CAPÍTULO
20.
Alejarse de Louis. Debía hacerlo, y debería
olvidarle; pero aún así no podía evitar que su corazón se acelerase a tenerlo a
escasos metros cada vez que compartían el campo de fútbol, y tampoco podía
evitar que sus ojos verdes se desviasen hasta los finos labios del chico de
ojos azules, el cual sonreía con cada broma, y tampoco podía evitar fijarse en
las miradas que Louis había echado cuando la mano de James se había posado
sobre la suya, intentando hacerles creer que sentían algo más que una amistad
entre ellos.
Harry se dirigía en ese momento hasta las
taquillas, en busca de un libro que había prestado a un chico de segundo año.
Había recorrido el pasillo en busca de aquellas taquillas, y ahora tras
haberlas encontrado, y sacado su libro, se dirigía de nuevo hasta la cafetería.
—¡Imbécil es lo que eres!—gritaba una de las
chicas que se encontraban dentro de un círculo de alumnos.
—¿Yo imbécil? Al menos mis padres me quieren.
¿Es que no te das cuenta que sobras? Eres totalmente imperfecta, ¿quién va a
quererte?
Harry había reconocido aquella voz al
instante. Eleanor. Y la primera chica, supuso, era Alice, su voz era más dulce,
y tenía un tono más agudo.
—Pero al menos yo no finjo que tengo un novio,
cuando no es verdad, simplemente eres una especie de contrato, una especie de
chica bulto, para que mi hermano pueda ser feliz consigo mismo.
Alice no parecía alterarse, al contrario, se
mofaba de la ingenuidad de la segunda chica.
—¿Contrato? A mí nadie me ha contratado para
nada; es obvio que sientas celos de mí, de que sea más gu...
Harry entró al círculo, interponiéndose entre
Eleanor y Alice.
—Alice no tiene nada que envidiarte. Eres
ingenua, estúpida y horriblemente engreída. Es guapa por dentro como por fuera;
tú, en cambio, estás podrida por dentro, y eso no se compara a nada...
Eleanor apartó a Harry, intentando alzar una
mano para agarrar los pelos a Alice, la cual contraatacó con un manotazo. Ambas
comenzaron a pelearse, llevando Alice siempre la ventaja al ser Eleanor más
menuda y débil. Louis llegó unos minutos después, separándolas a ambas.
—¡YA ESTÁ! Parecéis niñas pequeñas peleando
por un juguete. Joder.
El chico de ojos azules miraba a ambas chicas
frunciendo el ceño, y luego dirigió la mirada a su alrededor, topándose con la
de Harry.
Este asintió a modo de saludo, algo seco, pero
un saludo, al menos. Harry intentó no pensar más en la forma en que su pelo se
había agitado al hacer aquel gesto con la cabeza, y la forma en la que sus labios
se habían curvado en una especie de sonrisa.
Ambas chicas se separaron, mirándose con
repulsión, tras unos minutos incómodos, cada una se dirigió hacia un sitio,
siguiendo Louis a su hermana.
—¿Qué ha pasado?
Alice negó con la cabeza.
—Nada que te importe.
—Alice...
—Louis—su hermana se giró para mirarle—te
enfadarías conmigo si lo supieses.
—Pero quiero saberlo. ¿Es sobre mí? ¿Sobre mi
relación con Eleanor?
La chica frunció el ceño y luego asintió.
—Cuéntame.
La chica se explayó dejando claro lo injusto
que le parecía que estuviese atrapado entre los pensamientos de su madre y sus
sentimientos. La incapacidad que tenía su hermano de ver las cosas, de ver
quien le importaba de verdad, quien destacaba entre la multitud...Pero Louis no
echó demasiada cuenta a todo lo que vino después, porque solo el nombre de una
persona se le venía a la cabeza cada vez que pronunciaba algo de que alguien
destacase, porque era obvio que él destacaba, pero de una forma distinta a como
lo hacía aquel chico de pelo rizado.
Louis había llegado a la conclusión de que el
chico del pelo rizado había conseguido hacer de él alguien débil y a su vez
fuerte, alguien capaz de sentirse completo con solo estar al lado de la persona
que de verdad le importaba...
El chico de ojos azules asintió, alejándose de
su hermana tras darle un beso en la mejilla.
Tres
días después.
El entrenamiento había comenzado hacía unos
diez minutos, y Harry aún no había entrado al campo de juego, aún así no era el
único.
—Este sábado tenemos la final, y vamos a
ganarla, así que entrenaréis como nunca habéis entrenado, daréis todo y más de
vosotros, y nos os permitiré que desfallezcáis. Quiero veros al cien por ciento
en cada segundo de partido. ¿CLARO?
El entrenador pronunciaba cada palabra dando
en cada punto importante de su discurso un especial énfasis.
Unieron sus manos en el centro, uniendo sus
voces en un grito de guerra algo descompasado.
—Ahora,—continuó el entrenador—dividiré al
equipo en dos. El equipo A se vestirá con los fluorescentes, el B se quedará
tal cual...Empezaré por el equipo A...Louis, serás el capitán, y tu equipo
será...—y dio una larga lista de nombres, ocupadas principalmente por James y
Liam. En el equipo B, con Zayn como
capitán, se encontraban Ian y Harry, además de muchos otros.— El partido
comienza con el saque del equipo B de medio campo. Qué empiece el juego.
Ambos equipos se separaron a los lados del
campo, divididos por la línea central. Harry e Ian se disponían a sacar de medio campo, mientras los demás se
colocaban en sus respectivas posiciones.
Niall, Ana y Alice se encontraban en el
banquillo del equipo, observando el panorama.
El juego había empezado, e Ian deslizaba el
balón entre sus piernas, regateando a los primeros atacantes del equipo contrario.
Harry recibió con el pecho el pase largo de su compañero, y siguió avanzando
por el campo, hasta toparse con Louis. El chico del pelo rizado comenzó a
regatear, consiguiendo despistar a Louis, y salir hacia delante.
Louis se giró para mirarle, y el resto se
quedaron algo atónitos por el comportamiento de este. ¿Por qué no había hecho
lo posible por quitarle el balón?
El chico de ojos azules sentía el corazón
desbocado, y aún respiraba el olor del pelo de Harry, mezclado con el sudor
cuando había estado a penas a unos centímetros de él en esos momentos.
Harry siguió avanzando hasta alcanzar la
portería y marcar.
El entrenador pitó y todos fueron a su
encuentro.
—Harry, muy buenos toques, buenos regates,
buenos recibimientos y muy buena potencia. Me gusta. Ian, buenos pases. Liam,
aprieta más la velocidad en defensa. Zayn, quiero que destaques más. Tienes
buenas cualidades, eres uno de los mejores. DESTACA. James, intenta no
despistarte tanto. Te llevas gran parte del juego mirando a las moscas. Y Louis...
tú y yo hablaremos más tarde.
—Sí, entrenador.
Ian miró de soslayo a James, que miraba al
suelo en ese momento, dándole pequeños toques con la punta. El chico alzó la
vista al sentirse observado, sonrojándose levemente cuando se encontró con la mirada
de Ian. Este le dedicó un leve gesto, y luego continuó mirando hacia otro lado.
Harry se dirigió a la clase de audiovisuales
acompañado de Niall y Anna. Ambos charlaban sobre la forma de jugar de Harry y
por primera vez, echó cuenta a las palabras de sus amigos, y no divagó con la
forma con la que Louis acostumbraba a mirarle, ni con las arruguitas que le
salían a los lados de los ojos cuando reía. Se concentró, simplemente, en las
palabras de sus amigos mientras recorrían el pasillo hasta el aula.
Viernes
por la tarde.
El entrenador había estado hablando con Louis
durante el descanso de la media mañana, cuando solía reunirse con su equipo y
los demás en la cafetería.
—He hablado con tus padres de tu rendimiento
en el equipo. Tu eficacia ha bajado, Louis, y no quiero que te despistes,
quiero que seas grande, que destaques, quiero que seas el mejor de todos, como
lo has sido durante estos últimos dos años.
El chico de ojos azules asentía a las palabras
de su mentor, aún así no estaba concentrado
en eso. Desde el día de la comida en su casa había tenido una lucha
interna. ¿Qué hacía? ¿Decía la verdad, o simplemente convivía con esos
sentimientos el resto de su vida, encerrados en él?
Unos minutos más tarde de que se acabase el
descanso, el entrenador lo dejó marchar.
—Mañana te quiero a tope, Louis. No me
decepciones; y lo más importante, no decepciones al equipo.
Sábado
por la mañana.
Harry se sentía algo cansado. Había pasado la
noche intentando no pensar en la forma que Louis se había quedado parado en el
campo, en medio del juego, y como sus piernas habían temblado cuando el balón
pasó entre ellas. No había parado de
pensar en el vacío que sintió cuando recordó que unos meses antes Louis le
había prometido quedarse junto a él, a espaldas del mundo.
Miró el
reloj, que marcaba las 8:30 de la mañana, y se decidió por levantarse. Caminó
hacia el baño, y se lavó la cara, los dientes, y salió hacia la cocina.
La madre del chico de ojos verdes sonrió al
verle allí, quieto, embobado mirando a las tostadas de aceite y jamón que tenía
por costumbre preparar los días de sus partidos.
El chico sonrió a su madre, dándole un beso en
la mejilla, y se dispuso a comer a la vez que daba sorbos a su vaso de zumo de
manzana.
El entrenador los había reunido en el
vestuario por primera vez en todo el año. Había decidido dar mayor privacidad a
su charla, y los guió hasta allí. Los chicos habían aprovechado para cambiarse
mientras este hablaba sobre la importancia de ganar, y de demostrar quienes eran
los mejores.
Una vez en el campo de juego, en presencia del
otro equipo, se saludaron, y esperaron a que el árbitro diese comienzo al
partido.
La familia de Louis estaba posicionada en la
grada sobre el banquillo de su equipo, junto a los padres de Eleanor y ella misma. Seguidamente se encontraban
Anna, Niall y Alice, y dos asiento más allá, los padres de Harry y su hermano
pequeño, Rick.
El equipo que jugaba en casa, miró a la grada,
saludando a todos los aficionados del fútbol que habían venido a apoyarles.
Iban a ganar ese partido. Al menos, Louis
necesitaba ganarlo.
El equipo de Oxford tenía una mayor posesión
de balón. Louis corría sin ir a ningún lado, y sus regates se quedaban cortos.
Harry encontró varias oportunidades de gol, desperdiciadas por darle un pase
corto a Louis, el cual se encontraba despistado.
—¡LOUIS, HAZ ALGO, COJONES!—gritaba el
entrenador.
Su madre lo miraba con desaprobación desde la
grada.
El chico de ojos azules se sentía inquieto y
presionado, y solo pudo encontrar consuelo en los ojos verdes que le observaban
desde el centro del campo, y que se arrugaron cuando los labios finos del chico
le dedicaron una sonrisa.
El chico de los rizos sabía que aquello no
hacía más que aumentar el sentimiento por Louis, pero había sido incapaz de
escapar de aquello, porque incluso cuando se felicitaba por no recordarlo, lo
tenía en la mente, y lo peor...en su corazón.
El partido llegó al descanso, y el entrenador
hizo que todos corriesen al vestuario para reunirse nuevamente.
—Louis, te quiero fuera del campo. No jugarás
más por hoy. —El entrenador le echó una mirada acusadora al chico, y luego miró
al resto del equipo— O ganáis, o os despediréis de una nueva temporada.
Tras la amenaza salió del vestuario.
—¡Joder Louis, la cagas tío! —algunos se
quejaban, y otro simplemente callaban y se dedicaban a mirarlo con algo de
desprecio.
—¡Eh! ¿Es que jamás habéis tenido un mal día?
¿Nunca habéis jugado mal porque tu vida no este del todo equilibrada? Tened un
poco de compasión. Él no os ha juzgado a la hora de jugar cuando ha demostrado
que vale mucho más la pena que todos ustedes unidos, y que ha controlado el
juego a la perfección. Os recuerdo que las anteriores victorias se las debemos
a él, y a dos o tres más aquí presentes.
El equipo había escuchado al chico de pelo
rizado con la boca abierta. Nadie había esperado que saliesen a defender al
capitán, pero mucho menos Harry.
El chico de ojos azules se dio la vuelta
dirigiéndose a su taquilla, y poco después todo el equipo se dispuso a salir
del vestuario.
—No vuelvas a defenderme delante de todos, me
avergüenzas, Harry.
El chico de pelo rizado lo fulminó con la
mirada, y luego se sentó justo al lado de su taquilla observándole.
Louis desvió la vista hasta él, y no pudo
evitar que se le escapase una sonrisa.
—Pero gracias.—dijo asintiendo y sentándose
mirando al suelo, apoyando los codos sobre las rodillas, y la cara entre las
manos, después de haberle mirado.
Harry, inconscientemente, posó una mano en la
espalda del capitán y la deslizó un poco hasta abajo, hasta la cintura del
chico, recorriendo su columna, haciendo que se retorciese en un leve
escalofrío.
—Intento olvidar lo que me prometiste, pero no
puedo. Pero has vuelto a ser un imbécil, Louis, y por eso voy a olvidarte. No
merezco...—el chico de ojos verdes cerró la boca, al ver los ojos de Louis
inundados en lágrimas. Eran lágrimas reales, pero Harry no sabía por qué.
—Eh...tampoco soy para tanto.—el chico de ojos
azules, negó riendo leve, intentando no dejar caer ninguna lágrima.
—Harry, yo...lo siento, pero no puedo cumplir
lo que te dije. No puede ser un secreto...Todo eso...me importas, Hazza.
Un escalofrío recorrió el cuerpo pálido del
chico de ojos verdes, que alzó su mano para enjugar la lágrima que acababa de
resbalar por la mejilla del otro chico, y evitó llorar el también, a pesar de
que era lo único que quería hacer tras escuchar aquello.
Tras unos segundos de silencio, el capitán se
levantó y, seguidamente, Harry le imitó. Sin aviso previo, los labios del chico
de ojos azules ya moldeaban los de Harry, y tras un "lo siento",
sobre ellos, se separó.
—Yo también lo siento, Louis.
El descanso había acabado y Louis se encontraba sentado en el banquillo
observando el juego. Harry avanzaba por la banda izquierda, dando un pase largo
a James, que recibía con el pecho. Este empezó a correr por la banda contraria
dando un pase al hueco a Ian, el cual aprovechó la cercanía de la portería
contraria para chutar y, por fin, marcar.
El equipo de Doncaster comenzó a correr hacia
Ian, y a abrazarse entre ellos. Poco después el juego siguió su curso.
El entrenador del equipo contrario cambió
varios jugadores, y el marcador comenzó a ponerse a ventaja de Oxford.
Louis obligó al entrenador a pedir un descanso
para reunir al equipo, consiguiendo al fin que el entrenador entrase en razón y
le dejase jugar.
—Es hora de machacarles.—gritó Louis,
corriendo hasta el campo.
—Adelante.—gritaron todos.
El partido al fin había acabado. La gran final
había concluido con la victoria del equipo de Doncaster, el cual había
comenzado a gritar, y a llorar de la emoción del momento. El capitán había sido
rodeado por todos, y luego lanzado al aire dos o tres veces, a la vez que
gritaban a pleno pulmón su nombre. Cuando había conseguido bajar se dirigió a Harry,
le sonrió y le dio un breve abrazo inesperado.
El corazón de Harry se había desbocado en ese
momento, y lo controló justo cuando los familiares de ambos comenzaron a
acercarse.
<<Tonight take me to the other
side>> La música sonaba en el bar que habían alquilado para aquella
noche. Aún perdiendo, el bar seguía siendo suyo durante ese tiempo.
La familia de Louis estaba reunida alrededor
de una pequeña mesa cerca de la barra, junto con la de Eleanor, y justo al lado
la de Harry, la cual entablaba conversación con los padres de los demás chicos.
—Harry
es un gran jugador—intervino Robert Tomlinson.
Lissa tosió cuando vio que Louis alzaba la
vista hacia su padre, con los ojos algo más brillante de lo normal.
—¿Te pasa algo, hijo?—éste miró a su madre
tras aquella pregunta y negó; luego giró la vista para buscar la maraña de
rizos que era aquel chico.
Se encontraba al otro lado de la barra,
sirviéndole una copa a Anna la cual reía de algo, haciendo que el chico de ojos
verdes se contagiase.
—Me voy con...bueno, Anna y Harry.
Su madre negó.
—Tienes aquí a Eleanor, no necesitas a nadie
más. Y menos a ese tal Harry. ¿No te caía tan mal?
Los ojos de Louis fulminaron a su madre, antes
de volver a sentarse, y mirar su jarra de cerveza.
Jane, la madre de Harry, acompañada de su
marido y Rick, se acercaron a dónde se encontraba la familia Tomlinson y los
Calder.
—Buenas, Robert—saludó el padre de Harry al
señor Tomlinson. —¿Cómo va ese trabajo?
Robert asintió sonriendo, haciendo un hueco para
que este se sentase, quedando entre él y su hijo, Louis.
—Ocupado—rió—, pero nos saca de pobres.
Jane acarició el pelo de Louis, y sonrió
cuando le dio un beso en la mejilla.
—Cariño, ¿no te vas con el equipo? Mi hijo y
los demás preguntan por ti.
Lissa miró a Jane como negando, y la segunda
se calló, pidiendo disculpas.
La madre de Eleanor miraba a ambas con las
cejas alzadas, sarcástica.
—Que se vaya, pero mi hija debe acompañarle,
ya que son pareja.
El chico de ojos azules dedicó una mirada de
odio a esta, y luego se levantó tendiéndole una mano a Eleanor, y llevándosela
hasta la barra, donde estaba Harry sentado hablando con Anna.
—Hey, pareja—sonrió Harry.
Y Louis no supo lo que le dolió más, si la
sonrisa, o la forma tan sincera en que había dicho lo de pareja. Pero lo que
Louis no sabía es que Harry para decirlo había tenido que pensar en ambos, en
el beso de esa misma mañana en el vestuario.
—Harry, deja de disimular que no te importa.
Es más, todo el mundo lo sabe...
El chico del pelo rizado dio un trago a su
copa, y se encogió riendo.
—¿Qué sabe el qué? ¿Qué quiero a Louis
Tomlinson?—Esa última pregunta la gritó haciendo que todo el mundo se girase
hacia él, incluso las familias de los chicos.— Parece mentira que estando en
una época tan avanzada se vea mal eso de la homosexualidad. Sí. Soy gay, o
maricón, o cómo queráis decirme, pero lo siento si os molesta, no voy a cambiar
por vosotros. Estoy cansado de ocultar mis sentimientos, cansado de guardar
secretos, y de ser uno. —la última frase la dijo mirando a Louis, sin
reprocharle nada, en realidad, simplemente con la intención de animarle, algo
que, muy a su pesar, no consiguió.
Jane se levantó y fue hasta su hijo. Y para
sorpresa de muchos, le abrazó.
—Estoy orgullosa de ti, pequeño. Y tu madre
también lo estaría.
Y Harry no pudo evitar llorar cuando escuchó
esa frase. Su madre había muerto, pero seguía viva en su corazón.
—Mi madre murió, pero en cierto modo, si no lo
hubiese hecho, nunca habría estado contigo. Eres lo mejor que me ha pasado,
mamá, y te quiero.
Jane acarició el pelo enmarañado de su hijo, y
apoyó la cabeza en su hombro, dejando que algunas lágrimas resbalasen. Lo
abrazó con fuerza y luego se separó de él.
—Te quiero, hijo.
CAPÍTULO
21.
La fiesta se tornó muy tranquila el resto de
la noche, y poco a poco, las familias abandonaron el bar.
—Nos vemos mañana, Harold.—dijo Anna besando
la mejilla de su mejor amigo.
—Vale, fea. Cuídate.
Louis salió acompañado de Eleanor, ambos
cogidos de la mano.
—Hasta el lunes, Harry.—dijo ella, alzando las
manos entrelazadas, y besando los nudillos de Louis.
Harry hizo un gesto con la cabeza a modo de
despedida, hasta que la pareja se giró alejándose despacio. Louis se negó a
dejar así aquello, por lo que soltó la mano de la chica, y fue hasta él.
—¿Qué puedo hacer, Harry?
El chico de pelo rizado quedó atónito por la
pregunta y la presencia de Louis. No lo esperaba allí cuando hacía unos
segundos se había alejado.
—No lo sé...¿qué quieres hacer?
El chico de ojos azules miró alrededor de
donde se encontraban, asegurándose de que solo estaba Eleanor.
—Esto.
Y, una vez más, los labios de Louis estaban
pegados a los suyos, y se movían salvajemente, y todo era una mezcla de
alientos, suspiros, lenguas y pasión. Y solo existían ellos dos en aquel momento.
Pero no duró lo suficiente, para ellos, y
demasiado para que los padres de Louis se topasen con aquello.
Una
semana después.
Había pasado una semana desde que los padres
de Louis descubrieron aquello. <<¿Te chantajeó? ¿Te forzó a
hacerlo?>> Las preguntas de su madre hacían que Louis se sintiese
avergonzado de pertenecer a una familia así.
Se había pasado el último mes advirtiéndole
que se separase de aquel chico, que no era bueno, y que lo estaba confundiendo.
Desde aquel día no había vuelto a toparse con
Harry, ya que él mismo lo evitaba; simplemente se quedaba con Eleanor, a
sabiendas de que esta, de lo contrario, contaría todo sobre aquella noche; y
Louis no estaba dispuesto a perderlo todo. ¿O sí?
Ese mismo día se celebraba la ceremonia anual
del equipo de Doncaster. El día en que los jugadores recibían el trofeo
nacional como mejor equipo sub 21 en la liga inglesa.
Louis se había pasado toda la tarde preparando
el atuendo y el pequeño discurso que debía dar como capitán.
Tras unos ensayos delante del espejo, y una
ducha de 30 minutos de agua caliente, comenzó a vestirse con unos pantalones de
pinza negros, una camisa blanca, y una americana del mismo color. Llevaba unos
náuticos del mismo color del pantalón. Se peinó el pelo en un pequeño tupé, y
se echó su colonia favorita.
El salón de actos estaba completamente
irreconocible. Habían limpiado cada rincón de la estancia, y dado un toque más
formal del habitual. De las paredes colgaban pequeñas hileras de cintas de
papel de diferentes colores, algunas más llamativas que otras, y globos en cada
unión de una de ellas con la siguiente.
Habían colocado varias filas de sillas, bien
organizadas, diferenciando las columnas, ocupando gran parte del salón, dejando
en el medio un pasillo suficientemente ancho. En el centro había un pequeño escenario, en el
cual se encontraba un atril con un micrófono, y dos banquillos, los que solían
estar en el campo de fútbol cada día.
La música había comenzado a sonar. Los
familiares de los jugadores del equipo de Doncaster ya ocupaban los respectivos
asientos reservados, y el director ya había comenzado con su discurso sobre lo
orgulloso que estaba de pertenecer a una familia tan grande como lo era aquel
equipo.
El chico de ojos azules apenas echaba cuenta
del discurso, quizás porque ya se lo sabía de memoria, o quizás porque ansiaba
más escuchar la voz del chico de ojos verdes que se encontraba justo dos filas
tras el pasillo que habían dejado entre las columnas de sillas.
—Louis. Atiende. El director está dando un
discurso muy emotivo—le regañó Lissa, señalando al escenario donde el director
se enjugaba lágrimas invisibles.
—Sí, ya veo, el discurso emotivo de todos los
años. Estoy...
—Deja ya de buscar al maricón ese, Louis
William Tomlinson. Deja ya de llamar la atención de esa forma, ¿o es que
quieres darme un disgusto?
El discurso había acabado, y con ello toda la
sala estalló en aplausos, momento que Louis aprovechó para responder a su
madre.
—No te atrevas a volver a insultar a Harry en
mi presencia, y más cuando tienes un hijo de su misma condición. Deja ya de
creer que controlas mi vida, mamá. Y si crees que me voy a enamorar de Eleanor,
te equivocas, porque lejos de que sea una buena chica, ella no hace que mi
corazón se acelere, ella no me hace sentir, y nunca me hará sentir lo que ese
chico es capaz de hacer.
Lissa se levantó con el ademán de golpearle,
pero logró esquivarla. Todo se estaba volviendo más violento de lo normal, y
había varias personas que se habían percatado de la escena. Louis decidió
levantarse y marcharse hasta donde James y Harry estaba sentados.
Harry pasó una mano por los hombros de James,
riendo, y observó la reacción de Ian. Este estaba tenso, mirando de reojo al
chico de ojos grises, el cual le ignoraba por completo y reía junto a Harry.
Poco después su vista se posó en el chico de ojos azules que se dirigía hacia
ellos.
—Harry—susurró cuando estaba a solo unos
centímetros de ellos.
El chico de pelo rizado lo ignoró por
completo.
—Por favor, Haz...
Éste miró, alzando una de las cejas.
—¿Ahora me hablas, Tomlinson?
—Solo quería explicártelo, Harry...
—Has tenido una semana para explicarme todo,
Louis, y te has negado a hacerlo, no sé por qué, y ahora me da igual. No quiero
saberlo. Solo quiero que te alejes de mí y me dejes olvidarte.
—Pero...
—No, Louis, ahora soy yo el que pone
impedimentos.
El chico de ojos azules volvió a mostrar esa
mirada gélida a la que Harry se había acostumbrado hacía ya tiempo.
—¿ME PUEDES DEJAR HABLAR, HARRY? —Su tono de
voz se elevó más del necesario.— Te estoy diciendo que quiero explicártelo. He
sido un cobarde, Harry, y no quiero serlo más. Soy gay, sí, y te quiero, joder.
TE QUIERO, ¿es que no te enteras? TE QUIERO Y ESTOY DISPUESTO A TODO SOLO POR
TENERTE.
El chico de ojos verdes abrió los ojos y en
cierto modo, su mandíbula toco el suelo.
¿En serio Louis Tomlinson, capitán del equipo
de fútbol y antiguo cabrón engreído heterosexual le había dicho eso? No, eso no
podía ser real.
Harry se levantó de su sitio, bajo la mirada
atenta de los presentes, y logró salir de allí, del salón, sin demasiadas
interrupciones en su camino.
Louis se había quedado allí plantado, con el
corazón latiéndole a mil por hora, sin ser consciente de lo que acababa de
soltar. El chico de ojos azules miró a James, su amigo y compañero que con una
simple palabra lo alentó para seguir adelante.
—Ve.