos por un tiempo.













CAPÍTULO 10.

Una semana después.

Hayley se había acostumbrado a estar sola cada noche desde la pelea con Harry. No había vuelto a mirarle a pesar de que ella sentía como sus ojos verdes recaían en ella. No estaba dispuesta a perdonarle. No estaba dispuesta a volver a ser un pasatiempo para nadie...No estaba dispuesta a ser otra vez engañada.
Hayley sentía que desde que empezó su historia con Harry se había vuelto débil e incapaz de pensar con coherencia. Se había vuelto sensible e inútil y no aguantaba aquello.
Kate y Jamie se pasaron a buscarla esa misma tarde.
—¡HAYLEY!— ambas chicas llamaron a la puerta, creando un ritmo algo descompasado y descoordinado.
La chica no pudo evitar reírse antes de abrirles.
—¿Cóm...?
—¿Qué has hecho con tu pelo, Hay?—era Jamie quien hablaba.
Su pelo rubio con puntas rojas había desaparecido para dejar paso a su color natural.  Era de un castaño claro con algunas mechas de rubio oscuro.
—Este es mi verdadero pelo—dijo pasándose la mano, y echándoselo todo a un lado.— ¿No os gusta?
Ambas asintieron.
—Estás genial, pero bueno, eso no importa. Esta noche es la fiesta anual del correccional. Nos ponemos algo bonito, ponen música y nos dejan ir a las habitaciones más tarde de las diez.
Hayley comenzó a reír.
—Sí, eso está bien, pero no sé si ir... No tengo nada que ponerme, y tampoco es que me apetezca mucho bailar música de hace mil años... seguro que ha sido Madame Janet quién ha decidido la música.
Jamie se puso una mano sobre la boca y comenzó a reír a carcajadas.
—Bueno, eso lo comprobarás...Y en cuanto al vestuario... ¿No te regalaron el vestido de seda negro? Te quedaba genial y no creo que ahora sea diferente...por cierto, ¿quién fue?
Hayley se encogió de hombros.
—No conozco a quien me lo envió. No ponía nota, ni nada.
Y todo lo que había dicho era cierto. No conocía a Harry realmente, ni tampoco había dejado una nota.
Kate se encogió de hombros.
—Bueno, al menos tienes un vestido. Ponte guapa. Vendremos a buscarte en una hora. Te queremos, Hay.
Ambas se despidieron de la chica, ahora, de pelo castaño, y salieron de la habitación a paso rápido.


Hayley se había dado una ducha relajante, se había secado el pelo y recogido en un moño y en ese momento se encontraba enfundándose el vestido de seda negro y pedrería. Ya podía escucharse música en el comedor, y Hayley cada vez sentía menos ganas de ir.
Terminó de calzarse las Jeffrey Campbell y se pintó, como siempre, una raya con lápiz negro sobre el párpado superior, y una en el párpado inferior. Se echó algo de rímel y se rizó las pestañas.


—Esto...parece que hay mucha más gente de la habitual.
Kate miraba a alrededor sin echar demasiada cuenta nada, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Da igual. Lo pasaremos mejor así.

La música comenzó a alzarse en los altavoces y la multitud se juntaba justo en el centro del comedor, bailando, cantando, gritando y saltando como si no hubiese mundo por delante. Hayley consiguió alejarse del grupo, y se dirigió a la pequeña barra que habían montado al fondo.
Gabrielle se encontraba allí apoyada, vestida con una falda de tubo negra y una camisa blanca con un escote lo suficientemente abierto como para poder seguir la línea de su canalillo.
<<Fulana>> pensó al instante.
La chica de seguridad desvió la vista hasta Hayley, a la cual no había reconocido.
—¡Hayley, cielo!— por su tono de voz supo que sus intenciones no eran buenas.— Qué guapa estás esta noche... ¿ese vestido lo robaste? Y ese pelo, ¿te has teñido, no?
La chica de pelo castaño negó.
—Ni he robado, ni me he teñido, CIELO—dijo poniéndole mala cara y girándose para marcharse.
La muchacha puso su mano alrededor del brazo de Hayley, tirándola hacia ella.
—A ver, chica rebelde. Cuando una persona mayor te habla, la respetas. Si no has robado ese vestido, ¿quién te lo ha comprado? Y bueno, ¿entonces ese color de pelo?
—No necesito darte explicaciones, Gabrielle. Soy mayorcita.
En el momento que se giró se encontró de bruces con Harry. El chico de pelo rizado la miró de arriba a abajo, pero calló cualquier tipo de comentario que pudo haber hecho.
Hayley soltó el aire que había acumulado de repente, y se giró para irse hacia el otro lado.
—Estas chicas de hoy en día visten como modelos...y solo son fulanas que intentan enseñar.
La cara de sorpresa de Harry cambió y se tornó seria.
—¿Hablas de Hayley? Porque no voy a permitir que hables así de la amiga de mi hermana.
—Tranquilo, cielo. Era solo un comentario...hay muchas niñas aquí.
Harry la fulminó con la mirada, buscando a la chica de pelo castaño entre la multitud. Quería hablar con ella.


Hayley había conseguido escapar, por los pelos...y por los pelos se estaban cogiendo dos chicas en el centro del escenario. Pudo diferencia el pelo anaranjado de Kate y los gritos de Jamie intentando separar a ambas.
La otra chica era mucho más fuerte, y estaba haciéndole daño a Kate, que ya lucía por la espalda varios arañazos.
Hayley comenzó a meterse por medio, intentando separarlas. Siempre había conseguido alejar a Luke de otros chicos mucho más fuertes, por lo que aquello no era un problema en absoluto.
La otra chica, la que tiraba de los pelos de Kate, comenzó a lanzar puñetazos a diestro y siniestro, golpeando a Hayley en el oído. Esta comenzó a notar como el oído comenzaba a pitarle de una forma exagerada, como todo empezaba a moverse de sitio...visión borrosa, voces demasiado agudas y distorsionadas, suelo frío...nada.


Dos días después.

 La cabeza le daba vueltas aún. Sentía un dolor horrible y un pitido ensordecedor en el oído. Hayley comenzó a gritar, pero nadie la escuchaba, a pesar de los presentes en la sala. Todo eran pitidos, voces distorsionadas y visión borrosa. Podía ver, momento tras momento, la forma en que Harry la había acariciado desde que había ingresado en el correccional, la sutileza a la hora de tocarla, besarla, y hacerla suya de una manera completamente distinta a la de una pareja estable.

—HARRY.— Hayley se incorporó deprisa, sintiendo un mareo mayor. Se encontraba en la enfermería del correccional.
—Estoy aquí, estoy aquí—dijo levantándose sobresaltado y agarrándola, impidiendo que se desplomase con fuerza sobre la camilla.
Hayley sentía los párpados pesados, y el cuerpo débil, como si no fuera suyo, como si no le perteneciese. Harry dejó que apoyase la cabeza con suavidad sobre el respaldo de la cama, y se sentó de nuevo, como había hecho durante los dos últimos días.
—Al fin has despertado, Hay. Me tenías totalmente preocupado.
Hayley negó con la cabeza, apretando los ojos debido al dolor intenso.
—No hace falta que mientas.
—No miento.
Hayley abrió los ojos para encontrarse con aquellos profundos ojos verdes similares a un prado en plena primavera, al verde esmeralda más brillante y puro que hubiese podido existir nunca.
—Bien. Por algo se empieza.
El chico de pelo rizado alzó la mano pasándola por la frente de la chica y luego por su pelo.
—Salvaste a mi hermana.
—No creo que fuese para tanto...
—Lo hiciste, Hayley. Te metiste de por medio. Aquella chica intentaba matarla, al parecer.
Varios guardias de seguridad se encargaron de ella.
—¿Y Kate?
—Está bien. En su habitación descansando. Han dejado que Jamie pase varias noches con ella.
—¿Y tú?
—Soy un guardia de seguridad, no puedo entrar en habitaciones ajenas por mucho que sea mi hermana.
Hayley decidió ahorrarse el "gracioso" comentario de "pues en la mía bien que entrabas".
—¿Y entonces qué haces aquí?
—Esto no es un dormitorio, Hayley. Además, me ofrecí voluntario para quedarme contigo. Era o Peter, o Gabrielle o yo.
—Hubiese preferido a Peter.
Aquel comentario hirió a Harry, hirió su ego, su orgullo e hirió su corazón.
—¿Por qué?
—Seguramente no se sentiría violento al tener que pasar una noche con una adolescente rebelde que se enamora de los tíos con los que folla.
Harry rió levemente y luego negó.
—Fui imbécil.
—Muy imbécil—la chica de pelo castaño se incorporó un poco, cerrando los ojos hasta que pudo encontrar el centro de estabilidad.
—Y por eso quiero pedirte disculpas... Sé que no es suficiente, pero quiero hacerlo. Esa noche me volví loco pensando en Luke, en todo lo que te había hecho a ti, y en todo lo que me hizo a mí.
— ¿Luke?
Harry suspiró y se acercó más a la camilla, agarrando la mano de Hayley.
—Hace 4 años entré en este correccional por pegarle una paliza a un tipo  al que encontré metido en la cama de mi novia. Era Luke. La forma en la que me describiste a aquel tipo...supe que era él al instante. Y me volví loco pensando en que ese...hijo de puta era el centro de tus pesadillas.—Harry se paró para inhalar y exhalar aire— Pensar en que ese cabrón pueda hacerte daño... No quiero pensarlo, Hayley.
La chica se sentía confundida. Harry. Correccional. Luke. Paliza... Eran demasiadas cosas.
—Vale... Creo que no he entendido casi nada, pero cuando esté más lúcida podré pillarlo.
El chico de pelo rizado rió, apretando más la mano de ella.
—Quiero que hoy me acompañes a un sitio, Hayley.
—¿Yo? No creo que me dejen moverme de aquí.
—Nadie se enterará. Además, estarás conmigo.
Hayley no podía negarse a ir con él, aunque era lo único que quería.
—No lo sé, Harry.
—Confía en mí.
—¿Por qué debería?






CAPÍTULO 11.

Aquella frase había sido lo último que había dicho Hayley antes de que Harry la callase y le tendiese una mano que ella aceptó.
Se había quejado de llevar aún el vestido de la fiesta, algo a lo que Harry hizo caso omiso.
Recorrieron el pasillo hasta la habitación de él, el cual cogió dos mantas anchas y una sudadera. Abrió la ventana y tiró las cosas. La altura no era grande, y Harry fue el primero en salir. Hayley se tiró, seguidamente, cayendo en los brazos del chico. Después siguieron corriendo hasta llegar a un descampado rodeado de árboles y matorrales que los podrían ocultar desde las ventanas del correccional.
Se pusieron bajo un viejo sauce allí situado, y Harry tendió una de las mantas. El cielo se veía claro e iluminado por cientos de estrellas.
—Siéntate.
La chica hizo caso y se estiró a lo largo de la manta. Harry le echó la segunda manta por encima, tumbándose, más tarde, junto a ella.
Tras unos minutos de silencio, fue ella quien decidió romperlo.
 —Harry...¿por qué me has traído aquí?
El chico la miró y se mordió el labio.
—Hayley...desde aquel día no he dejado de pensar en las cosas horribles que dije. No lo pensaba realmente. Era solo...estaba cabreado y la pagué contigo porque pensé que lo que teníamos era fuerte. Pensé que a pesar de que dijese aquellas estupideces, seguiríamos como hasta ahora... He sido imbécil. Y me di cuenta en cuanto cogiste todo: el vestido, los tacones, el pañuelo y el móvil y quisiste dármelo.  Te he enviado mensajes cada día, y no podía evitar querer hablarte cada segundo, pero sabía que había metido la pata y que solo si estabas en peligro, solo si de verdad me necesitabas, podría estar ahí.
La sinceridad fue abrumadora, y Hayley no sabía cómo actuar, simplemente se incorporó. Harry imitó su gesto, y miró al suelo.
—Si quieres irte solo debes decirlo.
La chica negó con la cabeza y alzó una mano hasta la mejilla del chico de pelo rizado. Él alzó la mirada hasta los ojos de ella y le dedicó una media sonrisa dulce que hizo que Hayley se olvidase de todo.
—Siento ser absurdamente celosa, y estar enamorada de ti. Pero te prometo que eres el único tío con el que he follado y me he acabado...—Harry cortó aquello. No necesitaba oír más.
En el mismo instante que había pronunciado aquellas palabras "estar enamorada de ti", Harry sintió la necesidad de callarla, y no hubo mejor forma de hacerlo que como lo hizo.
Hayley tenía los ojos cerrados, acariciaban la mejilla de Harry y dejaba ir sus manos hasta el pelo rizado. Harry, a su vez, enjugaba las lágrimas que caían por las mejillas rosadas de ella, mientras que sus labios se amoldaban a los de la chica. No era un beso sexual, ni pasional. Era un beso dulce, tranquilo, perfecto.
Harry hizo que ella entreabriese sus labios para colar su lengua discretamente y comenzasen a jugar, a bailar...y dejó que sus alientos se entremezclasen, saboreándose mutuamente, sintiendo el corazón palpitante en cada parte del cuerpo.
El chico de pelo rizado se separó de ella un instante, abriendo los ojos y sonriendo leve.
Se encontraba mirándola fijamente a los ojos, como nunca había hecho con nadie, jamás, solo con aquella adolescente rebelde capaz de cambiar el corazón de cualquiera. Capaz de dar nuevas esperanzas a quien quisiera, simplemente cuando entraba en su vida.
—Esta noche no quiero follarte, Hayley. Esta noche quiero hacerte el amor...si me lo permites.
Hablar hubiese sido estúpido en aquel momento, habría sido una forma de cortar aquel ambiente tranquilo, sereno, mágico... Harry supo por la reacción de Hayley de que su respuesta era un "sí". El culpable que la había delatado no había sido esta vez un pajarito, no. Esta vez fue una lágrima y aquella sonrisa de chica enamorada, aquella sonrisa de agradecimiento que hizo que a Harry se le encogiese el corazón.
Hayley volvió a tumbarse, y dejó que Harry llevase las riendas. Sus labios se encaminaron hacia los de ellas, dejando un rastro de besos desde ellos hasta el pecho, a la vez que conseguía quitarle aquel vestido.
—Te dije que tú serías el primero en quitarme este vestido—Harry alzó la vista, sonriendo divertido por aquella broma, volviendo a posar sus labios en los de ella.
—Y espero ser el primero en todo, o al menos, en casi todo.
Las manos de Harry no paraban de acariciar cada parte del cuerpo de Hayley el cual, durante los últimos días, se había encargado de conocer a la perfección. Había dedicado un buen rato a observar cada tatuaje y a besar cada milímetro de él. Había dedicado el tiempo suficiente a saborear cada milímetro de su cuerpo, hasta que, al fin, entró en ella.
El movimiento era leve, no quería hacerle daño tras el accidente, cosa que Hayley agradeció posando un beso en sus labios, que lucían algo hinchados de la presión de otros besos.
Harry posó las manos a los lados de las caderas de ellas, moviéndose entre sus piernas y mezclando su aliento con el sabor dulce del de ella. Esa noche ellos no eran Harry el dios del sexo y Hayley la chica rebelde; esa noche era el "tú y yo" que, hacía ya tiempo, ambos deseaban.


CAPÍTULO 12.

 Todo había vuelto a la normalidad. Después de que Harry le hiciese el amor, se habían quedado allí, abrazados, y más tarde la llevo en brazos hasta su habitación. Harry había demorado su ida, entre besos y alguna que otra broma.
Aquella noche fue perfecta.

Dos días más tarde.

Hayley se levantó cuando su móvil comenzó a vibrar, y no pudo evitar sonreír a sabiendas que él era el único que podía llamarla o enviarle mensajes.


De: Harry Styles.
Fecha: 6 de Octubre. 9:01
Para: Hayley Cross.
Asunto: ¿Buenos o malos días?

¿Cómo está ese humor hoy, chica rebelde?


De: Hayley Cross.
Fecha: 6 de Octubre. 9:02
Para: Harry Styles.
Asunto: BUENOS.

Realmente bien, viejales, y no entiendo el por qué. Ni que me lo hiciesen cada noche...
De: Harry Styles.
Fecha: 6 de Octubre. 9:02
Para: Hayley Cross.
Asunto: ¿Hacer el qué?

¿Qué es lo que te hacen?


De: Hayley Cross.
Fecha: 6 de Octubre. 9:02
Para: Harry Styles.
Asunto: ¿Hacer el qué?

Mmm...me pensaré el decírtelo...todo depende de cómo te comportes.

De: Harry Styles.
Fecha: 6 de Octubre. 9:07
Para: Hayley Cross.
Asunto: -Sin asunto-

Abre la puerta, chica mala.


Hayley se levantó de la cama, aún vestida con el pijama que constaba de una camiseta negra de los Rollings con la lengua de la bandera de U.K., bastante ancha.
Abrió la puerta y ahí estaba su chico. Harry la miraba alzando una ceja, mientras reía divertido.
—Pasa, viejales.
Harry le pasó una mano por el pelo a la chica, bajando luego por su cara, su hombro, su brazo, hasta llegar a su cadera, atrayéndola una vez estaban dentro de la habitación.
El chico de pelo rizado apoyó su espalda en la puerta, y acercó a Hayley hasta su pecho, dejando que ella alzase la cabeza para besarla.
—Me gustan estos buenos días...—susurró el chico de pelo rizado con la chica rebelde entre sus brazos.
Ella rió sobre los labios de él, dándole un leve mordisquito que le hizo reír.
—A mí también me gustan...
Ambos siguieron ahí durante unos minutos más antes de retirarse hasta el comedor para el desayuno.

Como todas las mañanas, Hayley se sentó junto a sus dos amigas, mientras que Harry se quedaba en la puerta vigilando el panorama que le rodeaba.
Gabrielle estaba cada vez más alejada de Harry desde la noche del baile. Probablemente la seguridad se había dado cuenta de que no tenía nada que hacer contra Hayley. Probablemente ya hubiese descubierto todo lo que había entre Harry y la chica; pero eso no les hizo replantearse en ningún momento su situación actual.

—Es perfecto—susurró Hayley mirando a sus amigas, refiriéndose al chico de pelo rizado, el hermano de Kate.
La chica se rió cuando supo a quien se refería, y le dio una palmadita en la espalda.
—Seguro que él piensa lo mismo de ti, Hay. La forma en que te mira...eso ya lo dice todo.
—Aún así no pienso que esté enamorado de mí. En ningún momento ha hecho mención de ello, ni ha hecho algo para que yo me dé cuenta.
Kate se encogió de hombros.
—Quizás no esté preparado para admitirlo...dale tiempo.
Jamie miraba a ambas chicas que conversaban y asentía a lo que le parecía realmente correcto.
Hayley sonrió y dio un mordisco a su tostada.

Poco después, Madame Janet entró a paso decidido, haciendo que el comedor quedase en silencio. Alzó la voz:
—Chicos y chicas del correccional St. James, avisaros de que durante esta misma mañana todos y cada uno de vosotros pasaréis por mi despacho y evaluaremos su progreso o retroceso, y valoraremos el tiempo de estancia que les queda aquí. El primero será Arthur McLaren.

Hayley se levantó de la mesa cuando hubo acabado y se dirigió hacia su habitación. Justo encima de la cama había una nota:
<<¿Cómo lo estás pasando? Espero que no del todo mal. Te tengo vigilada...Ya hablaremos cuando vuelvas a casa... L.>>
Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Hayley, haciendo que se estremeciese. No solo había sido la nota, si no la firma. Esa "L" cambiaba el sentido de todo lo que había leído en ese trozo de papel blanco.
<<Te tengo vigilada>> ¿Qué quería decir con eso?

Dos horas después se encontraba en el despacho de la directora, aún preguntándose cómo había podido llegar la nota hasta allí, y qué quería decir aquello.
—Siéntese, señorita Cross.
Hayley obedeció y tomó asiento en una de los sillones de cuero rojo de la estancia.
—Bien, señorita Cros... debo decir que ha tenido una mejora bastante notable en este mes que lleva internada en nuestro centro. No sé a qué se ha debido, pero le felicito. Con respecto al tiempo que le queda aquí... una semana. Espero que todo esto le haya servido para mejorar su comportamiento y cambiar su forma de pensar respecto a la vida.
Hayley asintió y le dedicó una breve sonrisa.
—Gracias, Madame Janet.
Tras la despedida, la chica salió del despacho directa, de nuevo, a su habitación.


Esa misma noche el correccional parecía mucho más frío y no era porque hubiese más ventanas abiertas, ni porque el aire acondicionado estuviese a mayor temperatura, no. La verdadera causa era la sensación de miedo y soledad que sentía Hayley en esos momentos.
La chica había pasado más de media noche dando vueltas en su cama, sin parar de pensar en la nota que Luke había dejado, no sabía cómo, en su habitación.
Hayley se levantó envolviéndose con la camiseta de Harry y salió de la habitación a paso rápido. No había ningún guardia de seguridad ya que el reloj marcaban las 4.
La chica recorrió el pasillo hasta llegar a la zona de los de seguridad, y se dirigió hasta la esquina del pasillo que daba a la habitación de Harry. Justo en ese momento Gabrielle salía de su habitación para llamar a la del chico del pelo rizado. No tardó más de dos segundos en abrir la puerta e indicarle que pasara tras ver si había alguien alrededor.
Hayley había sido lo suficientemente rápida como para que Harry no se percatase de su presencia, aún así lo había visto todo. En el mismo momento que Harry había abierto la puerta, Hayley sabía que algo iba mal. Él siempre tardaba algo más que dos segundos en abrir la puerta, y que hubiese sido en tan poco tiempo significaba algo... La había estado esperando.













CAPÍTULO 13.

Hayley se había pasado la noche en vela. Aún tenía en mente la nota y la visita de Gabrielle a la habitación del chico de pelo rizado.
Poco después de que se terminase de vestir, alguien llamaba a la puerta.
La chica se demoró intentando poner buena cara, porque sabía a quien iba a encontrarse. Harry.
Estaba allí parado con una sonrisa de oreja a oreja, como si no hubiese hecho nada de lo que se pudiese arrepentir, pero Hayley sabía que algo había pasado. El simple hecho de haber tenido a esa chica en su habitación hacía que Hayley ya pensase y creyese que algo había pasado.
—Buenos días, guapa—Harry pasó sin esperar a que Hayley dijese nada.
Harry se lanzó a ella, para besarla, pero ella logró esquivarle haciendo que este quedase confundido.
—No es un buen momento, Harry. Necesito calmarme...
—¿Calmarte?
Ella asintió poniéndole una mano en la parte abdominal.
—Sí. Pero no importa. Es solo una pesadilla. No tengo ganas de tener contacto con nadie, al menos, ahora. Vete, por favor.
El chico de pelo rizado la miraba confundido.
—Pero... Sabes que puedes contarme lo que sea. Puedes confiar en mí.
Hayley soltó una especie de risita.
—¿Confiar en ti? Sí. Vale. Harry, por favor, sal.
—Está bien.
El chico había notado la ironía en su voz, y también el nerviosismo y el temblor que resaltaban cuando intentaba hablar. El chico sabía que a ella le pasaba algo, y quería averiguarlo.

Un día después.

Hayley había pasado su día anterior metida en su habitación sin salir apenas solo para comer y ducharse. Harry había intentado mantener conversación con ella, pero ella misma se había negado a dirigirle la palabra. ¿Cómo iba a hacerlo? Además se había fijado en el comportamiento de él con Gabrielle. No era el mismo. Ella se acercaba más de lo necesario y le susurraba al oído. Él simplemente sonreía como un tonto enamorado y asentía.

Alguien llamó a la puerta, sacándola de sus pensamientos y recuerdos.
—Hayley, es hora de cenar. Vamos. Llevas un puto día y medio metida sin salir. Necesito hablar contigo, necesito saber que estás bien.
La chica tardó medio segundo en abrir la puerta y asentir.
—Ahora iré, Harry.
El chico de pelo rizado la agarró por ambos lados de la cara y la atrajo hacia él forzando  un beso.
Ella logró zafarse un momento después.
—¿Pero qué coño te pasa, Hayley?—Harry la miraba confundido, intentando averiguar el por qué de su enfado.
—Pregúntaselo a Gabrielle.
Después de esto Hayley cerró la puerta y se tumbó en la cama unos minutos más.


Algo consiguió despertarla o, mejor dicho, alguien. 
Luke.
Estaba apoyado al lado derecho de su cama, acariciándole el brazo que había dejado caer desde el colchón.
—Buenas noches, princesa.
Hayley se levantó sobresaltada, pegando la espalda a la pared, respirando entrecortadamente.
—No...shh, no te asustes.
Hayley sentía el corazón en los oídos, en la garganta, en los brazos y en la cabeza, latiéndole como si fuese a explotar.
—Lu-Luke.
—Sí, soy yo. Y he venido a sacarte de aquí.
Hayley negó.
—Solo me quedan 5 días, Luke. Puedo soportarlo.
—Pero yo no.
—¿Y qué más me da a mí? Dejaste que me llevasen a sabiendas de que...
Luke la cortó.
—Cállate, putita. Sé la razón por la cual quieres estar aquí, y no estoy dispuesto a dejarte ni un día más en manos de ese gilipollas.
A la chica le hervía la sangre. Quería lanzarse contra él y hacerle daño, mucho daño, pero ella misma sabía que tenía todas las de perder. Luke era mucho más grande y fornido.
—Ahora coge tus cosas, y vámonos. Es tarde, nadie se dará cuenta.


Dos minutos después se encontraba al otro lado del edificio, corriendo guiada por la mano de Luke que tiraba de su ropa y de ella al mismo tiempo.
—Por favor, Luke...
—Vamos, Hayley. Cuando logremos irnos de aquí podremos estar juntos y ser felices. Nadie podrá separarnos.
Hayley sentía cómo la fatiga podía con ella. Necesitaba parar. Quería llorar. Quería gritar. Quería que Harry la despertase de aquella pesadilla, la envolviese en sus brazos, y le dijese que nada de lo sucedido en los últimos dos días era real.
—Corre, Hayley. Vienen.
Luke comenzó a tirar más de ella, y ella se negó. Quería que la cogiesen y la llevasen de nuevo al que había sido su hogar durante el último mes.
—¡Hayley!—reconoció la voz de Harry al instante y cayó al suelo.
El chico de pelo rizado se interponía ahora entre ella y Luke, que lo miraba con odio.
—Cabrón, hijo de puta.
—¿Pensabas llevártela a alguna parte, Luke? Ya me quitaste a una que, al parecer, se arrepintió en el mismo instante en que me fui de la casa. Y ella... con Jade te dejé, pero Hayley... Con ella no te dejaría escapar nunca. NUNCA.
—¿Enamorado, pequeño Styles?—Luke reía cínico.— Estoy seguro de que ella prefiere venir conmigo antes que irse contigo y con tu otra amiguita...¿cómo se llama? Ah, sí, Gabrielle.
El rostro de Harry palideció una vez más. Hayley lo sabía y Luke también.
—No metas a Gabrielle en esto. Ella no tiene nada que ver. Hayley es una chica, y Gabrielle es otra.
—¿Ahora te van de dos en dos?
La rabia de Harry llegó al nivel máximo, lanzándose contra Luke y tirándolo al suelo con el peso de su cuerpo, comenzando a pegarle puñetazos, dejándole inofensivo y casi inconsciente.
—¡Para!—Era Hayley quién gritaba. Varios guardias de seguridad separaron a Harry de aquel muchacho, al cual llevaron dentro de correccional.
El chico de pelo rizado se quedó allí, de pie, observando a la chica que lo miraba asustada.
—Hayley, yo...
Ella negó.
—Se acabó, Harry. Para siempre.










CAPÍTULO 14.

Tres días después.



De: Harry Styles.
Fecha: 10 de Octubre. 17:56
Para: Hayley Cross.
Asunto: Por favor...

Este es mi decimocuarto mensaje sin respuesta, supongo, pero no me cansaré de enviar hasta que lo hagas. Quiero hablar contigo, solo hablar. Quiero explicarte todo lo que ha pasado en estos últimos días. Quiero pedirte perdón y decirte la verdad... He sido un cobarde, Hayley, y quiero remendarlo. Quiero decirte todo lo que pienso, y lo que siento...por ti.


Hayley leía los mensajes, aún así se negaba a contestar. No tenía la fuerza ni las ganas de hacerlo. Había pasado página. Durante los tres días anteriores se había dedicado a llorar, a echarse las culpas de todo lo que había pasado, y ahora, después de todo eso, no estaba dispuesta a volver a caer.
¿Le quería? Muchísimo. Ella no iba a olvidarle por mucho que quisiera...¿Perdonarle? Era demasiado temprano para decidirlo.

De: Harry Styles.
Fecha: 10 de Octubre. 18:03
Para: Hayley Cross.
Asunto: Abre la puerta.

Simplemente hazlo.
Hayley se negó a escuchar, de nuevo, el sonido de "ha recibido un mensaje", por lo que se levantó de la cama de mala gana y abrió la puerta.
El chico de pelo rizado tenía una mano apoyada en el marco de la puerta, y no pasó a la habitación hasta que ella hizo un gesto con la cabeza.
Ella ocupó su lugar en la cama, mientras que él cogió la silla de escritorio y se sentó, mirándola.
—Antes de nada quiero pedirte perdón por no haber sido sincero contigo antes. Perdón por ser tan pesado ahora, y perdón por no decirte en su momento todo lo que sentía.
Ella asintió sin decir nada.
—Bien. La noche de la pelea, cuando defendiste a mi hermana Kate... Gabrielle descubrió que tú y yo teníamos algo. Ella lo sabía y no quiso decir nada. Después, dos noches después, nos vio cuando lo hicimos fuera del correccional, y se sintió celosa. Me lo contó, y tú sabías que ella tenía en su poder eso...sabías que cuando ella quisiera podía utilizarlo en nuestra contra, sobre todo en mi contra. Y así lo hizo. Una noche después de que nos viese, la directora nos reunió a toda la plantilla diciéndonos que había que recortar personal. Yo no podía perder mi trabajo, es lo único que tengo, y mi hermana aún sigue aquí, por lo que no podía permitir que nada hiciese que perdiese esto, y Gabrielle lo sabía, así que lo utilizó en mi contra.  Me hizo una propuesta que me negué a aceptar en un principio,—Hayley lo cortó un segundo. Tomó aire y asintió para que continuase—. Bien. Bueno, Gabrielle me dijo que para que no dijese nada, cada noche vendría a mi habitación y tendría que hacerle el amor.
Hayley se levantó de la cama, y se pasó una mano por el pelo, cerrando los ojos, sin poder evitar que varias lágrimas recorriesen sus mejillas.
—Hay...
Ella negó.
—Por favor, Harry. Acaba rápido y vete a proteger a tu novia, porque pienso arrancarle cada milímetro de raíz de pelo que tenga.
—No lo hicimos. No lo hemos hecho nunca, ni lo voy a hacer. Si la has visto entrar a mi habitación es porque ella venía a eso, pero siempre acababa emborrachándola y luego se quedaba dormida. Cuando se levantaba me veía a su lado y se creía que lo habíamos hecho, pero—Harry se levantó, enjugó las lágrimas de Hayley con besos e hizo que esta la mirase a los ojos— NO HA PASADO NADA, HAYLEY. NADA. Solo te he hecho el amor a ti, a la única a la que quiero y voy a querer hacérselo.
—No puedo creerte, Harry. Por favor, vete. Quiero disfrutar de mis últimos días aquí, y no quiero disfrutarlos contigo.
—Hayley...
La chica negó con la cabeza, dirigiéndose a la puerta y abriéndola para que saliese.
—Podría haber sido perfecto, pero la cagaste, Harry. Me debiste contar todo, y ahora no puedo creerte aunque quiera hacerlo. Sal de aquí, nos veremos cuando me vaya.
El chico obedeció, muy a su pesar, y salió de la habitación.
Tenía dos días para demostrarle que la quería.



CAPÍTULO 15.

Dos días después.

Era su última tarde allí. Esa misma noche un coche de policía vendría a recogerla y la llevaría hasta su casa. Le quedaba menos de 5 horas para volver a ver a su familia a la que hacía más de 4 meses no había visto, y quería abrazarles, y pedirles perdón. Decirles que había sido inmadura pero que había cambiado, para siempre. Que ya no volvería a hacer nada de aquello nunca más.
Hayley había terminado de recoger las maletas. Se había despedido durante de la comida de Jamie y Kate, y en ese instante se dirigía a las duchas a darse un último baño antes de irse.
Dejó que el agua se templase y se metió. Se lavó el pelo y el cuerpo, y tras media hora de relax, decidió salir.
El pasillo estaba desierto excepto por el chico que se acercaba a paso rápido hacia ella. Harry.
Las manos de Harry la empujaron hasta que su espalda chocó contra la pared. La retuvo con su cuerpo y posó sus manos a los lados de la cabeza de ella.
—Te quiero, Hayley. Te quiero y no sé cómo puedo demostrártelo porque no me dejas. TE QUIERO y punto.
Después de esto los labios de Harry estaban pegados a los de la chica, moviéndose con fiereza y pasión. Sus manos bajaron hasta la espalda del chico y comenzaron a arañarla aunque a él no le importaba. Estaba concentrado en dejar el rastro de su aliento, y moldear la boca de la chica y entrelazar su lengua con la de ella.
Minutos después Hayley se encontraba en su habitación, tumbada en la cama tras haberse vestido dejando una frase en el aire cuando ambos se habían separado.
<<Cuando estés preparado, ven a buscarme. Te estaré esperando>>.
Aunque sabía que eso mismo era imposible... ¿QUÉ COJONES PENSABA? ¿CREÍA QUÉ ÉL IBA A IR DETRÁS?  Él tenía allí su vida, él tenía allí todo...Ella solo había sido "su chica" durante el tiempo que había estado allí.
Hayley recorrió el pasillo hasta la entrada bajo la mirada de la directora, los guardias de seguridad y varios de sus compañeros y amigos, entre ellos Jamie y Kate, que la despedían con una amplia sonrisa. Harry también estaba allí, lo más alejado posible de Gabrielle que lo miraba ceñuda.
Justo cuando llegó a la puerta sintió como algo en su bolsillo empezó a vibrar, y no fue hasta que estuvo en el coche con el motor encendido que sacó el móvil y miró el nuevo mensaje, sonriendo.
De: Harry Styles.
Fecha: 12 de Octubre. 21:30
Para: Hayley Cross.
Asunto: -Sin asunto-

Prometo no tardar demasiado, chica rebelde.






EPÍLOGO.

El viaje de vuelta había sido muy largo. El coche de la policía la había llevado hasta la comisaría de donde habían llamado a sus padres para que fuesen a recogerla.
Henry, su padre, bajó del mercedes negro acompañado de su madre, Georgia. Era un hombre fornido, con un bigote bien peinado, pelirrojo, y de buen ver. Llevaba un traje de Armani, como de costumbre, y su móvil en mano. Su madre era alta, delgada y de pelo oscuro recogido, ese día, en un moño bajo. Lucía una falda de tubo gris y una camisa de volantes blanca, oculta bajo una chaqueta del mismo color de la falda. Llevaba unos tacones negros a conjunto con el bolso.
Hayley se levantó del sillón en el que se encontraba justo cuando cruzó miradas con su madre, y no pudo evitar que los ojos se le inundasen en lágrimas. Sentía las piernas frágiles, lo que no impidió que se levantase rápidamente y corriese hasta envolverse en un abrazo con ella.
—Mamá...Mamá...—la chica sollozaba escondiendo la cara en el pecho de su madre.—Lo siento tanto...Lo siento, mamá...Te he echado de menos.
Georgia acariciaba el pelo de su hija, mientras la silenciaba, dándole leves besos en el pelo.
—Ya estoy aquí, cariño. Todo ha pasado...Yo también te he echado de menos.
Su padre se unió al abrazo tras colgar el móvil, acariciándole la espalda.
—Vamos. Volvamos a casa, hay mucho de lo que hablar.—Su tono de voz grave y serio seguía siendo el mismo, aunque ella sabía que solo lo ponía cuando había gente en la que no confiaba alrededor. Era un tipo amable, cariñoso y bastante divertido.
Ella asintió, y tras despedirse de uno de los policías que la habían traído, subió al coche junto a sus padres y se alejó de la zona.


Un año después.

El mismo día de su llegada había conseguido limar las asperezas con sus padres, aún así, Hayley se había encargado de demostrarles diariamente que había cambiado, que volvía a ser la chica responsable y buena que tenían como hija, aún teniendo su acostumbrado mal humor.
Hacía un año que había dejado el correccional. Había terminado el bachillerato y se disponía a empezar el primer año de Universidad aquella misma semana.
Recorrió el paseo marítimo hasta llegar a la parada de autobús. En ese mismo instante el móvil comenzó a sonar. Nuevo mensaje.

De: Harry Styles.
Fecha: 14 de Octubre.  9:33.
Para: Hayley Cross.
Asunto: Viejales.

Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseo pequeña, cumpleaños feliz.
Bieeeeen. Ahora eres una viejales, como yo.
Espero que pases un buen día y disfrutes de tu primer día en la universidad.
Te quiero, chica rebelde...y vieja.


La chica no pudo evitar sonreír al ver el mensaje. Harry había mantenido el contacto con ella. Cada día le enviaba un pequeño mensaje para recordarle que seguía ahí y que, quizás, iría a buscarla. Él nunca mencionó aquello, pero ella lo esperaba, lo ansiaba.

De: Hayley Cross.
Fecha: 14 de Octubre.  9:40.
Para: Harry Styles.
Asunto: ¿Viejales yo?

Te equivocas. El único viejales, como tú mismo afirmas, eres tú.
Lo pasaría mejor si estuvieses aquí, pero intentaré disfrutarlo sí.
Te quiero mucho más, rizos.

Y tras esto, apagó el móvil y lo guardó en el bolsillo.
Era una aventura diaria el encender el móvil y encontrar mensajes de la persona de la que estaba enamorada...porque Hayley estaba enamorada...hasta las trancas de aquel dichoso chico de pelo rizado.  El chico que desde el primer momento hizo que su corazón latiese desbocado.
Todo había empezado con una relación de solo sexo, y ahora sentía que eso les quedaba demasiado corto. Habían buscado un tú y yo cuando aún estaban juntos, y ahora necesitaban consumarlo de alguna manera.

Tres semanas después.

—¡Hayley!—su madre la llamaba desde la planta baja. —¡Hay un paquete para ti!
Probablemente nadie podía haber bajado a la velocidad que ella misma lo había hecho. Había recorrido la estancia en apenas unos segundos, y ahora tenía el paquete entre sus manos. Una vez arriba, en su habitación, decidió abrirlo acomodada en la cama.
Reconoció en el mismo instante que abrió el paquete la camiseta azul de Harry, la que ella se había puesto la primera noche que había pasado con él sin que hubiesen follado. Junto a ella había una carta.
<<Querida Hayley...
Hace ya más de un año que no te veo...un año desde aquel "cuando estés preparado, ven a buscarme. Te estaré esperando". Un año desde que reconocí que estaba completa, absoluta y absurdamente enamorado de ti. Porque es absurdo. ¿Un viejales pervertido y una chica rebelde? Imposible. Pero así es. Y no puedo evitar quererte cada día más... Acostumbrado a ver tu sonrisa y a oír tu voz...y ahora lo más cerca que estoy de ti es en mis recuerdos. Probablemente el hecho de pensar que hace más de un año que no te veo es lo que hace que te eche más de menos de lo normal, que me sienta algo vacío por tu ausencia; pero no te preocupes, voy a estar bien; por ti, por mí y porque en un futuro cercano volveremos a encontrarnos.
Te quiero...tu Harry. >>
Un año más tarde.

El sol pegaba en la ventana aquella mañana de finales de Octubre. A pesar de que ya el otoño estaba bien entrado, el sol aún seguía haciendo de las suyas, envolviendo el entorno fresco en un aire de calor agradable.
El ventanal retumbaba y la chica de pelo moreno no sabía a qué se debía. Abrió los ojos muy a su pesar. Era fin de semana y solo quería dormir tras la anterior noche de fiesta. Había comenzado la Universidad y había sido su primera fiesta nada más comenzar el curso.
Hayley se levantó, desperezándose y se recogió el pelo en una cola alta, dejando al descubierto la espalda y los hombros, ya que llevaba un pijama de verano aún debido a que su casa siempre había sido muy calurosa.
Caminó hacia la ventana con paso cansado, y se asomó con cuidado. No veía nada. El sol la cegaba un tanto. En ese mismo instante el móvil comenzó a sonar.

De: Harry Styles.
Fecha: 30 de Octubre. 10:45
Para: Hayley Cross.
Asunto: Buenos días.

Deberías empezar a estudiar ya en vez de salir tanto de fiesta...
Por cierto, ese pijama rosa te queda de maravilla. Prométeme que seré el primero en quitártelo...

Hayley miró sorprendida a su atuendo, y desvió de nuevo la vista hacia la ventana. Corriendo, la abrió de par en par y se asomó lo suficiente como para ver al chico de los rizos riendo divertido.
—¿Entonces qué respondes?
Hayley se limpió las lágrimas que habían decidido salir sin permiso.
—¿Qué respondo a qué?
Harry negó con la cabeza, riendo aún más alto y alzó las manos como dando a entender algo que era obvio. Y lo era...Y tanto que lo era.
Probablemente si hubiese estado más despierta y con los ojos menos inundados en lágrimas, hubiese visto su jardín lleno de pétalos de rosa enmarcando perfectamente: WILL YOU MARRY ME?

Hayley salió de su habitación corriendo, y no tardó más de dos segundos en encontrarse entre los brazos del chico de pelo rizado, llorando como nunca lo había hecho, apretando sus labios contra los de él, asintiendo a la vez que decía: SÍ, QUIERO.




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