miércoles, 24 de julio de 2013

CAPÍTULOS 5 & 6.

CAPÍTULO 5.

Como el día anterior, las nubes cubrían gran parte del cielo, aunque esta vez estaba más encapotado de lo normal.
Harry cogió una sudadera azul marina, para ponérsela sobre la camiseta blanca de manga larga, y salió a la grisácea mañana de Septiembre.

—¡Pasa!—el grito que James le había dirigido para que le pasase el balón había sido suficiente para no hacerlo. Harry siguió con el balón en sus pies, corriendo y regateando a todo aquel que se interponía en su camino.
El resto era pan comido, chutar y marcar. O eso es lo normal. Lo normal es que chutes cuando estás frente a la portería, y puedes o no meter gol, pero chutas. Por el contrario, Harry, se quedó admirando al capitán del equipo que acababa de entrar al terreno de juego.
Este se saludaba con el entrenador, y luego desviaba la vista hacia el juego, contemplando como Ian conseguía quitarle el balón.
Louis negó, y giró la cabeza para fijarse en como James pateaba el banquillo.
—Espero que no juegue de titular—murmuraba malhumorado. —Le estoy diciendo que me la pase. Estaba libre, cojones. Podría haber metido gol...—este golpeo el banco con el brazo, antes de que Louis lograse detenerlo.
Harry se sintió mal. En realidad en cierto modo sí que tenía razón, pero no podía decirle cuándo tenía que pasar, ni dónde.
Louis se giró tras echarle una mirada a su compañero, y volvió la vista al campo.
Harry decidió concentrarse en el juego. Corrió hacia el centro del campo, comenzando de nuevo.

—¡GOOOOOOOOL!— sus compañeros de equipo corrían hacia Harry, tirándose sobre el rizos, y besándole la cabeza, la mejilla, o dándole toques en la espalda.
El entrenador, con su silbato, llamó a todos a reunirse en el banquillo.
—Bien, como ya sabéis, esta semana empieza el torneo entre las universidades. No podemos dejar que nadie nos gane. Tenemos que enseñarles a todos quienes mandan. —el equipo se mostraba seguro de sí mismo, y atento a las palabras del entrenador— El próximo día diré los titulares. Ahora, daros un baño y a clases. ¡VAMOS!
Despidiéndose todos, Harry se fue corriendo hacia los vestuarios. Una vez allí, comenzó a desnudarse, y entró en las duchas. Dejó que eliminase todo resto de sudor de su cuerpo, y salió una vez limpio. Justo en ese instante comenzaron a entrar todos, cosa que agradeció, ya que no se sentía cómodo duchándose con tantos hombres.
Con la toalla enrollada a su cintura, se fue hasta su taquilla. Algunos de los chicos del equipo se pararon a mirarlo. Es verdad que le habían criticado, pero más de uno de ellos habría querido tener el cuerpo del rizos.  Alto, delgado, musculado... Con unos oblicuos muy marcados, al igual que sus bíceps. Tenía el cuerpo tatuado, algo que lo hacía más sexy y atrayente aún.
Louis entró en los vestuarios, y sin poder evitarlo, dirigió su mirada hasta Harry. Este sintió como todo su cuerpo enrojecía al instante, por lo que decidió apartar la mirada de los ojos del capitán, el cual se encontraba tenso en ese mismo instante.
Louis se colocó justo en la taquilla de la derecha de Harry, sacando sus cosas poco a poco: toalla, gel, y unos calzoncillos Calvin Klein negros con las letras en blanco. Louis comenzó a quitarse la camiseta, y Harry notó como su cuerpo comenzaba a quemar.
<<Harry, contrólate. Siempre has podido controlar estos puñeteros impulsos. Es solo un tío. ¿Desde cuándo te intimida tanto?>> En ese mismo instante recordó las palabras de Niall, de su mejor amigo: <<Es amor, Harry>>.
Desviando esos pensamientos, terminó de vestirse y salió del vestuario tras despedirse de sus compañeros.

—Oh, Dios. Gracias que estas aquí. Necesitaba ver una mujer en este día.
Anna rió por el comentario de Harry, dándole un beso sonoro en la mejilla.
—Vámonos; tenemos clase, Harold.
Tras esa hora, ambos, Harry y Anna, se fueron a la cafetería. Justo en la mesa del día anterior se encontraba Niall ya sentando con Louis, James, Ian, y el ex de Anna, Zayn. Reían de alguna broma, aunque Louis no parecía tan divertido por el tema de conversación.
—Hey, chicos. Os quiero presentar a Anna.—dijo Harry, uniéndose a la mesa, cogido de la mano de Anna.
Los ojos de Zayn no pudieron más que desviar la vista hasta sus dedos entrelazados, cambiándole el tono de piel, de moreno a yeso.
Ésta sonrió, sentándose junto a Harry, y dejando sus manos entrelazadas sobre la mesa, para captar la atención de Zayn, y por inercia la de Louis, que también observaba la mano con recelo.
—Encantado, Anna.— dijeron Ian y James al unísono. A pesar de los piques con ellos, de los primeros días, ambos se habían portado genial con Harry desde entonces, y cuando se picaban era respecto al fútbol.
—Sí...Encantado—Louis le dedicó una media sonrisa, que Anna respondió alzando las cejas.
Zayn, por el contrario, se quedó callado, observando la mano. Era obvio que sentía algo. ¿Celos? Podría ser. Siempre se quiere recuperar lo que un día se ha perdido, por muy poco valor que se le diese en su momento.
—Espero no molestar aquí...—susurró.— No quiero que os sintáis incómodos en mi presencia—dijo señalando la mano que tenía cogida con Harry.
Harry la miró, sonriendo, e indirectamente dándole las gracias por aquello.
Louis entrecerró los ojos, mirándolos, y haciendo caso omiso de lo que acababa de pasar.
—¿Y cuándo fue vuestro primer beso?—se atrevió a preguntar Ian, interesado en la pareja que estaba sentada justo a su derecha.
Harry se quedó callado. No había planeado más de cogerse la mano, y evitar comentarios tipo: "Ve a por ella, o se lo diremos nosotros".
—Ahora—resolvió Anna, girándose en su sitio, y soltando la mano de Harry a la vez que la alzaba hasta su mejilla para acariciarla mientras unía sus labios a los de él. Harry cerró los ojos por inercia, y apoyó sus manos en los brazos de ella, acariciándolos lentamente, a la vez que una de sus manos subía y se enredaba en su pelo ondulado. Ella sonrió sobre sus labios antes de separarse y volver a girarse hacia el grupo.
Louis se había levantado y se disponía a irse, mientras miraba a Harry enfadado. ¿Pero por qué enfadado? Harry se sintió culpable. Ya le gustaría a él que esos labios fuesen los suyos.
Zayn, por su parte, no dejaba de mirar los labios de Anna, los que había besado más de una vez, y los que añoraba, sin duda. Había sido tonto. Muy tonto. Y ahora lo sabía.
Anna se levantó, dándole un segundo beso a Harry, aunque esta vez menos pasional, fue un beso leve y rápido en los labios; tras despedirse, salió de la cafetería a paso rápido.


Tres horas después se encontraba en su casa, tirado sobre el sofá con una lata de cerveza, y la tele encendida haciendo zapping. Su móvil comenzó a vibrar.
<<Mañana entrenamiento a las 7 de la mañana. Te espero en los vestuarios. >>
Harry vio el número desconocido tras leer el mensaje. Nadie que no estuviese en el equipo, exceptuando a Niall y Anna, sabían de su existencia, por lo que no creía que fuese una broma.
Respondió con un simple: <<Allí nos vemos>> y dejó el móvil sobre la mesa del comedor, dando un trago a su cerveza.

—Harry, Harry cariño, estoy en casa—su madre lo zarandeaba con cuidado, mientras posaba un beso en su frente tras apartar su pelo rizado.
—Mami... has tardado tanto... Te echaba de menos.—El pequeño había abierto los ojos y miraba su madre con ternura, con anhelo. Luego se incorporó y se echó sobre sus brazos, abrazándola fuerte.
—Y yo a ti, mi pequeño...

Harry se levantó sobresaltado. Miró el reloj. Las 3:30 de la madrugada. Una manta cubría su cuerpo, que durante aproximadamente unas 8 horas había estado tumbado en el mismo lugar.
Se levantó con cuidado y fue a la cocina a por un vaso de agua. Sentía un dolor intenso en la cabeza, y tenía bastante calor debido, supuso, a las 3 cervezas de más que se tomó.
Volvió al sofá, tumbándose, posando los ojos en el pequeño foco que se encontraba justo encima de él.
—Te echo de menos, mamá...—susurró antes de volver a cerrar los ojos y quedarse dormido.


CAPÍTULO 6.

Volvía a hacer calor. Mucho calor. Sentía como su cuerpo ardía, y tenía la necesidad de eliminar toda la ropa que le cubría. Necesitaba deshacerse de todo lo que le envolvía. Se sentía asfixiado, acalorado...
—¡Harry, por favor!—Harry abrió los ojos sobresaltado por el grito de su madre que le había estado intentando colocar el termómetro.
—Ah, lo siento, mamá.
Ella relajó su ceño fruncido y acarició el pelo rizado de Harry, asintiendo.
—Tienes fiebre. Llevas así toda la noche, y toda la mañana. Cuando llegue tu padre, te llevaremos al médico.
Harry miró el reloj. Las 18:30. ¿LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE? Llevaba más de un día dormido, exceptuando los minutos que había ido a beber agua.
Este intentó levantarse, cosa que su madre impidió.
—Estate tranquilo. Papá llegará en unos minutos.


El hospital estaba a una media hora en coche. Una de las recepcionistas les había dado número y guiado hasta la sala de espera. Era una sala amplia, con sillas lo suficientemente incómodas como para que más de una persona estuviese de pie, andando de un lado para otro. Harry decidió sentarse en unas cercanas a la puerta de salida, donde daba un poco más el aire, y esperó observando las blanquecinas paredes.

—Buenas noches, doctor—dijo su padre con su tono de voz grave a la vez que estrechaba la mano con el hombre que estaba al otro lado del escritorio. Harry estrechó la mano que el doctor le tendía.
—Bien...¿qué les pasa?
—Desde ayer me encuentro mareado, con náuseas y dolor de cabeza intenso. Además se añade a esto una sensación continua de calor.
El médico se quedó pensativo, mientras tanto, Harry se dedicó a mirar el despacho de este. Había varias estanterías llenas de cuadros, libros, y diplomas. Además, por las paredes, había certificados, y la orla de la universidad.
Uno de los cuadros de la estantería llamó su atención. Era un chico de unos ocho años de edad, no muy alto, ojos claros y pelo castaño y alborotado. Su corazón se aceleró un instante al encontrar el parecido, pero negó, desviando la vista hacia el doctor, nuevamente.
—Esos síntomas son de vértigo. Les pasa a muchas personas, y desgraciadamente, no hay tratamiento para eso. ¿Es posible que últimamente estés experimentando cosas nuevas?
Harry negó en un principio, pero luego, asintió, rápidamente.
—Sí... desde hace unos días sueño diariamente con mi madre... falleció hace...mañana hace once años.
El doctor se lamentó.
—Puede que esos sentimientos estén provocando estrés y de ahí la fiebre, nauseas, calor, etc. Lo que te recomendaría es unos días de reposo. ¿Haces algún tipo de deporte?
Harry asintió, mirando a su padre, que lo miraba preocupado.
—Fútbol, en la universidad de Doncaster.
—Oh, bien. Buena Universidad, y muy buen equipo... Mi hijo juega allí también. Supongo que lo conocerás.
La foto tenía parecido porque era él. Louis, Louis Tomlinson.
—No.—mintió Harry.— No sé a quién se refiere.
El doctor señaló la foto, y luego se paró, abriendo un cajón.
—Debe de estar...
En ese mismo instante la puerta del despacho se abrió, entrando el famoso capitán del equipo de fútbol de la universidad de Doncaster.
—Louis.
—Harry.
El chico de ojos verdes abrió mucho los ojos, sintiendo como el corazón volvía a latir apresuradamente.
—Disculpad... Yo...—Louis miró a su padre. Este simplemente sonrió.
—Bueno, este es mi hijo.
Harry miró al doctor Tomlinson, y luego a Louis. Asintió.
Louis, tras un silencio algo incómodo, cerró la puerta y se fue.
—Bueno, como iba  diciendo...será mejor que te tomes unos días de reposo, y ya me irás contando cómo van evolucionando esos síntomas. Le pediré a mi hijo que cuide de ti—rió levemente, y su padre agradeció la atención que había puesto.
—Hasta luego, doctor Tomlinson.
—Llámame Robert.
Harry asintió y salió del despacho algo nervioso.

Una vez fuera del hospital esperó a su padre cerca del coche. La noche era fría, pero lo agradecía, ya que así la sensación de calor era menor.
—Eh, Harry.
Reconoció la voz al instante. Se giró para encontrarse de frente con los ojos azules de su compañero.
—Louis.
—Sí, bueno, ¿quién si no?—pudo ver como en su rostro se dibujaba una sonrisa. Y qué sonrisa...— Debo decirte que me preocupé al ver que no viniste al entrenamiento. No sabía que estabas enfermo. ¿Estás ya mejor?
Harry asintió. Estando a su lado estaba mejor... <<¿Pero por qué piensas eso, Harold? >> se regañó a sí mismo.
Louis asintió, imitando el gesto de Harry.
—Me alegra saberlo. Espero verte en los entrenamientos pronto.
—Sí. Nos veremos.

En ese mismo momento llegó su padre, quién saludo a Louis. Este se despidió de ambos, y corrió hacia el hospital. 

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