miércoles, 24 de julio de 2013

CAPÍTULO 2.

CAPÍTULO 2.

Se levantó tras escuchar por tercera vez la alarma pospuesta.
—Sí, sí, ya voy…—decía con voz perezosa. Aún no se acostumbraba a tener que levantarse tan temprano para ir a una universidad…
Desperezándose, cogió una toalla, y se dirigió al baño que se encontraba dentro de su propia habitación. Era la suficientemente grande como para que pudiesen estar seis personas mentidas, con un váter, un lavabo amplio, y una ducha de hidromasaje cubierta por una mampara de cristal y acero inoxidable.
Abrió el grifo del agua caliente, y comenzó a tararear “Isn’t she lovely” mientras se desvestía.
Una vez fuera, se vistió con unos vaqueros pitillos rasgados, una camiseta de manga corta verde, ajustada a su cuerpo, y unas converses negras, al igual que los pitillos. Cogió las gafas de sol, su cartera con algo de dinero y el carnet de identidad, y una pequeña mochila negra con las letras “hummel” en horizontal.
Se dirigió al piso de abajo, hasta la cocina, donde su madre le había dejado ya café, y dos tostadas.
<<He llevado a Rick al colegio. Papá y yo trabajaremos hasta tarde hoy. La cena la tienes en el congelador. Pásate por Rick a las seis. Te quiere, mamá>>.
Releyó la nota varias veces tras tomarse el café y una de las tostadas, y salió pitando.

La universidad se encontraba a unas manzanas de su casa. Era amplia, de paredes blancas cristalizadas, y unos ventanales grandes. El campus estaba rodeado de césped y árboles. Justo al lado se encontraban los campos de fútbol y las pistas de baloncesto, aunque, supuso, habría pistas cubiertas.
Miró a ambos lados de la carretera antes de cruzar, dirigiéndose a la entrada.

— ¡Eh, mira por dónde vas!— le gritó el chico con el que acababa de chocar. Le pareció oír algo parecido a <<pringado>> aunque tampoco pudo reprocharle nada.
 El chico en sí, no solo era un chico, era EL CHICO.  Harry no podía pestañear. A pesar de que este era más bajo, en ese momento se sentía pequeño, más que él incluso. El chico en cuestión podía medir unos 174 cm, de complexión delgada pero fuerte, ojos azules, profundos y duros, boca bien perfilada, de labios finos, pero carnosos, y colmillos afilados, por lo que había dejado entrever mientras le dedicaba esas palabras. Tenía el pelo alborotado, despeinado y echado hacia arriba en forma de tupé, castaño. De piel morena, supuso, por el sol del verano que había acabado.
—Eh, tú. ¿Vas a decir algo?
Harry volvió a la realidad.
—Eh, yo…eh, sí…yo…
Varios de los chicos que se habían juntado a él, empezaron a reírse.
—Eh, Louis, tío, lo has puesto nervioso. Mira sus mejillas… Le gustas tío. Es marica.
A Harry le hervía la sangre por dentro, y deseaba callar a los imbéciles que le insultaban, pero no podía. Sus ojos estaban inmersos en los de Louis.
—Lo siento—logró decir, tras inspirar profundamente.
El chico de ojos azules sonrió cínico, y alzó las cejas, dándose la vuelta tras un: <<Adiós, maricón>>.

Vaya curso le esperaba…

El despacho del director no se encontraba demasiado lejos del hall de entrada.
—Pasa. Tú debes ser Harold. — El director le tendió una mano para estrecharla con la suya.
—Así es señor. Harold, pero prefiero Harry, si no le importa.
Este le dedicó una sonrisa divertida y amable, asintiendo.
—Por supuesto. Bueno, Harry, en primer lugar, bienvenido a la universidad de Doncaster. Por tu expediente, podemos ver que eres un buen estudiante y deportista, por lo que…
Su charla se alargó una media hora: horarios, días festivos y lectivos, asignaturas, clubes universitarios…
Harry había decidido esperar antes de decidirse por entrar a un club, quería acomodarse, ante todo, y ya después decidiría.
El director le llevó hasta el aula de audiovisuales, y le explicó la forma en la que trabajaban. Le había presentado a Niall, su compañero a partir de ese momento. Era un chico algo tímido, pero no parecía malo.
Una vez explicado, el director se marchó.
— ¿Nuevo, no?— El tal Niall había resultado ser un chico divertido, y bastante popular.
—Sí, por duodécima vez en mi vida.
El chico rubio de ojos azules se quedó mirándolo sorprendido.
— ¿Duodécima vez? Vaya, colega. Eso sí que debe ser duro.
Harry se encogió de hombros, y este le dedicó una sonrisa divertida.
A pesar de que acababan de conocerse, se llevaron bien.
—Como habrás comprobado, la universidad no es tan maravillosa como todos cuentan. Sí, es guay, pero solo cuando eres una persona que destaca de la mejor forma posible. Como verás, yo soy el fotógrafo y entrevistador del equipo de fútbol. Louis…
A partir de que nombrase a ese chico, Harry volvió a recordar sus ojos azules, su boca definida…
— ¿Harry? ¿Me estás escuchando?
—Sí. No, lo siento. Estaba pensando en Louis..
—Sí. Louis es el capitán. ¿Lo conoces?
—Mmm, se podría decir que me he encontrado con él. Nos hemos chocado.
Niall le miró sin saber que decir.
—Louis es muy conocido aquí por todo el mundo. Es el mejor en ese juego. Ni los de su propio equipo han logrado ganarle.
Harry pensó en sus momentos como jugador de fútbol…en como hacía unos años había sido campeón de Europa en la liga juvenil.
—Seguro que alguien consigue ganarle. Siempre hay una primera vez para todo.
Niall lo miró de nuevo, algo sorprendido, pero sonrió.
— ¿Y conoces a alguien?
Harry rió leve, y asintiendo, dio un toque a su amigo en el codo para dirigirse al campo de fútbol.
Cómo no, era el mayor campo de fútbol que había visto en una universidad. Podía medir unos 150 metros de largo, y 100 de ancho. Con porterías amplias de un color blanquecino, al igual que el color de la tiza que había marcado las líneas sobre el césped.


El que, supuso, era el entrenador gritaba a los jugadores, que ya estaban posicionados, y habían comenzado a jugar. Había dividido al equipo en dos, remarcando a la mitad con una camiseta fluorescente.
—¡VAMOS, VAMOS! ¡QUIERO VELOCIDAD! ¡LOUIS, ESTÁS MUY LENTO!
Harry no pudo evitar girar la mirada cuando pronunció el nombre de ese chico, el cual se encontraba ya sudando con la cabeza casi entre las piernas, y las manos apoyadas en la rodillas.
Niall dio un toque a Harry para que se acercasen más.
El partido había comenzado a ponerse más interesante cuando, por fin, Louis entró en juego después de ese momento.
—Fuera de juego—susurró Harry que observaba atento los movimientos de ambos equipos.
El entrenador que estaba cerca había escuchado hablar a Harry, por lo que se acercó, y se cruzó de brazos.
—¿Qué has dicho?
Harry lo miró y abrió un poco más los ojos, dándose cuenta de que ahora la atención la tenía él.
—Nada, señor.
—Entrenador. Dime entrenador.
—Lo siento. Nada entrenador.
—Pero has dicho algo...
Los demás habían dejado de jugar para acercarse a donde estaba el entrenador. Había solo una reja que los separase.
Niall miró a Harry, y le animó a que hablase. Él sabía que Harry había jugado al fútbol durante su adolescencia, y estaba seguro de que todos los fallos que habían cometido él los había comentado seguro de que eran tal cual eran.
—Vamos, maricón. Habla de una vez. No queremos perder el tiempo aquí.— Uno de los que anteriormente había estaco con Louis, lo presionó riéndose.
Harry lo miró, dispuesto a contestar, pero se calló.
El entrenador más nervioso, se dirigió a la puerta de la reja, y cogiendo a Harry del brazo lo llevó hasta el campo.
Todo el equipo comenzó a reír.
—Venga. Demuéstranos lo que sabes hacer, rizos.
Harry miró a Niall, que asentía, y luego a Louis, que lo miraba con una sonrisa divertida, mas no amable, en los labios.
El entrenador le pasó un balón. Harry se quedó parado.
—¿Es que nadie va a venir a quitármelo?— preguntó este ante la pasividad del equipo.
El muchacho que antes había hablado, se acercó veloz, intentando coger el balón. Tras dos intentos fallidos gracias a los regates de Harry, otro de los chicos se acercó para intentarlo.
Poco a poco el equipo iba perdiendo dignidad ante Harry. Una vez estuvieron todos, se giró,  tras pasarle el balón al entrenador.
 —Perdéis magia cuando se os observa de cerca.
Nadie respondió a esa afirmación, al menos los primero segundos. Louis, que había permanecido callado, y en su interior, asombrado, dio un golpe al balón, que justo toco una de las piernas de Harry.
—No has jugado aún contra mí.
Harry se giró, y sintió como, a su vez, le temblaban las piernas.
—Puedes ser todo lo bueno que quieras, pero si no tienes un equipo que merezca la pena... La idea es jugar en equipo, ganar en equipo. No ganar tú solo. El fútbol no consiste en lo que puedes hacer por ti mismo, sino en lo que hacéis en conjunto. Si un equipo no tiene consistencia, no es un equipo, y poco vale que seáis buenos por separado.
El entrenador mostraba una sonrisa complaciente al mirar a Harry.
—Louis. Tranquilo.— este se acercó a Harry.— Llámame Marc. No nos vendría mal a un jugador como tú en el equipo, así que, cuando quieras, eres bienvenido, Harry.
Nadie dijo nada. Nadie estaba en desacuerdo. Sabían que Harry tenía toda la razón.
—Pero...—Louis había comenzado a interrumpir.
El entrenador se giró.
—Los únicos maricones de aquí sois vosotros. Tenéis miedo a que os vean jugar de verdad, solo queréis aparentar, y no sentís el fútbol. No sentís las derrotas como tampoco las victorias, y eso va a cambiar.  A partir de ahora YO decidiré las posiciones, YO decidiré quienes juegan y quienes se quedan en el banquillo. A partir de ahora vuestra opinión me la resbalará. ¿Entendido?
Todo el equipo soltó un sí al unísono.

Harry volvió a girarse, y comenzó a caminar hacia Niall.

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