miércoles, 24 de julio de 2013

CAPÍTULO 22. FINAL.

CAPÍTULO 22.

Louis se colocó el casco, y subió a su moto, arrancando, y alejándose de la universidad lo más rápido posible.
Estaba seguro de que Harry no iría a otro lado que no fuera su casa, ya que en ese momento era el único lugar seguro. Aún así, supo que no llegaría después que él; la velocidad que había alcanzado con su moto podría estar igualada a los latidos de su corazón.
La noche refrescaba un tanto y Louis agradeció de tener la americana mientras esperaba con impaciencia la llegada de Harry.
El chico de ojos verdes caminaba a paso rápido, y pudo distinguir la sombra que se encontraba sobre los primeros escalones de su casa. Louis.
—¿Qué haces aquí?—el chico de los rizos se colocó delante de él, cruzándose de brazos, inquisitivo.
—Solo...simplemente quería venir. ¿Tienes problema con eso, Styles?
Aquel tono desagradable pilló a Harry en desconcierto. Hacía menos de media hora le había declarado su amor y ahora le trataba de aquella manera...
—Sí. Tengo problemas con tu bipolaridad, Louis.
El chico de ojos azules se levantó, poniéndose a su altura, y luego pasó una mano por la maraña de pelo rizado de él.
—Eso no es un problema, Haz... Problema es tener que lidiar con una familia como la mía... o quererte de esta manera que hasta me duele.
El corazón de Harry había comenzado a acelerarse, y cerró los ojos cuando la mano que Louis colocaba en su cabello, agarró un mechón de su pelo, atrayéndolo, y apoyando su frente con la del chico de ojos azules.
—No sabes cuánto me duele no haber podido decírtelo hasta ahora...No sabes lo mucho que he sufrido teniéndote que ver en brazos de otros, Harry, porque te quiero, y te he querido desde el maldito instante en que me sonreíste por primera vez.  Te quiero y te voy a querer por hacer de mí alguien mejor, Harold Edward Styles.
El chico de pelo rizado abrió los ojos levemente, y le miró a él, a Louis, SU LOUIS.
—Vamos, entremos en casa, aquí comienza a hacer frío.—el chico de ojos azules le dedicó una sonrisa tierna, y bajó su mano enterrada en los rizos del otro chico, hasta entrelazar sus dedos con los de él, entrando a la casa.


La habitación de Harry, como siempre, era sencilla, con pocas cosas a destacar, excepto por los ventanales de su habitación y las vistas que ellos conservaban.
—Es bonita. Sencilla, pero bonita.
Harry asintió agradecido, y le dedicó una sonrisa leve. Desató el pañuelo que llevaba atado al cuello en plan informal, y dejó la americana sobre la silla del escritorio, quedándose solo con los vaqueros oscuros y la camiseta básica de manga larga blanca.
El chico de ojos azules simplemente le observó, callándose cualquier comentario que podría haber hecho.
El silencio de la habitación solo era interrumpido por el sonido de algún coche que pasaba. Harry dio un toque a su lado de la cama, invitando a Louis para que se sentase a su lado. Este tardó un segundo más de lo que Harry hubiese querido, antes de poder abalanzarse sobre él y besarle; pero todo fue diferente. Louis se tomó su tiempo antes de ocupar el sitio al lado de Harry, mientras seguía observándole en silencio.
—¿Qué ocurre?—se atrevió a preguntar el chico de los rizos, que se sentía intimidado.
—Intento encontrar algo que me haga saber por qué tardé tanto tiempo en darme cuenta... Hazza, me has cambiado, y no precisamente para mal...
El chico de ojos verdes sonrió tímido. Sentía como el corazón le latía en los oídos, y le costaba tragar.
—Y me gustaría poder seguir así, Louis. Me encantaría, pero no estoy dispuesto a ser otra vez un títere... No quiero.—El chico de ojos azules le cortó.
—Nunca fuiste un títere...Pero prometo no hacerte sentir así nunca más...Te quiero, Harry, y te quiero solo para mí.
El chico de ojos verdes alzó una mano hasta la cara del otro chico.
—Y lo soy. Soy tuyo, Louis.
Y eso fue lo último que se escuchó antes de que sus labios se uniesen en un beso esperado, quizás, el más esperado de todos.
Los labios de Louis se movían con suavidad sobre los de Harry, y sus manos acompañaban el ritmo suave de ellos, bajando desde su cara, hasta la cintura del chico de ojos azules.  La lengua de Harry se atrevió a entrar en acción, dibujando una línea sobre los labios de Louis, mordiéndole levemente, más tarde, el labio inferior, haciéndole reír.
Las caricias pasaron de ser suaves a ser algo más desesperadas, haciendo que ambos quedasen con el torso descubierto y sobre la cama. Aún así, sus labios seguían unidos, con sus alientos entremezclados, saboreándose, y sintiéndose como nunca antes habían podido.
Harry le quería, y ese sentimiento era recíproco. Se querían y se tenían, y ahora nadie podía hacer nada.
El corazón de Harry latía desbocado cuando la mano de Louis bajó hasta su pantalón. Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico, y dejó escapar un leve jadeo.
—Louis...eh... es mi primera vez.
El chico de ojos azules volvió a alzar la mano hasta su mejilla, acariciándola y dándole un leve beso, después, en los labios.
—También la mía, Haz... Siempre deseé que mi primera vez fuese con la persona con la que quisiera pasar el resto de mis días; y esa persona ha llegado, y eres tú.
Harry alzó la cabeza para alcanzar, una vez más, los labios de Louis, mientras este volvía a dibujar el camino hasta su pantalón con el dedo índice.  El chico de ojos azules logró despojarle de toda la ropa que le cubría, y dejó que el otro chico le hiciese lo mismo, sin dejar de mirarse a los ojos, ni de disfrutar de sus besos, caricias y susurros.

Las sábanas a penas cubrían la mitad de sus cuerpos entrelazados ya. Harry había sido el primero en sentir a Louis. En sentirlo al cien por ciento. Con Louis sobre su espalda, dejando un reguero de besos sobre ella, hasta llegar a su nuca, y deslizarse hasta el lóbulo de su oreja, besándola, mordisqueándola, y susurrándole mil y una vez lo agradecido que estaba por tenerle.
—Te quiero, Harry, y te quiero de todas las maneras posibles.
Harry sonrió pícaro cuando Louis salió de él.
—Y me has tenido en todas las maneras posibles, hasta ahora.
El chico de pelo rizado dio un beso en la punta de la nariz al otro chico, haciéndole reír; más tarde besó su hombro, y logró deslizar su boca hasta su pecho, hasta el pecho de Louis, el cuál jadeó al sentir el contacto de la lengua de Harry sobre sus pezones.
El chico de ojos azules enredó sus manos entre la maraña de pelo rizado de Harry, mientras besaba cada rizo de su cabello.
Segundos después, Louis gemía levemente al sentir el dolor de la penetración. Harry intentaba ser cuidadoso, aliviando el dolor besándole, e intentando distraerle de alguna que otra manera.
—Y sabes que tú has tenido que sentir esto...
—Pero la tuya es más pequeña, Louis, no lo olvides.
Louis golpeó leve a Harry en el brazo cuando este estaba ya dentro de él, y el chico de pelo rizado comenzó a reír, posando su boca sobre la del otro chico, contagiándole, y más tarde suspirando y dejando escapar su aliento.
Las manos de Louis se deslizaban sobre la espalda de Harry, una vez este había salido del chico de ojos azules, que había jadeado desesperadamente durante los últimos minutos de penetración. Aún mantenían sus labios unidos cuando Harry decidió posicionarse justo al lado de Louis, entrelazando sus dedos con los de él.
—Gracias por cada segundo de esta noche, Lou...Gracias por haber hecho que este día haya sido el mejor de todos.
Louis negó, apretando su mano.
—Gracias a ti, Hazza...por dejarme formar parte de tu vida.
La noche transcurrió así, entre besos, susurros y confesiones que jamás se habían atrevido a decir. Palabras y promesas que se llegarían a cumplir, porque Harry tenía a su Louis, y Louis tenía a su Harry.

CAPÍTULOS 20 & 21

CAPÍTULO 20.

Alejarse de Louis. Debía hacerlo, y debería olvidarle; pero aún así no podía evitar que su corazón se acelerase a tenerlo a escasos metros cada vez que compartían el campo de fútbol, y tampoco podía evitar que sus ojos verdes se desviasen hasta los finos labios del chico de ojos azules, el cual sonreía con cada broma, y tampoco podía evitar fijarse en las miradas que Louis había echado cuando la mano de James se había posado sobre la suya, intentando hacerles creer que sentían algo más que una amistad entre ellos.
Harry se dirigía en ese momento hasta las taquillas, en busca de un libro que había prestado a un chico de segundo año. Había recorrido el pasillo en busca de aquellas taquillas, y ahora tras haberlas encontrado, y sacado su libro, se dirigía de nuevo hasta la cafetería.

—¡Imbécil es lo que eres!—gritaba una de las chicas que se encontraban dentro de un círculo de alumnos.
—¿Yo imbécil? Al menos mis padres me quieren. ¿Es que no te das cuenta que sobras? Eres totalmente imperfecta, ¿quién va a quererte?
Harry había reconocido aquella voz al instante. Eleanor. Y la primera chica, supuso, era Alice, su voz era más dulce, y tenía un tono más agudo.
—Pero al menos yo no finjo que tengo un novio, cuando no es verdad, simplemente eres una especie de contrato, una especie de chica bulto, para que mi hermano pueda ser feliz consigo mismo.
Alice no parecía alterarse, al contrario, se mofaba de la ingenuidad de la segunda chica.
—¿Contrato? A mí nadie me ha contratado para nada; es obvio que sientas celos de mí, de que sea más gu...
Harry entró al círculo, interponiéndose entre Eleanor y Alice.
—Alice no tiene nada que envidiarte. Eres ingenua, estúpida y horriblemente engreída. Es guapa por dentro como por fuera; tú, en cambio, estás podrida por dentro, y eso no se compara a nada...
Eleanor apartó a Harry, intentando alzar una mano para agarrar los pelos a Alice, la cual contraatacó con un manotazo. Ambas comenzaron a pelearse, llevando Alice siempre la ventaja al ser Eleanor más menuda y débil. Louis llegó unos minutos después, separándolas a ambas.
—¡YA ESTÁ! Parecéis niñas pequeñas peleando por un juguete. Joder.
El chico de ojos azules miraba a ambas chicas frunciendo el ceño, y luego dirigió la mirada a su alrededor, topándose con la de Harry.
Este asintió a modo de saludo, algo seco, pero un saludo, al menos. Harry intentó no pensar más en la forma en que su pelo se había agitado al hacer aquel gesto con la cabeza, y la forma en la que sus labios se habían curvado en una especie de sonrisa.
Ambas chicas se separaron, mirándose con repulsión, tras unos minutos incómodos, cada una se dirigió hacia un sitio, siguiendo Louis a su hermana.

—¿Qué ha pasado?
Alice negó con la cabeza.
—Nada que te importe.
—Alice...
—Louis—su hermana se giró para mirarle—te enfadarías conmigo si lo supieses.
—Pero quiero saberlo. ¿Es sobre mí? ¿Sobre mi relación con Eleanor?
La chica frunció el ceño y luego asintió.
—Cuéntame.
La chica se explayó dejando claro lo injusto que le parecía que estuviese atrapado entre los pensamientos de su madre y sus sentimientos. La incapacidad que tenía su hermano de ver las cosas, de ver quien le importaba de verdad, quien destacaba entre la multitud...Pero Louis no echó demasiada cuenta a todo lo que vino después, porque solo el nombre de una persona se le venía a la cabeza cada vez que pronunciaba algo de que alguien destacase, porque era obvio que él destacaba, pero de una forma distinta a como lo hacía aquel chico de pelo rizado.
Louis había llegado a la conclusión de que el chico del pelo rizado había conseguido hacer de él alguien débil y a su vez fuerte, alguien capaz de sentirse completo con solo estar al lado de la persona que de verdad le importaba...
El chico de ojos azules asintió, alejándose de su hermana tras darle un beso en la mejilla.

Tres días después.

El entrenamiento había comenzado hacía unos diez minutos, y Harry aún no había entrado al campo de juego, aún así no era el único.
—Este sábado tenemos la final, y vamos a ganarla, así que entrenaréis como nunca habéis entrenado, daréis todo y más de vosotros, y nos os permitiré que desfallezcáis. Quiero veros al cien por ciento en cada segundo de partido. ¿CLARO?
El entrenador pronunciaba cada palabra dando en cada punto importante de su discurso un especial énfasis.
Unieron sus manos en el centro, uniendo sus voces en un grito de guerra algo descompasado.
—Ahora,—continuó el entrenador—dividiré al equipo en dos. El equipo A se vestirá con los fluorescentes, el B se quedará tal cual...Empezaré por el equipo A...Louis, serás el capitán, y tu equipo será...—y dio una larga lista de nombres, ocupadas principalmente por James y Liam.  En el equipo B, con Zayn como capitán, se encontraban Ian y Harry, además de muchos otros.— El partido comienza con el saque del equipo B de medio campo. Qué empiece el juego.




Ambos equipos se separaron a los lados del campo, divididos por la línea central. Harry e Ian se disponían a sacar  de medio campo, mientras los demás se colocaban en sus respectivas posiciones.
Niall, Ana y Alice se encontraban en el banquillo del equipo, observando el panorama.
El juego había empezado, e Ian deslizaba el balón entre sus piernas, regateando a los primeros atacantes del equipo contrario. Harry recibió con el pecho el pase largo de su compañero, y siguió avanzando por el campo, hasta toparse con Louis. El chico del pelo rizado comenzó a regatear, consiguiendo despistar a Louis, y salir hacia delante.
Louis se giró para mirarle, y el resto se quedaron algo atónitos por el comportamiento de este. ¿Por qué no había hecho lo posible por quitarle el balón?
El chico de ojos azules sentía el corazón desbocado, y aún respiraba el olor del pelo de Harry, mezclado con el sudor cuando había estado a penas a unos centímetros de él en esos momentos.
Harry siguió avanzando hasta alcanzar la portería y marcar.
El entrenador pitó y todos fueron a su encuentro.

—Harry, muy buenos toques, buenos regates, buenos recibimientos y muy buena potencia. Me gusta. Ian, buenos pases. Liam, aprieta más la velocidad en defensa. Zayn, quiero que destaques más. Tienes buenas cualidades, eres uno de los mejores. DESTACA. James, intenta no despistarte tanto. Te llevas gran parte del juego mirando a las moscas. Y Louis... tú y yo hablaremos más tarde.
—Sí, entrenador.

Ian miró de soslayo a James, que miraba al suelo en ese momento, dándole pequeños toques con la punta. El chico alzó la vista al sentirse observado, sonrojándose levemente cuando se encontró con la mirada de Ian. Este le dedicó un leve gesto, y luego continuó mirando hacia otro lado.


Harry se dirigió a la clase de audiovisuales acompañado de Niall y Anna. Ambos charlaban sobre la forma de jugar de Harry y por primera vez, echó cuenta a las palabras de sus amigos, y no divagó con la forma con la que Louis acostumbraba a mirarle, ni con las arruguitas que le salían a los lados de los ojos cuando reía. Se concentró, simplemente, en las palabras de sus amigos mientras recorrían el pasillo hasta el aula.


Viernes por la tarde.

El entrenador había estado hablando con Louis durante el descanso de la media mañana, cuando solía reunirse con su equipo y los demás en la cafetería.
—He hablado con tus padres de tu rendimiento en el equipo. Tu eficacia ha bajado, Louis, y no quiero que te despistes, quiero que seas grande, que destaques, quiero que seas el mejor de todos, como lo has sido durante estos últimos dos años.
El chico de ojos azules asentía a las palabras de su mentor, aún así no estaba concentrado  en eso. Desde el día de la comida en su casa había tenido una lucha interna. ¿Qué hacía? ¿Decía la verdad, o simplemente convivía con esos sentimientos el resto de su vida, encerrados en él?
Unos minutos más tarde de que se acabase el descanso, el entrenador lo dejó marchar.
—Mañana te quiero a tope, Louis. No me decepciones; y lo más importante, no decepciones al equipo.


Sábado por la mañana.

Harry se sentía algo cansado. Había pasado la noche intentando no pensar en la forma que Louis se había quedado parado en el campo, en medio del juego, y como sus piernas habían temblado cuando el balón pasó entre ellas.  No había parado de pensar en el vacío que sintió cuando recordó que unos meses antes Louis le había prometido quedarse junto a él, a espaldas del mundo.
 Miró el reloj, que marcaba las 8:30 de la mañana, y se decidió por levantarse. Caminó hacia el baño, y se lavó la cara, los dientes, y salió hacia la cocina.
La madre del chico de ojos verdes sonrió al verle allí, quieto, embobado mirando a las tostadas de aceite y jamón que tenía por costumbre preparar los días de sus partidos.
El chico sonrió a su madre, dándole un beso en la mejilla, y se dispuso a comer a la vez que daba sorbos a su vaso de zumo de manzana.


El entrenador los había reunido en el vestuario por primera vez en todo el año. Había decidido dar mayor privacidad a su charla, y los guió hasta allí. Los chicos habían aprovechado para cambiarse mientras este hablaba sobre la importancia de ganar, y de demostrar quienes eran los mejores.
Una vez en el campo de juego, en presencia del otro equipo, se saludaron, y esperaron a que el árbitro diese comienzo al partido.

La familia de Louis estaba posicionada en la grada sobre el banquillo de su equipo, junto a los padres de Eleanor  y ella misma. Seguidamente se encontraban Anna, Niall y Alice, y dos asiento más allá, los padres de Harry y su hermano pequeño, Rick.
El equipo que jugaba en casa, miró a la grada, saludando a todos los aficionados del fútbol que habían venido a apoyarles.
Iban a ganar ese partido. Al menos, Louis necesitaba ganarlo.


El equipo de Oxford tenía una mayor posesión de balón. Louis corría sin ir a ningún lado, y sus regates se quedaban cortos. Harry encontró varias oportunidades de gol, desperdiciadas por darle un pase corto a Louis, el cual se encontraba despistado.
—¡LOUIS, HAZ ALGO, COJONES!—gritaba el entrenador.
Su madre lo miraba con desaprobación desde la grada.
El chico de ojos azules se sentía inquieto y presionado, y solo pudo encontrar consuelo en los ojos verdes que le observaban desde el centro del campo, y que se arrugaron cuando los labios finos del chico le dedicaron una sonrisa.
El chico de los rizos sabía que aquello no hacía más que aumentar el sentimiento por Louis, pero había sido incapaz de escapar de aquello, porque incluso cuando se felicitaba por no recordarlo, lo tenía en la mente, y lo peor...en su corazón.


El partido llegó al descanso, y el entrenador hizo que todos corriesen al vestuario para reunirse nuevamente.
—Louis, te quiero fuera del campo. No jugarás más por hoy. —El entrenador le echó una mirada acusadora al chico, y luego miró al resto del equipo— O ganáis, o os despediréis de una nueva temporada.
Tras la amenaza salió del vestuario.
—¡Joder Louis, la cagas tío! —algunos se quejaban, y otro simplemente callaban y se dedicaban a mirarlo con algo de desprecio.
—¡Eh! ¿Es que jamás habéis tenido un mal día? ¿Nunca habéis jugado mal porque tu vida no este del todo equilibrada? Tened un poco de compasión. Él no os ha juzgado a la hora de jugar cuando ha demostrado que vale mucho más la pena que todos ustedes unidos, y que ha controlado el juego a la perfección. Os recuerdo que las anteriores victorias se las debemos a él, y a dos o tres más aquí presentes.
El equipo había escuchado al chico de pelo rizado con la boca abierta. Nadie había esperado que saliesen a defender al capitán, pero mucho menos Harry.
El chico de ojos azules se dio la vuelta dirigiéndose a su taquilla, y poco después todo el equipo se dispuso a salir del vestuario.

—No vuelvas a defenderme delante de todos, me avergüenzas, Harry.
El chico de pelo rizado lo fulminó con la mirada, y luego se sentó justo al lado de su taquilla observándole.
Louis desvió la vista hasta él, y no pudo evitar que se le escapase una sonrisa.
—Pero gracias.—dijo asintiendo y sentándose mirando al suelo, apoyando los codos sobre las rodillas, y la cara entre las manos, después de haberle mirado.
Harry, inconscientemente, posó una mano en la espalda del capitán y la deslizó un poco hasta abajo, hasta la cintura del chico, recorriendo su columna, haciendo que se retorciese en un leve escalofrío.
—Intento olvidar lo que me prometiste, pero no puedo. Pero has vuelto a ser un imbécil, Louis, y por eso voy a olvidarte. No merezco...—el chico de ojos verdes cerró la boca, al ver los ojos de Louis inundados en lágrimas. Eran lágrimas reales, pero Harry no sabía por qué.
—Eh...tampoco soy para tanto.—el chico de ojos azules, negó riendo leve, intentando no dejar caer ninguna lágrima.
—Harry, yo...lo siento, pero no puedo cumplir lo que te dije. No puede ser un secreto...Todo eso...me importas, Hazza.
Un escalofrío recorrió el cuerpo pálido del chico de ojos verdes, que alzó su mano para enjugar la lágrima que acababa de resbalar por la mejilla del otro chico, y evitó llorar el también, a pesar de que era lo único que quería hacer tras escuchar aquello.
Tras unos segundos de silencio, el capitán se levantó y, seguidamente, Harry le imitó. Sin aviso previo, los labios del chico de ojos azules ya moldeaban los de Harry, y tras un "lo siento", sobre ellos, se separó.
—Yo también lo siento, Louis.


El descanso había acabado y  Louis se encontraba sentado en el banquillo observando el juego. Harry avanzaba por la banda izquierda, dando un pase largo a James, que recibía con el pecho. Este empezó a correr por la banda contraria dando un pase al hueco a Ian, el cual aprovechó la cercanía de la portería contraria para chutar y, por fin, marcar.
El equipo de Doncaster comenzó a correr hacia Ian, y a abrazarse entre ellos. Poco después el juego siguió su curso.
El entrenador del equipo contrario cambió varios jugadores, y el marcador comenzó a ponerse a ventaja de Oxford.
Louis obligó al entrenador a pedir un descanso para reunir al equipo, consiguiendo al fin que el entrenador entrase en razón y le dejase jugar.
—Es hora de machacarles.—gritó Louis, corriendo hasta el campo.
—Adelante.—gritaron todos.


El partido al fin había acabado. La gran final había concluido con la victoria del equipo de Doncaster, el cual había comenzado a gritar, y a llorar de la emoción del momento. El capitán había sido rodeado por todos, y luego lanzado al aire dos o tres veces, a la vez que gritaban a pleno pulmón su nombre. Cuando había conseguido bajar se dirigió a Harry, le sonrió y le dio un breve abrazo inesperado.
El corazón de Harry se había desbocado en ese momento, y lo controló justo cuando los familiares de ambos comenzaron a acercarse.



<<Tonight take me to the other side>> La música sonaba en el bar que habían alquilado para aquella noche. Aún perdiendo, el bar seguía siendo suyo durante ese tiempo.
La familia de Louis estaba reunida alrededor de una pequeña mesa cerca de la barra, junto con la de Eleanor, y justo al lado la de Harry, la cual entablaba conversación con los padres de los demás chicos.
—Harry es un gran jugador—intervino Robert Tomlinson.
Lissa tosió cuando vio que Louis alzaba la vista hacia su padre, con los ojos algo más brillante de lo normal.
—¿Te pasa algo, hijo?—éste miró a su madre tras aquella pregunta y negó; luego giró la vista para buscar la maraña de rizos que era aquel chico.
Se encontraba al otro lado de la barra, sirviéndole una copa a Anna la cual reía de algo, haciendo que el chico de ojos verdes se contagiase.
—Me voy con...bueno, Anna y Harry.
Su madre negó.
—Tienes aquí a Eleanor, no necesitas a nadie más. Y menos a ese tal Harry. ¿No te caía tan mal?
Los ojos de Louis fulminaron a su madre, antes de volver a sentarse, y mirar su jarra de cerveza.

Jane, la madre de Harry, acompañada de su marido y Rick, se acercaron a dónde se encontraba la familia Tomlinson y los Calder.
—Buenas, Robert—saludó el padre de Harry al señor Tomlinson. —¿Cómo va ese trabajo?
Robert asintió sonriendo, haciendo un hueco para que este se sentase, quedando entre él y su hijo, Louis.
—Ocupado—rió—, pero nos saca de pobres.
Jane acarició el pelo de Louis, y sonrió cuando le dio un beso en la mejilla.
—Cariño, ¿no te vas con el equipo? Mi hijo y los demás preguntan por ti.
Lissa miró a Jane como negando, y la segunda se calló, pidiendo disculpas.
La madre de Eleanor miraba a ambas con las cejas alzadas, sarcástica.
—Que se vaya, pero mi hija debe acompañarle, ya que son pareja.
El chico de ojos azules dedicó una mirada de odio a esta, y luego se levantó tendiéndole una mano a Eleanor, y llevándosela hasta la barra, donde estaba Harry sentado hablando con Anna.
—Hey, pareja—sonrió Harry.
Y Louis no supo lo que le dolió más, si la sonrisa, o la forma tan sincera en que había dicho lo de pareja. Pero lo que Louis no sabía es que Harry para decirlo había tenido que pensar en ambos, en el beso de esa misma mañana en el vestuario.
—Harry, deja de disimular que no te importa. Es más, todo el mundo lo sabe...
El chico del pelo rizado dio un trago a su copa, y se encogió riendo.
—¿Qué sabe el qué? ¿Qué quiero a Louis Tomlinson?—Esa última pregunta la gritó haciendo que todo el mundo se girase hacia él, incluso las familias de los chicos.— Parece mentira que estando en una época tan avanzada se vea mal eso de la homosexualidad. Sí. Soy gay, o maricón, o cómo queráis decirme, pero lo siento si os molesta, no voy a cambiar por vosotros. Estoy cansado de ocultar mis sentimientos, cansado de guardar secretos, y de ser uno. —la última frase la dijo mirando a Louis, sin reprocharle nada, en realidad, simplemente con la intención de animarle, algo que, muy a su pesar, no consiguió.
Jane se levantó y fue hasta su hijo. Y para sorpresa de muchos, le abrazó.
—Estoy orgullosa de ti, pequeño. Y tu madre también lo estaría.
Y Harry no pudo evitar llorar cuando escuchó esa frase. Su madre había muerto, pero seguía viva en su corazón.
—Mi madre murió, pero en cierto modo, si no lo hubiese hecho, nunca habría estado contigo. Eres lo mejor que me ha pasado, mamá, y te quiero.
Jane acarició el pelo enmarañado de su hijo, y apoyó la cabeza en su hombro, dejando que algunas lágrimas resbalasen. Lo abrazó con fuerza y luego se separó de él.
—Te quiero, hijo.




CAPÍTULO 21.

La fiesta se tornó muy tranquila el resto de la noche, y poco a poco, las familias abandonaron el bar.
—Nos vemos mañana, Harold.—dijo Anna besando la mejilla de su mejor amigo.
—Vale, fea. Cuídate.
Louis salió acompañado de Eleanor, ambos cogidos de la mano.
—Hasta el lunes, Harry.—dijo ella, alzando las manos entrelazadas, y besando los nudillos de Louis.
Harry hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida, hasta que la pareja se giró alejándose despacio. Louis se negó a dejar así aquello, por lo que soltó la mano de la chica, y fue hasta él.
—¿Qué puedo hacer, Harry?
El chico de pelo rizado quedó atónito por la pregunta y la presencia de Louis. No lo esperaba allí cuando hacía unos segundos se había alejado.
—No lo sé...¿qué quieres hacer?
El chico de ojos azules miró alrededor de donde se encontraban, asegurándose de que solo estaba Eleanor.
—Esto.
Y, una vez más, los labios de Louis estaban pegados a los suyos, y se movían salvajemente, y todo era una mezcla de alientos, suspiros, lenguas y pasión. Y solo existían ellos dos en aquel momento.
Pero no duró lo suficiente, para ellos, y demasiado para que los padres de Louis se topasen con aquello.
Una semana después.

Había pasado una semana desde que los padres de Louis descubrieron aquello. <<¿Te chantajeó? ¿Te forzó a hacerlo?>> Las preguntas de su madre hacían que Louis se sintiese avergonzado de pertenecer a una familia así.
Se había pasado el último mes advirtiéndole que se separase de aquel chico, que no era bueno, y que lo estaba confundiendo.
Desde aquel día no había vuelto a toparse con Harry, ya que él mismo lo evitaba; simplemente se quedaba con Eleanor, a sabiendas de que esta, de lo contrario, contaría todo sobre aquella noche; y Louis no estaba dispuesto a perderlo todo. ¿O sí?

Ese mismo día se celebraba la ceremonia anual del equipo de Doncaster. El día en que los jugadores recibían el trofeo nacional como mejor equipo sub 21 en la liga inglesa.
Louis se había pasado toda la tarde preparando el atuendo y el pequeño discurso que debía dar como capitán.
Tras unos ensayos delante del espejo, y una ducha de 30 minutos de agua caliente, comenzó a vestirse con unos pantalones de pinza negros, una camisa blanca, y una americana del mismo color. Llevaba unos náuticos del mismo color del pantalón. Se peinó el pelo en un pequeño tupé, y se echó su colonia favorita.

El salón de actos estaba completamente irreconocible. Habían limpiado cada rincón de la estancia, y dado un toque más formal del habitual. De las paredes colgaban pequeñas hileras de cintas de papel de diferentes colores, algunas más llamativas que otras, y globos en cada unión de una de ellas con la siguiente.
Habían colocado varias filas de sillas, bien organizadas, diferenciando las columnas, ocupando gran parte del salón, dejando en el medio un pasillo suficientemente ancho.  En el centro había un pequeño escenario, en el cual se encontraba un atril con un micrófono, y dos banquillos, los que solían estar en el campo de fútbol cada día.


La música había comenzado a sonar. Los familiares de los jugadores del equipo de Doncaster ya ocupaban los respectivos asientos reservados, y el director ya había comenzado con su discurso sobre lo orgulloso que estaba de pertenecer a una familia tan grande como lo era aquel equipo.
El chico de ojos azules apenas echaba cuenta del discurso, quizás porque ya se lo sabía de memoria, o quizás porque ansiaba más escuchar la voz del chico de ojos verdes que se encontraba justo dos filas tras el pasillo que habían dejado entre las columnas de sillas.
—Louis. Atiende. El director está dando un discurso muy emotivo—le regañó Lissa, señalando al escenario donde el director se enjugaba lágrimas invisibles.
—Sí, ya veo, el discurso emotivo de todos los años. Estoy...
—Deja ya de buscar al maricón ese, Louis William Tomlinson. Deja ya de llamar la atención de esa forma, ¿o es que quieres darme un disgusto?
El discurso había acabado, y con ello toda la sala estalló en aplausos, momento que Louis aprovechó para responder a su madre.
—No te atrevas a volver a insultar a Harry en mi presencia, y más cuando tienes un hijo de su misma condición. Deja ya de creer que controlas mi vida, mamá. Y si crees que me voy a enamorar de Eleanor, te equivocas, porque lejos de que sea una buena chica, ella no hace que mi corazón se acelere, ella no me hace sentir, y nunca me hará sentir lo que ese chico es capaz de hacer.
Lissa se levantó con el ademán de golpearle, pero logró esquivarla. Todo se estaba volviendo más violento de lo normal, y había varias personas que se habían percatado de la escena. Louis decidió levantarse y marcharse hasta donde James y Harry estaba sentados.

Harry pasó una mano por los hombros de James, riendo, y observó la reacción de Ian. Este estaba tenso, mirando de reojo al chico de ojos grises, el cual le ignoraba por completo y reía junto a Harry. Poco después su vista se posó en el chico de ojos azules que se dirigía hacia ellos.
—Harry—susurró cuando estaba a solo unos centímetros de ellos.
El chico de pelo rizado lo ignoró por completo.
—Por favor, Haz...
Éste miró, alzando una de las cejas.
—¿Ahora me hablas, Tomlinson?
—Solo quería explicártelo, Harry...
—Has tenido una semana para explicarme todo, Louis, y te has negado a hacerlo, no sé por qué, y ahora me da igual. No quiero saberlo. Solo quiero que te alejes de mí y me dejes olvidarte.
—Pero...
—No, Louis, ahora soy yo el que pone impedimentos.
El chico de ojos azules volvió a mostrar esa mirada gélida a la que Harry se había acostumbrado hacía ya tiempo.
—¿ME PUEDES DEJAR HABLAR, HARRY? —Su tono de voz se elevó más del necesario.— Te estoy diciendo que quiero explicártelo. He sido un cobarde, Harry, y no quiero serlo más. Soy gay, sí, y te quiero, joder. TE QUIERO, ¿es que no te enteras? TE QUIERO Y ESTOY DISPUESTO A TODO SOLO POR TENERTE.
El chico de ojos verdes abrió los ojos y en cierto modo, su mandíbula toco el suelo.
¿En serio Louis Tomlinson, capitán del equipo de fútbol y antiguo cabrón engreído heterosexual le había dicho eso? No, eso no podía ser real.
Harry se levantó de su sitio, bajo la mirada atenta de los presentes, y logró salir de allí, del salón, sin demasiadas interrupciones en su camino.
Louis se había quedado allí plantado, con el corazón latiéndole a mil por hora, sin ser consciente de lo que acababa de soltar. El chico de ojos azules miró a James, su amigo y compañero que con una simple palabra lo alentó para seguir adelante.
—Ve.











CAPÍTULO 18 & 19.

CAPÍTULO 18.

Harry había pagado las pizzas, y las había llevado hasta el salón. Todos formaron un círculo en el suelo, dejando que las bebidas y las pizzas se quedasen en el centro.
La primera parte de la noche transcurrió tranquila, con conversaciones fluidas, y risas no forzadas. La segunda parte continuó así hasta el momento en el que se empezó el juego.
—¿Habéis jugado a "yo nunca"? Es fácil. Se dice algo que nunca has hecho, y los que lo hayan hecho deben beber de su vaso. —Niall explicaba como si fuese un experto en el juego, y miraba a Liam de reojo, que reía.
No parecía demasiado complicado, ni nada que fuese a costarle un riñón...Harry asintió, sirvió bebidas a todos en cantidades iguales, y comenzaron el juego.

—Yo nunca...—empezó Liam— he salido como pareja con una chica.
Anna, Alice y Eleanor bebieron. A continuación, cuando nadie más se esperaba que fuesen a beber, Louis alzó su vaso y dio un pequeño trago. James lo imitó.
—Yo nunca he estado a favor de la homosexualidad.—enunció Eleanor, con una media sonrisa en la cara. Louis la miró frunciendo el ceño, y a pesar de lo molesto de su comentario, bebió otra vez.
Era cierto que Louis nunca había estado a favor de la homosexualidad, pero por el simple hecho de que nunca se había sentido de tal manera.
—Yo nunca he estado enamorado—dijo Ian. James lo miró de soslayo, y en cierto modo se sintió decepcionado. La mirada, que había sido captada por Harry, le sentó como un cubo de agua fría, como si él mismo hubiese sido al que hubiesen herido.
—Yo nunca he tenido el valor para mostrar mi sexualidad.—anunció Niall, mirando a Harry, que tosió de repente.
El chico de los rizos contempló a su amigo con los ojos demasiado abiertos, y luego desvió la vista hasta Louis que no bebió.
La palabra DECEPCIÓN se asomó en su rostro y se marcó en su corazón.
<<Bien, Harry, ya has comprobado lo que creías>>.
James bebió, e Ian para la sorpresa de todos, también lo hizo.
—Yo nunca he engañado a nadie sabiendo que podía herir sus sentimientos.
Louis alzó la mirada cuando Harry pronunció aquella frase sin despegar los ojos de él. El chico de ojos azules le dedicó una mirada glacial, y luego acarició la mano de Eleanor, que estaba sobre su regazo.
Harry sintió una patada en el estómago.
<<Eleanor 2 - 0 Harry>>.
—Yo nunca he despreciado lo que tenía, a pesar de que era importante para mí.
Zayn, Niall, Liam, Ian y Louis bebieron seguidamente tras la afirmación de Anna. Harry la miró, dedicándole una tímida sonrisa.
Ella asintió, sabiendo que Harry se sentía agradecido por aquello.
—Yo...—la voz de Louis se quebró. Miró a una pequeña pulsera de color verde que tenía atada a su muñeca, y comenzó a jugar con el nudo.— Yo...Sé que este juego se llama "yo nunca", pero quiero simplemente decir algo... No importa si no bebéis.—Louis se calló un instante.— Yo nunca he admitido que estoy enamorado por lo que pudiesen pensar.
El chico de pelo rizado había perdido todas las esperanzas de que se hubiese referido a él con aquello, aún así, alzó la vista, con los ojos vidriosos, y dejó que Louis respirase tras decir aquello.

La noche siguió su curso, con charlas, risas, y alguna que otra historia de años anteriores. Harry, al fin, contó lo ocurrido hacía 11 años aprovechando que Eleanor había salido..., cómo había perdido a su madre, y en cierto modo, contándolo allí, se sintió mejor.
Los chicos se tumbaron en el sofá, y en los colchones inflables que habían estado montando. Harry se tumbó sobre el sofá mullido, apoyando la cabeza sobre el regazo de James, quien estaba sentado cómodamente en él.
Louis dedicó una mirada a ambos, y se tumbó justo al lado de ellos, en uno de los colchones, junto a Eleanor, que comenzó a abrazarlo.
Por esa noche Louis se permitió soñar que no eran los brazos de aquella chica los que rodeaban su cuerpo, si no los del chico de ojos verdes que desde hacía ya tiempo había cambiado su corazón.


CAPÍTULO 19.

Sábado al mediodía.

Louis había dejado a James e Ian en sus respectivas casas, y ahora se dirigía a la suya propia acompañado de Eleanor, su novia según su madre.
Desde la llegada de Eleanor a la Universidad, su madre había hecho lo imposible porque ambos tuviesen un acercamiento, incluso le había ofrecido dinero a su propio hijo para que ambos se uniesen. Para su madre era inaceptable que su único hijo, su niñito de ojos azules, tan popular y atractivo, no sintiese nada al ver a una mujer. Pero lo que más le perturbaba a ella, es que de su boca, por las noches, solo saliese aquel nombre repugnante, y las palabras que debería dedicarle a alguien con quien compartiría su vida: "te amo".
Una vez en casa, Louis ayudó a Eleanor a bajarse del coche, dirigiéndole una mirada para que se adelantase mientras él hacía una llamada.

Habían limpiado la casa de arriba a abajo, y el salón tenía un brillo especial aquel mediodía. La mesa estaba vestida de blanco, con un mantel de tela beige hecho a la perfección. Estaba colocada sobre ella varios jarrones con lirios blancos, y los cubiertos sobre un pequeño mantel individual del mismo color blanco. Había varios platos, superpuestos uno por encima de otros, y un par de copas de cristal por cada pieza.
Louis dirigió una mirada la cocina que estaba en el mismo pasillo, justo frente al salón. Su madre se encontraba preparando pavo, al parecer, ya que el horno dejaba escapar el aroma de este mezclado con las especias.
Su padre pasó por detrás, apretándole los hombros, y dándole un leve toque en el hombro a Eleanor. Ella sonrió, y se dirigió hasta donde estaba la madre de Louis, preguntando si necesitaba ayuda. Louis salió de la cocina y se dirigió a la puerta tras que el timbre sonase. Los padres de Eleanor se encontraban al otro lado, y para Louis fue una sorpresa, aunque no muy grata.

—¿Y qué piensas estudiar, Louis? Veo que te centras mucho en tu equipo de fútbol—el padre de Eleanor se limpió la boca con una de las servilletas educadamente, dirigiendo la mirada hacia el chico de ojos azules.
—Eh...realmente estoy interesado en el mundo del deporte, y mientras me vaya bien... Me han ofrecido una beca y pienso aceptarla. Después también me gusta periodismo y eso...
La madre del chico de ojos azules le dedicó una mirada de soslayo a su hijo, y luego al padre del chico.
—Pero hijo, tú siempre has querido estudiar algo como...derecho, ¿no?
Louis miró a su madre, arqueando una ceja, y luego hacia Eleanor que le dedicaba una sonrisa tímida. Ella iba a estudiar derecho, y sus padres creían conveniente que ambos estudiasen lo mismo para que así pudiesen verse más a menudo.
—La verdad es que nunca me ha interesado algo como el derecho. Veo una pérdida de tiempo tantos años de estudio para una profesión tan pobre, que carece de valores a mi parecer. Dime algún político que sea honrado y me pensaré estudiarme derecho.
—LOUIS.—su madre alzó la voz más de lo debido, alertando a la madre de Eleanor, que alzó los ojos hacia esta, desorbitados.— Lo siento.
Ella asintió con un gesto incómodo.
—Y bueno, ¿quiénes son tus amigos, Louis? Mi hija me ha comentado que sobre todo hay chicos en tu grupo, que solo tu hermana y una amiga pertenecen a tu grupo.
—Sí, somos varios chicos... y dos chicas. Eleanor es reciente y aún no está demasiado integrada.
—Ella se integrará pronto. Es tan amable, y guapa...

El silencio que había seguido a la frase de la madre de Eleanor fue interrumpido por la llegada de Alice con un portazo.
—Ya estoy en casa. ¿Qué hay de...?—Alice miró a la mesa repleta de diferentes manjares, y se sintió dolida por el hecho de que no le hubiesen avisado.
—Hija...
Louis miró a su madre sorprendido. Ni él mismo se creía la situación.
—¿No avisaste a Alice, mamá?—Este se levantó de la mesa, indignado, posicionándose junto a su hermana.
—Simplemente creía conveniente que comiésemos la futura pareja y sus padres... Alice se habría sentido incómoda.
—¿Incómoda?—interrumpió la chica—Más incómoda me siento llegando a mi propia casa y viéndome como una desconocida.—La chica se giró y subió a su habitación a paso rápido.

La comida había concluido, y Louis seguía sentado en la mesa, de brazos cruzados sin mirar a ningún lado.
—Louis, hijo...¿qué tal si sales con tu chica?
—No es mi chica, ¿de acuerdo?
—¿ENTONCES QUE ES, LOUIS?
—Es una amiga, simplemente. Es Eleanor, una chica corriente que acaba de llegar a la universidad y con la que ya has decidido emparejarme. ¿Es que nunca me vas a aceptar como soy, joder?
Los ojos de Lissa, su madre, se abrieron de par en par, y alzó el brazo intentando darle una bofetada esquivada por el chico.
—No te atrevas a tocarme.
Louis le dirigió una mirada a la familia, que observaba la escena, y salió fuera, a la calle, con la intención de alejarse de aquel ambiente que desconocía.

Domingo por la tarde.

—¿Sí?—Harry se había levantado deprisa para coger el teléfono fijo. Estaba solo en casa, una vez más.
—Harry, soy mamá... Tardaremos un rato más de lo esperado. Tu hermano está con algo de fiebre y nos vamos a pasar por el médico. Tienes comida en el congelador. Te quiero.
La voz de su madre a través del teléfono se cortó tras responder con un : "yo también os quiero, mamá".
El chico de pelo rizado se dirigió otra vez hasta el sofá, tumbándose y volviendo a girar la vista al techo. Recordaba cada instante del viernes por la noche, cada mirada que había intercambiado con Louis, recordaba el sonido de cada respiración acompasada de ambos al dormir... Incluso podía recordar los latidos de su corazón, y como sabía su aliento.

Harry se golpeó la cabeza levemente, intentando reprimir esos pensamientos. Necesitaba alejarse de Louis completamente, olvidarse de él, para siempre. 

CAPÍTULO 17.

CAPÍTULO 17.

Cuando Harry subió las escaleras hasta llegar a su habitación, el corazón seguía latiendo demasiado rápido como para que hubiese sido un simple sueño. Aún sentía el sabor de los labios de Louis, y llevaba impregnado en su cabello, el olor del pelo del otro chico.
Se pasó la mano varias veces por los labios, que aún estaban algo hinchados de la presión del beso. Harry lo pellizcó y simplemente sonrió como un tonto.

A pesar de lo ocurrido en el vestuario y después de la fiesta, Harry era indiferente a los ojos de Louis. Le evitaba, e intentaba mantener el mínimo contacto con él. A veces, incluso en la cafetería, se había excusado con que debía irse a hacer cualquier cosa cuando Harry había llegado.
—¿Sabes? Me siento como una completa mierda. —Harry estaba sentado en el suelo, cerca del campo de fútbol, apoyando la espalda en la pared, con las piernas recogidas, abrazándose las rodillas, y bajando la cabeza hasta apoyarla en estas.
Anna, que se encontraba allí con él, intentaba animarlo de alguna forma, aunque era inútil.
—¿Y por qué no fuerzas un encuentro en los vestuarios? Sabes bien que Louis espera a ser el último en ducharse, y que de allí no podrá escapar a menos que tú le dejes.
Harry negaba con la cabeza.
—Es...extraño. ¿Sabes? Es que me siento impotente. Debería hacerlo, pero no tengo control sobre la situación. No...—Anna lo calló.
—Harry, ahí está. Es el momento de que vayas y le digas lo que sientes. Que estos días te sientes mal. Ha pasado una semana y no te ha dirigido la palabra. Pon fin a esto.
Harry miró a su amiga, y tras torcer el gesto, asintió levemente, y se levantó, dirigiéndose hacia el chico de ojos claros.

—Louis—el chico se giró, y no parecía en absoluto sorprendido de que fuese Harry quien lo hubiese llamado. No. Parecía feliz de hecho.
Harry sintió una oleada de calor recorriendo su cuerpo cuando se encontró nadando en los profundos ojos de Louis. El chico de ojos azules, se acercó hasta él, rozándole la mejilla con los dedos.
—Lo sé, lo sé...Simplemente no sé cómo reaccionar ante esto... Eres el...es difícil, Harry. Tengo una familia muy tradicional, y en estos momentos me piden que me centre en mis estudios y en mi carrera como jugador. Y además, si deseasen conocer a mi pareja, no serías tú.
Las palabras de Louis se clavaron como un cuchillo en el corazón de Harry, que sintió el impulso de llorar e irse corriendo de allí; aún así esperó a que corrigiese su error, cosa que no hizo.
—¿No sería yo?
—Ellos quieren a una chica, Harry, no a un chico. ¿Desde cuándo el chico más popular de una universidad es gay? ¿Has visto eso en alguna película? ¿Algún libro?
El chico del pelo rizado negó.
—Pero esto no es una película, Louis. Ni es un libro. Es la vida real.
El chico de ojos azules, asintió, mordiéndose el labio y acercándose lentamente hasta el oído del chico de pelo rizado.
—Todo va a salir bien—susurró. Después de una leve caricia, se alejó hasta el entrenador, el cual acababa de llegar, y mandaba a empezar el entrenamiento.

Dos semanas después.

Liam cruzaba el pasillo agarrado de la mano de Niall, pasando de los comentarios inapropiados que propiciaban algunos estudiantes. Anna y Zayn caminaban junto a Alice, Ian y James, y Harry, al final del grupo, mirándose los pies.
Hacía dos semanas que Louis no le dirigía la palabra. Dos semanas desde el "todo va a salir bien". Dos semanas desde la llegada de la nueva chica a la Universidad de Doncaster.
Eleanor.
Era una chica bajita, de metro sesenta y pico, pelo largo, ondulado, y castaño. De piel clara, y ojos oscuros. Otra universitaria más del montón, y cómo no, loca de amor por el capitán del equipo de fútbol.
Desde hacía dos semanas, Louis había pasado a sentarse en otra mesa, junto a Eleanor y un grupo de universitarios algo menos populares que los jugadores de su equipo. Había cambiado su popularidad por sentarse, simplemente, en una mesa lejos de Harry.
El chico de pelo rizado había estado llorando en el baño varias veces desde aquello. ¿Y el "todo va a salir bien"? Se preguntaba. ¿Y los besos? ¿Eran simplemente un castigo por enamorarse?
Harry había rogado varias veces alejarse un tiempo de la Universidad. Descansar por un tiempo, y dejar Doncaster, pero sus padres se negaban. Cualquier cosa que hubiese estado bien, en dos semanas se había echado a perder.

Partido del Jueves tarde.

—Necesito que juguéis como un equipo. Necesito esa victoria; vosotros la necesitáis.
Harry se encontraba junto a Liam, que rodeaba sus hombros con su musculoso brazo. A su otro lado estaba James, que tenía el brazo sobre su cintura. Louis observaba al entrenador dejando caer alguna mirada de soslayo hacia el brazo de James apoyado en Harry.
<<¿Quién se cree que es para tocarlo así?>> se preguntaba Louis mientras chasqueaba la lengua.
—¡VAMOS!

Las gradas estaban llenas de familiares, amigos, y otros tantos apoyando a los diferentes equipos. Los padres de Harry ocupaban un lugar cercano al banquillo, junto a su hermano Rick, que llevaba una camiseta con el número 4 impreso en la espalda, y el apellido de su hermano: Styles.
Niall, Anna y Alice animaban desde la misma fila que los padres de Harry. Varias filas arriba se encontraban los padres de Louis, sentados junto a Eleanor, que entablaba conversación con ellos.

El equipo salió al campo, y nada más empezar el juego Harry solo tuvo un pensamiento: Ganar.
Simplemente quería jugar para ganar. Todo era más fácil si se pensaba estrechamente.
El chico de ojos azules llevaba el balón en sus pies, regateando a todo aquel que se interpusiese en su camino. Con un golpe largo, el balón se dirigió hacia la banda donde se encontraba James, el cual lo recibió con el pecho, controlando la precisión del ataque.
Harry se adelantó para ganar terreno. El pase al hueco de James fue perfecto para un primer gol por parte de Harry. El equipo comenzó a correr junto a él, siendo James el primero en abrazarlo. Louis llegó más tarde, mirando a James receloso, y pasando más tarde la mano por la mata de pelo rizado de Harry.
Este le dedicó una mirada vacía, algo que le desconcertó. Harry nunca hacía eso.
El chico de ojos azules volvió al juego, intentando alejar de su mente la mirada que Harry le había dedicado.

El juego continuó durante los 90 minutos normales, con la victoria por parte de la Universidad de Doncaster, con un 4-1 en el marcador.
El equipo se reunió en los banquillos, para felicitarse, y dedicar un segundo a dar las gracias a quienes hacían posible aquello.

La familia de Harry bajó corriendo hasta donde el chico de pelo rizado se encontraba, abrazándolo.
—¡Muy buen partido, hijo! Estamos orgullosos de ti.— su madre asentía, y Rick, se aupó para conseguir abrazarlo.
Anna, Alice y Niall bajaron a felicitar a su amigo, abrazándolo, y repitiendo las palabras del padre. Todos se quedaron allí, esperando a que los demás se acercasen.
Zayn dio un golpe cariñoso en la espalda de Harry, dándole luego un beso en la mejilla.
—Buen partido, tío.
El chico moreno, se dirigió hacia su chica, dándole un beso en los labios, y rodeándole la cintura.
Poco a poco el resto del equipo se fue acercando a darle la enhorabuena a Harry por el partido, por el hattrick.
El doctor Tomlinson y su esposa se acercaron hasta su hijo, saludándolo, acompañados de Eleanor. Luego se acercaron hasta Harry, para saludarle, y felicitarle.
—Estás más fuerte desde la última vez que nos vimos, Harry.
El chico sonrió, estrechándole la mano al padre de Louis.
—Sí. El gimnasio, y los entrenamientos ayudan.
El chico de ojos verdes intentaba mantener la vista apartada de Louis, y no le fue del todo difícil. El tener que ocultarlo tanto tiempo, le había dado fuerzas para incluso resistírsele estando, a penas, a unos metros de él.
James e Ian llegaron seguidamente a donde estaban todos reunidos. James abrazó a Harry, y pasó su mano por el pelo rizado de él, haciendo que el cuerpo de Louis se tensase al ver aquello. Apretó los dientes, y puso buena cara cuando Eleanor, dándose cuenta, se giró para mirar al chico de ojos azules.

El resto del día tras el partido fue monótono. Un rato en la cafetería, clases, y entrenamiento por la tarde.
Habían estado practicando, sobre todo, el tiro a puerta, cosa que Harry había estado perfeccionando durante las últimas semanas. Tras el entrenamiento, se había dirigido al vestuario para darse una ducha. Como siempre, se había quedado de los últimos para estar más tranquilo.
—Harry—la voz del chico de ojos azules le sobresaltó, haciendo que el champú se le resbalase de las manos y cayese al suelo, salpicando algo de agua.
Bajó la mirada hasta el chico que se encontraba semidesnudo justo detrás de él. Sintió un cosquilleo recorrer su columna, y como la piel se le erizaba bajo el contacto con el agua caliente.
—Louis...—susurró, antes de recoger el champú y girarse de nuevo.
El chico oyó el suspiro de este, que unos segundos después, rodeaba su cintura con sus manos, sintiendo el contacto de su miembro en el culo. Louis estaba desnudo tras él. Completamente desnudo.
Había comenzado a besarle la espalda lentamente, acariciándole los brazos...
Harry se giró con rapidez, dándole un empujón.
—No te atrevas a hacer esto. ¿Crees que puedo ser tu títere? ¿Crees que puedes venir a mí cuando te dé la gana? Estás muy equivocado, Tomlinson. MUCHO—gritó la última palabra, saliendo de la ducha, y cogiendo sus pertenencias tras enrollarse la toalla, saliendo del vestuario.

Harry había estado completamente equivocado. Louis no era inocente, ni buena persona. Louis lo utilizaba como quería y más. Desde su estúpida confesión en el campo de fútbol todo había cambiado. Sí, había sentido por primera vez lo que era el amor de verdad, pero... ¿merecía la pena? ¿Merecía la pena sufrir así por ese tipo de amor?
El chico de pelo rizado se había quedado sentado en una mesa colocada en la esquina de la cafetería. Niall y Liam se habían acercado, y simplemente se habían sentado allí, sin abrir la boca, y dejando que Harry, aún estando acompañado, no se sintiese agobiado. Zayn y Anna llegaron más tarde, pero se fueron tras dejarle la invitación del baile de la universidad. James e Ian se pararon un rato, y el segundo se acabó yendo, dejando que James se quedase allí con él.
Liam y Niall aceptaron la petición de James de dejarlos a solas un rato. Harry no dijo nada al respecto, pero tampoco pudo quedarse callado, cuando James le levantó la alzó la cabeza, y juntó sus labios con los del chico de pelo rizado.
Harry se apartó bajo la mirada atenta de toda persona que se encontraba en la cafetería, y aún sabiendo las repercusiones que podía tener aquello, solo miró al chico, y sonrió.

Todo había salido como habían planeado. James se había jugado el cuello por hacerle el favor, e incluso había perdido dignidad, pero todo lo que fuera por un amigo, ¿no?
El chico de pelo rizado abrazó a su compañero de equipo, dándole las gracias una y otra vez por fingir un posible noviazgo entre ellos.
—En realidad es la única forma que tengo de saber si de verdad le importo. Es la única manera de saber si lo hace para reírse de mí, o lo hace porque de verdad me quiere.
—Te entiendo, tranquilo. Hasta ahora nadie había pensado que yo pudiera ser gay. Incluso Ian piensa que soy heterosexual...
Harry miró al chico, dedicándole una sonrisa, compadeciéndose de su situación.
—Es como si a pesar de todo el tiempo que pasamos juntos, no quisiera darse cuenta de que siento algo por él. Algo más que una amistad...Sí, es mi mejor amigo, por encima de todo, pero también es... mi gran apoyo. Es como si...
El chico de pelo rizado asintió, dándole a entender que no hacían falta más palabras, que no era necesario que lo explicase. Él lo entendía a la perfección.

Esa tarde la pasó leyendo y viendo su peli favorita una y otra vez: Love Actually. Se había quedado dormido sobre el sofá, cuando "All I want for Christmas is you" sonó por cuarta vez en la pantalla.
<<—Buenas noches, Lou.—se atrevió a decir.
Antes de que se diese cuenta, Harry ya estaba entre los brazos de este, con el corazón acelerado.
—No vuelvas a llamarme así, Styles.—Y después sus labios se encontraron en un beso más dulce que el de esa mañana, que había sido todo lenguas y desesperación.
El chico de pelo rizado se apartó poco después, de mala gana.
—¿Y...?
El otro chico lo calló, pasando una mano por su mejilla.
—Que sea un secreto. Al menos por ahora...Harry.>>

El chico de pelo rizado se levantó sobresaltado del sofá, respirando ansioso tras recordar en sueños la escena del beso, y la petición de Louis.  Le había pedido que fuese un secreto...y Harry lo había mantenido, pero no estaba dispuesto a perder la cordura por aguantar sin oír la voz de Louis hasta que él se decidiese a dar el paso.
Se levantó y se dirigió al baño para mojarse la cara. Rick y sus padres habían salido esa noche de cena, y Harry había decidido invitar  sus amigos a pasar la noche en casa.
Eran las nueve y media cuando comenzaron a llegar: Niall, Liam, James, Ian, Zayn, Anna, Alice, y para sorpresa y desgracia de Harry, Eleanor y Louis.
Al parecer nadie parecía contento por la presencia de Eleanor, excepto Louis, que no expresaba sentimiento alguno, si no indiferencia.
—Hey, chicos. Pasad al salón. He pedido pizzas, vendrán en tres cuartos de hora, aproximadamente.
Harry esperó hasta que entrase James, que se había quedado el último para llevar su plan a cabo.

Recorrieron la estancia de la mano, y se sentaron juntos en el sofá, justo al lado de Louis y Eleanor. El chico de ojos azules miraba los dedos entrelazados de ambos con recelo, pero no comentó nada, simplemente miró al frente, donde se encontraba su hermana que miraba a Eleanor con cara de asesina.