CAPÍTULO 5.
Como el día
anterior, las nubes cubrían gran parte del cielo, aunque esta vez estaba más
encapotado de lo normal.
Harry cogió una
sudadera azul marina, para ponérsela sobre la camiseta blanca de manga larga, y
salió a la grisácea mañana de Septiembre.
—¡Pasa!—el grito
que James le había dirigido para que le pasase el balón había sido suficiente para
no hacerlo. Harry siguió con el balón en sus pies, corriendo y regateando a
todo aquel que se interponía en su camino.
El resto era pan
comido, chutar y marcar. O eso es lo normal. Lo normal es que chutes cuando
estás frente a la portería, y puedes o no meter gol, pero chutas. Por el
contrario, Harry, se quedó admirando al capitán del equipo que acababa de
entrar al terreno de juego.
Este se saludaba
con el entrenador, y luego desviaba la vista hacia el juego, contemplando como
Ian conseguía quitarle el balón.
Louis negó, y giró
la cabeza para fijarse en como James pateaba el banquillo.
—Espero que no
juegue de titular—murmuraba malhumorado. —Le estoy diciendo que me la pase.
Estaba libre, cojones. Podría haber metido gol...—este golpeo el banco con el
brazo, antes de que Louis lograse detenerlo.
Harry se sintió
mal. En realidad en cierto modo sí que tenía razón, pero no podía decirle
cuándo tenía que pasar, ni dónde.
Louis se giró tras
echarle una mirada a su compañero, y volvió la vista al campo.
Harry decidió
concentrarse en el juego. Corrió hacia el centro del campo, comenzando de
nuevo.
—¡GOOOOOOOOL!— sus
compañeros de equipo corrían hacia Harry, tirándose sobre el rizos, y besándole
la cabeza, la mejilla, o dándole toques en la espalda.
El entrenador, con
su silbato, llamó a todos a reunirse en el banquillo.
—Bien, como ya
sabéis, esta semana empieza el torneo entre las universidades. No podemos dejar
que nadie nos gane. Tenemos que enseñarles a todos quienes mandan. —el equipo
se mostraba seguro de sí mismo, y atento a las palabras del entrenador— El
próximo día diré los titulares. Ahora, daros un baño y a clases. ¡VAMOS!
Despidiéndose
todos, Harry se fue corriendo hacia los vestuarios. Una vez allí, comenzó a
desnudarse, y entró en las duchas. Dejó que eliminase todo resto de sudor de su
cuerpo, y salió una vez limpio. Justo en ese instante comenzaron a entrar
todos, cosa que agradeció, ya que no se sentía cómodo duchándose con tantos
hombres.
Con la toalla
enrollada a su cintura, se fue hasta su taquilla. Algunos de los chicos del
equipo se pararon a mirarlo. Es verdad que le habían criticado, pero más de uno
de ellos habría querido tener el cuerpo del rizos. Alto, delgado, musculado... Con unos oblicuos
muy marcados, al igual que sus bíceps. Tenía el cuerpo tatuado, algo que lo
hacía más sexy y atrayente aún.
Louis entró en los
vestuarios, y sin poder evitarlo, dirigió su mirada hasta Harry. Este sintió
como todo su cuerpo enrojecía al instante, por lo que decidió apartar la mirada
de los ojos del capitán, el cual se encontraba tenso en ese mismo instante.
Louis se colocó
justo en la taquilla de la derecha de Harry, sacando sus cosas poco a poco:
toalla, gel, y unos calzoncillos Calvin Klein negros con las letras en blanco.
Louis comenzó a quitarse la camiseta, y Harry notó como su cuerpo comenzaba a
quemar.
<<Harry,
contrólate. Siempre has podido controlar estos puñeteros impulsos. Es solo un
tío. ¿Desde cuándo te intimida tanto?>> En ese mismo instante recordó las
palabras de Niall, de su mejor amigo: <<Es amor, Harry>>.
Desviando esos
pensamientos, terminó de vestirse y salió del vestuario tras despedirse de sus
compañeros.
—Oh, Dios. Gracias
que estas aquí. Necesitaba ver una mujer en este día.
Anna rió por el
comentario de Harry, dándole un beso sonoro en la mejilla.
—Vámonos; tenemos
clase, Harold.
Tras esa hora,
ambos, Harry y Anna, se fueron a la cafetería. Justo en la mesa del día
anterior se encontraba Niall ya sentando con Louis, James, Ian, y el ex de
Anna, Zayn. Reían de alguna broma, aunque Louis no parecía tan divertido por el
tema de conversación.
—Hey, chicos. Os
quiero presentar a Anna.—dijo Harry, uniéndose a la mesa, cogido de la mano de
Anna.
Los ojos de Zayn no
pudieron más que desviar la vista hasta sus dedos entrelazados, cambiándole el
tono de piel, de moreno a yeso.
Ésta sonrió,
sentándose junto a Harry, y dejando sus manos entrelazadas sobre la mesa, para
captar la atención de Zayn, y por inercia la de Louis, que también observaba la
mano con recelo.
—Encantado, Anna.—
dijeron Ian y James al unísono. A pesar de los piques con ellos, de los
primeros días, ambos se habían portado genial con Harry desde entonces, y
cuando se picaban era respecto al fútbol.
—Sí...Encantado—Louis
le dedicó una media sonrisa, que Anna respondió alzando las cejas.
Zayn, por el
contrario, se quedó callado, observando la mano. Era obvio que sentía algo.
¿Celos? Podría ser. Siempre se quiere recuperar lo que un día se ha perdido,
por muy poco valor que se le diese en su momento.
—Espero no molestar
aquí...—susurró.— No quiero que os sintáis incómodos en mi presencia—dijo
señalando la mano que tenía cogida con Harry.
Harry la miró,
sonriendo, e indirectamente dándole las gracias por aquello.
Louis entrecerró
los ojos, mirándolos, y haciendo caso omiso de lo que acababa de pasar.
—¿Y cuándo fue
vuestro primer beso?—se atrevió a preguntar Ian, interesado en la pareja que
estaba sentada justo a su derecha.
Harry se quedó
callado. No había planeado más de cogerse la mano, y evitar comentarios tipo:
"Ve a por ella, o se lo diremos nosotros".
—Ahora—resolvió
Anna, girándose en su sitio, y soltando la mano de Harry a la vez que la alzaba
hasta su mejilla para acariciarla mientras unía sus labios a los de él. Harry
cerró los ojos por inercia, y apoyó sus manos en los brazos de ella,
acariciándolos lentamente, a la vez que una de sus manos subía y se enredaba en
su pelo ondulado. Ella sonrió sobre sus labios antes de separarse y volver a
girarse hacia el grupo.
Louis se había
levantado y se disponía a irse, mientras miraba a Harry enfadado. ¿Pero por qué
enfadado? Harry se sintió culpable. Ya le gustaría a él que esos labios fuesen
los suyos.
Zayn, por su parte,
no dejaba de mirar los labios de Anna, los que había besado más de una vez, y
los que añoraba, sin duda. Había sido tonto. Muy tonto. Y ahora lo sabía.
Anna se levantó,
dándole un segundo beso a Harry, aunque esta vez menos pasional, fue un beso
leve y rápido en los labios; tras despedirse, salió de la cafetería a paso
rápido.
Tres horas después
se encontraba en su casa, tirado sobre el sofá con una lata de cerveza, y la
tele encendida haciendo zapping. Su móvil comenzó a vibrar.
<<Mañana
entrenamiento a las 7 de la mañana. Te espero en los vestuarios. >>
Harry vio el número
desconocido tras leer el mensaje. Nadie que no estuviese en el equipo,
exceptuando a Niall y Anna, sabían de su existencia, por lo que no creía que
fuese una broma.
Respondió con un
simple: <<Allí nos vemos>> y dejó el móvil sobre la mesa del
comedor, dando un trago a su cerveza.
—Harry, Harry cariño, estoy en casa—su madre lo zarandeaba
con cuidado, mientras posaba un beso en su frente tras apartar su pelo rizado.
—Mami... has tardado tanto... Te echaba de menos.—El pequeño había
abierto los ojos y miraba su madre con ternura, con anhelo. Luego se incorporó
y se echó sobre sus brazos, abrazándola fuerte.
—Y yo a ti, mi pequeño...
Harry se levantó
sobresaltado. Miró el reloj. Las 3:30 de la madrugada. Una manta cubría su
cuerpo, que durante aproximadamente unas 8 horas había estado tumbado en el
mismo lugar.
Se levantó con
cuidado y fue a la cocina a por un vaso de agua. Sentía un dolor intenso en la
cabeza, y tenía bastante calor debido, supuso, a las 3 cervezas de más que se
tomó.
Volvió al sofá,
tumbándose, posando los ojos en el pequeño foco que se encontraba justo encima
de él.
—Te echo de menos,
mamá...—susurró antes de volver a cerrar los ojos y quedarse dormido.
CAPÍTULO 6.
Volvía a hacer
calor. Mucho calor. Sentía como su cuerpo ardía, y tenía la necesidad de
eliminar toda la ropa que le cubría. Necesitaba deshacerse de todo lo que le
envolvía. Se sentía asfixiado, acalorado...
—¡Harry, por
favor!—Harry abrió los ojos sobresaltado por el grito de su madre que le había
estado intentando colocar el termómetro.
—Ah, lo siento,
mamá.
Ella relajó su ceño
fruncido y acarició el pelo rizado de Harry, asintiendo.
—Tienes fiebre.
Llevas así toda la noche, y toda la mañana. Cuando llegue tu padre, te
llevaremos al médico.
Harry miró el
reloj. Las 18:30. ¿LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE? Llevaba más de un día dormido,
exceptuando los minutos que había ido a beber agua.
Este intentó levantarse,
cosa que su madre impidió.
—Estate tranquilo.
Papá llegará en unos minutos.
El hospital estaba
a una media hora en coche. Una de las recepcionistas les había dado número y
guiado hasta la sala de espera. Era una sala amplia, con sillas lo suficientemente
incómodas como para que más de una persona estuviese de pie, andando de un lado
para otro. Harry decidió sentarse en unas cercanas a la puerta de salida, donde
daba un poco más el aire, y esperó observando las blanquecinas paredes.
—Buenas noches,
doctor—dijo su padre con su tono de voz grave a la vez que estrechaba la mano
con el hombre que estaba al otro lado del escritorio. Harry estrechó la mano
que el doctor le tendía.
—Bien...¿qué les
pasa?
—Desde ayer me
encuentro mareado, con náuseas y dolor de cabeza intenso. Además se añade a
esto una sensación continua de calor.
El médico se quedó
pensativo, mientras tanto, Harry se dedicó a mirar el despacho de este. Había
varias estanterías llenas de cuadros, libros, y diplomas. Además, por las
paredes, había certificados, y la orla de la universidad.
Uno de los cuadros
de la estantería llamó su atención. Era un chico de unos ocho años de edad, no
muy alto, ojos claros y pelo castaño y alborotado. Su corazón se aceleró un
instante al encontrar el parecido, pero negó, desviando la vista hacia el
doctor, nuevamente.
—Esos síntomas son
de vértigo. Les pasa a muchas personas, y desgraciadamente, no hay tratamiento
para eso. ¿Es posible que últimamente estés experimentando cosas nuevas?
Harry negó en un
principio, pero luego, asintió, rápidamente.
—Sí... desde hace
unos días sueño diariamente con mi madre... falleció hace...mañana hace once
años.
El doctor se
lamentó.
—Puede que esos
sentimientos estén provocando estrés y de ahí la fiebre, nauseas, calor, etc. Lo
que te recomendaría es unos días de reposo. ¿Haces algún tipo de deporte?
Harry asintió,
mirando a su padre, que lo miraba preocupado.
—Fútbol, en la
universidad de Doncaster.
—Oh, bien. Buena
Universidad, y muy buen equipo... Mi hijo juega allí también. Supongo que lo
conocerás.
La foto tenía
parecido porque era él. Louis, Louis Tomlinson.
—No.—mintió Harry.—
No sé a quién se refiere.
El doctor señaló la
foto, y luego se paró, abriendo un cajón.
—Debe de estar...
En ese mismo
instante la puerta del despacho se abrió, entrando el famoso capitán del equipo
de fútbol de la universidad de Doncaster.
—Louis.
—Harry.
El chico de ojos
verdes abrió mucho los ojos, sintiendo como el corazón volvía a latir
apresuradamente.
—Disculpad...
Yo...—Louis miró a su padre. Este simplemente sonrió.
—Bueno, este es mi
hijo.
Harry miró al
doctor Tomlinson, y luego a Louis. Asintió.
Louis, tras un
silencio algo incómodo, cerró la puerta y se fue.
—Bueno, como
iba diciendo...será mejor que te tomes
unos días de reposo, y ya me irás contando cómo van evolucionando esos
síntomas. Le pediré a mi hijo que cuide de ti—rió levemente, y su padre
agradeció la atención que había puesto.
—Hasta luego,
doctor Tomlinson.
—Llámame Robert.
Harry asintió y
salió del despacho algo nervioso.
Una vez fuera del
hospital esperó a su padre cerca del coche. La noche era fría, pero lo
agradecía, ya que así la sensación de calor era menor.
—Eh, Harry.
Reconoció la voz al
instante. Se giró para encontrarse de frente con los ojos azules de su
compañero.
—Louis.
—Sí, bueno, ¿quién
si no?—pudo ver como en su rostro se dibujaba una sonrisa. Y qué sonrisa...—
Debo decirte que me preocupé al ver que no viniste al entrenamiento. No sabía
que estabas enfermo. ¿Estás ya mejor?
Harry asintió.
Estando a su lado estaba mejor... <<¿Pero por qué piensas eso, Harold?
>> se regañó a sí mismo.
Louis asintió,
imitando el gesto de Harry.
—Me alegra saberlo.
Espero verte en los entrenamientos pronto.
—Sí. Nos veremos.
En ese mismo
momento llegó su padre, quién saludo a Louis. Este se despidió de ambos, y
corrió hacia el hospital.
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