CAPÍTULO 3.
Como
ponía en la nota, tras comer en una cafetería cerca de la universidad, recogió
a su hermano Rick a las seis en el colegio.
—¿Y
mamá y papá?
—Vendrán
tarde. Hoy estás a mi cuidado, enano.
Rick
no se quejó, de hecho, le encantaba estar con Harry. Era divertido, amable,
cariñoso...aunque a veces se quedaba apartado pero, sin duda, era el mejor
hermano.
Ambos
llegaron a casa, y cada cual se fue a un sitio. Rick se puso en el salón con la
tele, y Harry a la cocina, a preparar la cena.
Aún
era temprano, pero había que descongelarla, por lo que tras eso, subió a su
habitación para darse una ducha.
—¡Harry!
¡Harry! ¡POR FAVOR, BAJA! ¡CORRE!
Los
gritos de su hermano Rick hicieron que Harry bajase a toda prisa dejando el
ordenador encendido sobre la cama.
Rick
se encontraba tras el sofá, escondido, temblando. La ventana que estaba más
cerca de la puerta se encontraba rota, con los cristales desperdigados por el
suelo. Harry cogió a su hermano en brazos, y lo llevó hasta arriba, a su
habitación.
—Quédate
aquí. No te muevas. Si ves que tardo demasiado, sal por el balcón, hay una
enredadera. Toma mi móvil. Llama a papá y mamá. Mientras tanto, escóndete.
—Harry...—el
pequeño tenía los ojos inundados en lágrimas.
—Voy
a estar bien, pequeño. Te quiero.
Tras
darle un beso a su hermano, salió de la habitación cerrando la puerta tras él.
El
salón seguía igual. La puerta se encontraba ahora abierta, y podía escuchar
pasos sigilosos en la cocina. Cogió el palo de la chimenea, y comenzó a andar
lentamente hasta ella.
Había
alguien. Estaba vestido completamente de negro, y había comenzado a coger
cosas: comida, cubiertos...
Harry
se acercó más hasta poder darle con el palo en la cabeza sin que él se diese
cuenta.
El
hombre, por su cuerpo lo distinguió, cayó al suelo en rotundo...
La
policía no tardo más que dos minutos en llegar.
—Sentimos
mucho lo que ha pasado. Gracias a ti
hemos conseguido coger a este cabrón. Lleva robando desde hace 6 años, pero
nunca hemos podido cazarlo. Ahora va a estar con nosotros durante un tiempo.—
El policía, Henry, daba las gracias a Harry y al pequeño Rick, que estaba
abrazado a su hermano.
Sus
padres llegaron justo después de que arreglasen la ventana.
—Mis
niños. Mis pequeños...—Jane comenzó a abrazarles con ternura, besándoles el
pelo, la cara, las manos... Su padre, Michael, acarició la cabeza de ambos
chicos, y luego se retiró para hacer varias llamadas.
Poco
después, Harry se encontraba en su habitación, tumbado en la cama, como cada
noche, y recordando las palabras de su madre, que él mismo había tenido que
repetir esa misma noche, aunque de manera distinta.
A
pesar de que el curso en la universidad acababa de empezar, Harry ya había
preparado su mochila con un archivador, folios, y bolígrafos. Se había
encargado de coger algunos libros de la biblioteca que se encontraba frente a
su casa, y había hablado con varios profesores que impartirían sus clases.
El
día no era malo, pero no había un sol resplandeciente como el del día anterior.
Varias nubes ocultaban los rayos solares, haciendo que el día pareciese algo
más sombrío, y con algo más de viento de lo normal. Harry había decidido
ponerse, sobre su camiseta negra de manga corta, un jersey rojo que su madre le
había regalado, con unos pitillos negros, y unas converses rojas. Se había
decidido por un gorro del mismo color de la camiseta.
—Hey,
tío—le saludó Niall que se encontraba junto a la puerta de entrada. Se había
quedado allí esperándole, algo que agradeció, ya que no le gustaba llamar
demasiado la atención, y entrar solo era algo que llamaba demasiado.
—Hey,
colega. ¿Qué tal?
Niall
sonrió encogiéndose de hombros.
—No
me quejo. ¿Tú?
Harry
puso una cara algo tristona, imitando el gesto de su amigo, cosa de la que no
pareció percatarse Niall, porque sonrío y le dio un golpe para que anduviesen a
la par.
Durante
las tres primeras horas de universidad, habían estado estudiando "Expresión Oral y Escrita para Medios de Comunicación I",
el profesor les había comentado la importancia de la asignatura a la hora de
desenvolverse.
Las horas
siguientes el director llamó a Harry,
volviéndole a preguntar la decisión sobre el club.
—Fútbol. He
decidido unirme al equipo. Aún no le he comentado nada al entrenador, pero haré
las pruebas y entraré.
El director asintió
complacido, despidiéndose de él.
<<Pruebas
para entrar al equipo de fútbol hoy a las 15:00 horas en el campo de fútbol de
la universidad>> .
El tablón de
anuncios dejaba claro la hora y el lugar, por lo que un cuarto de hora antes se
presentó allí. Sabía que nadie llegaría antes. O eso es lo que pensaba.
Louis Tomlinson se
encontraba allí. Chutaba el balón a la portería una y otra vez, haciendo que
cogiese un ángulo perfecto hasta marcar el gol. Casi imposible de parar.
Harry se acercó,
entrando en el campo de juego, mirando al que sería, supuso, su futuro
compañero de equipo.
—¿Qué miras?— el
chico de ojos azules se había girado y lo miraba penetrante, como si pudiese
ver a través de él.
A Harry se le cortó
la respiración. ¿Qué le pasaba con ese chico?
—Solo miraba. Veo
que siempre tiras del mismo ángulo.
Louis dejó de
mirarle de tal manera para concentrarse otra vez en chutar. Tras meter otro
gol, volvió a girarse.
—Sí. Pero es solo
para practicar. Me gusta venir aquí antes de los entrenamientos para
demostrarle al entrenador que soy su jugador estrella.
Harry alzó las
cejas, sorprendido por la confesión. Sin importancia, pero confesión.
—Está bien.
Harry fue a
girarse, pero algo le detuvo. El...el chico le había cogido del brazo, y lo
había acercado hasta él, casi podía notar su respiración. Su corazón había
comenzado a latir de manera apresurada, sintiendo como el aire se escapaba de
los pulmones.
<<Harry,
respira. No eres maricón, por Dios>>
—Tranquilo,
ricitos, no voy a hacerte daño.
La mano de aquel
chico seguía sobre su brazo, acariciándolo levemente.
—¡¿Qué hacéis
aquí?!
La voz grave del
entrenador hizo que se sintiese avergonzado de la situación, por lo que se
giró, deshaciéndose del agarre del chico, e intentando que sus pulsaciones
volviesen a la normalidad.
—Eh, yo...eh.
Louis se colocó
delante de Harry, y se encogió de hombros.
—Viene a las
pruebas del equipo. Yo le llamé para que viniese antes.
El entrenador
miraba directamente a Harry, que estaba algo más tranquilo.
No entendía a ese
chico. El día anterior se había encarado con él, y ese mismo día le había
defendido, y lo había tratado mínimamente bien.
—Lo siento,
entrenador. Espero que no le haya molestado que haya venido antes.
—No, no. Era solo
simple curiosidad.— diciendo esto a la vez que negaba con la cabeza se alejó
hasta el banquillo donde comenzó a escribir.— Venga. Demuéstrame lo que sabes,
Harold.
Bajo la atenta
mirada de Louis, el capitán del equipo, y el entrenador, hizo su última jugada,
y marcó gol. Solo se escuchó el choque del balón contra la red, el bote de este
contra el suelo, y silencio.
Hubiera estado bien
un "genial, Harry", o "eres un desastre", al menos para que
él supiese que sentían ambos.
Harry se quedó
callado, tal como ellos, y miró a Louis, que no apartaba la vista de él.
Segundos después,
alzó las manos, y comenzó a aplaudir levemente, acto que el entrenador siguió.
El corazón le
empezó a latir deprisa, sentía como la sangre corría por sus venas, y... Louis
se acercó a él y le dio una palmada en la espalda.
—Muy bien, amigo,
muy bien.
Harry le dedicó una
sonrisa ladeada, y se mordió el labio.
Puso notar que Louis se tensaba bajo esa acción, dándose la vuelta, y
acercándose al entrenador.
¿Qué le pasaba?
Eran las tres, y ya
habían empezado a llegar todos los jugadores del equipo más los que tenían
intención de entrar al club.
Harry estaba
dentro.
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